Una cirugía estética terminó con el Cártel del Golfo. Hoy grupos armados pelean ciudades y ejidos donde solo existen dos tipos de personas: los temidos y los que tienen miedo.
El cártel más longevo de México, nacido en 1930, tuvo un deceso desconocido e inesperado: no se desintegró a causa de un operativo militar o por una incursión armada por parte de sus enemigos; tampoco fue porque el gobierno atacó sus finanzas. Su desaparición, en realidad, fue más terrenal y acabó con ocho décadas de hegemonía criminal en el noreste del país: el Cártel del Golfo murió en una camilla de hospital; publicó MILENIO.
El Majadero hizo un viaje secreto a Monterrey, Nuevo León. Salió de Matamoros y en su cartera llevaba dos identificaciones falsas. Así quería ocultar su verdadero nombre, Homero, y sus apellidos, Cárdenas Guillén, que aún provocan miedo en el estado fronterizo de Tamaulipas. Era el 27 de marzo de 2014 y aquel viaje de cuatro horas por carretera era crucial para asegurar su posición como máximo dirigente en los años por venir.
Sus hermanos Osiel, Antonio y Mario habían sido criminales bien conocidos por las autoridades de Estados Unidos y México; cruzaban toneladas de droga al norte del Río Bravo, especialmente cocaína. Homero, en cambio, había logrado pasar desapercibido, entre las violentas personalidades de sus familiares. Pero el tiempo de operar en las sombras terminó. En el otoño de 2012 llegó, por accidente, a la cabeza del Cártel del Golfo.
El capo entró por la puerta trasera a un hospital privado en la capital de Nuevo León y los médicos, asustados, comenzaron los preparativos para su cirugía, que había sido pagada por adelantado y en efectivo. Su barriga prominente y doble mandíbula era una copia de la complexión de su hermano Mario, y esos kilos de más eran bien conocidos por las autoridades federales. Si El Majadero quería dirigir sin sobresaltos el cártel que lideró su familia, sólo una agresiva cirugía estética le daría un aspecto irreconocible.
Así que en la tarde de ese jueves, el narcotraficante se recostó en la camilla de la sala de operaciones y sus ojos se cerraron con la anestesia. Sólo él sabe lo que soñó de su nueva apariencia, pero no alcanzó a ver los resultados finales de la cirugía. No hay registros oficiales de su muerte, pero en la Guarnición Militar de Matamoros insisten en que El Majadero nunca regresó a su trono criminal ni a su casa.
Dos fuentes militares en Tamaulipas, de las que resguardamos su identidad, cuentan a DOMINGA, la revista digital de MILENIO, esta historia que el gobierno local, bajo el mandato del priista Egidio Torre Cantú, quiso ocultar temiendo que se desatara el caos.
Así nació el Cártel del Golfo de México
Homero Cárdenas Guillén no había nacido cuando, a inicios de los años treinta, un hombre llamado Juan Nepomuceno Guerra, un supuesto ganadero, vio la oportunidad de su vida para dejar de vivir del campo. Aprovechó la hipocresía de Estados Unidos, donde grupos conservadores y religiosos habían impulsado la prohibición de la fabricación, venta y transporte de licores, al mismo tiempo que el país recibía a familias migrantes europeas –italianas, por ejemplo– cuya vida social giraba alrededor de fermentados y destilados.
Nepomuceno aprovechó esa necesidad de alcohol del otro lado y forjó una alianza con familias italoamericanas para contrabandear botellas desde Tamaulipas. Se volvió tan exitoso que uno de sus socios fue el legendario Al Capone. Gracias a esa dupla, el también apodado El Padrino de Matamoros convirtió su negocio sucio en un millonario emporio criminal con rutas que conectaban a Texas con Nueva York y a Florida con California. Para cuando Estados Unidos vetó la Ley Seca –y el negocio del vino y el whisky de contrabando se vino abajo–, Don Nepo tuvo que traficar armas, hasta que siendo un adulto mayor, en sus setentas, anunció su retiro y heredó a su sobrino Juan García Ábrego. Este incluyó el tráfico de marihuana y cocaína en su nuevo menú. Así nació el Cártel del Golfo de México.
Ábrego se volvió el líder vertical indiscutible del grupo criminal hasta 1996, cuando fue detenido en Monterrey y luego extraditado hacia Estados Unidos. Con tres hijas y un hijo pequeño como descendientes, la sucesión familiar de Nepomuceno Guerra se había truncado. Era tiempo de que alguien externo tomara la posición de jefe inapelable con la personalidad suficiente para aplacar cualquier escisión dentro de la organización.
Esa posición recayó en Osiel Cárdenas Guillén, tenía entonces 29 años, provenía de una familia bien conocida en Matamoros por usar un taller mecánico como un importante punto de venta de cocaína. Siendo muy joven, y pobre, embarazó a su novia Celia, lo que lo orilló a perseguir más dinero cruzando drogas hacia Texas. Según documentó el periodista Ricardo Ravelo, su estilo bragado, su personalidad explosiva, su capacidad para hacer pactos con policías y su tiempo en prisión en Brownsville, Texas –la leyenda que se había construido de sí mismo–, agradó a Ábrego, quien lo eligió como su sucesor.
Osiel acuñó con orgullo el apodo de El Mata Amigos como sello de horror y fue pionero en la paramilitarización del crimen organizado: para que nadie pudiera tocarlo convocó a soldados mexicanos de élite a formar parte de su guardia personal, algo que ningún cártel había hecho a finales de los años noventa. Por el color de los primeros uniformes de ese grupo compacto, un color azul zeta, esa escolta se hizo llamar Los Zetas, escribió el académico Ricardo Raphael en su libro Hijo de la guerra. Así fue cómo los Cárdenas Guillén entraron a las grandes ligas del crimen organizado.
Como fichas de dominó los hermanos fueron cayendo
La fortuna le sonrió a Osiel durante siete años hasta que en 2003, en su casa en Matamoros tras la fiesta de su hija, lo sorprendió el Ejército y la entonces Procuraduría General de la República. Desorientado por el alcohol, el capo no reaccionó a tiempo y fue detenido. Siguiendo los ritos familiares del crimen organizado, legó su puesto a otro Cárdenas Guillén, le tocó a su hermano Antonio, alias Tony Tormenta, pero un año después perdería el control del monopolio que había logrado alcanzar el Cártel del Golfo.
Los Zetas, los soldados de élite, comenzaron a rebelarse contra sus patrones, para contrarrestar esta disputa Antonio decidió compartir el trono con alguien más. Si el Cártel de Sinaloa tuvo como dirigentes a la dupla de El Chapo y El Mayo, para el año 2004 el Cártel del Golfo tenía al frente a la pareja conformada por Tony Tormenta y Jorge Eduardo Costilla Sánchez, mejor conocido como El Coss. Pero aquel reinado tampoco duraría mucho. El 5 de noviembre de 2010, Tony Tormenta sería abatido por marinos y soldados.
Entonces el liderazgo lo asumió otro hermano, le tocó a Mario, ‘El M-1’. Pero dos años después, el 3 de septiembre de 2012, terminó arrestado en una redada en Altamira, Tamaulipas. Como fichas de dominó que van cayendo –y descartando a Liliana, la única hermana–, el último varón de los Cárdenas Guillén que quedaba en pie era Homero.
Pero había un problema: la tropa del Cártel del Golfo, nerviosa por tantos cambios, no creía que el nuevo jefe había ganado su posición por méritos propios, sino por mera casualidad o la mala suerte de sus hermanos. Homero no provocaba el miedo del Mata Amigos, tampoco tenía la dureza de Tony Tormenta ni la habilidad del M-1. En secreto comenzaron a llamarlo El Orejón.
Al nuevo capo, además, le tocó la dura tarea de mantener cohesionado a un grupo de criminales que empezaban a formar tribus.
Homero tenía que demostrar personalidad para alinearlos, pero no podía hacerlo sin antes asegurarse de no correr con la misma mala suerte de sus hermanos. Durante 15 meses diseñó un plan, mientras intentaba mantener en pie una estructura criminal tambaleante. Finalmente, se atrevió a dar un paso crucial.
En marzo de 2014, agendó una liposucción para delinquir sin temor a ser reconocido. Ya cambiado, según el plan, podría resanar al Cártel del Golfo y lo volvería, de nuevo, una sola pieza. Pero al recostarse en la camilla sucedió todo lo contrario.
La liposucción que salió mal
Las dos fuentes militares coinciden en el fin del Majadero, pero con ligeros cambios en la historia. Uno, asegura que su cuerpo no resistió la cirugía y murió en el quirófano por un paro respiratorio; otro cuenta que inicialmente la operación salió bien, pero al día siguiente se descompensó en su habitación y le dio un infarto. Con pequeñas diferencias en los relatos, como sucedió con el Señor de los Cielos, ambos llegan a la misma conclusión: entró caminando, pero no salió vivo del hospital.
Su muerte se mantuvo en secreto para no crear caos en el estado, sin embargo en redes sociales aún puede leerse cómo se corrió la noticia con el paso de los días: “Qué hay del rumor que falleció Homero Cárdenas Guillén”, preguntó @FreeLanceloth el 28 de marzo de 2014. “Se dice que Homero Cárdenas Guillén máximo líder del CDG murió de un paro cardíaco”, tuiteó @chavasycheves el 2 de abril de 2014. “Muere El Líder Del Cartel Del Golfo Homero Cárdenas Guillen El Majadero”, confirmó @compa_fundi cuatro días después.
El Cártel del Golfo intentaba aparentar que seguían unidos. De hecho, seguían firmando sus narcomantas con las iniciales de CDG, para protegerse de sus enemigos, aunque ya las fracciones estuvieran enfrentadas. La muerte del último Cárdenas Guillén reveló que la tropa se había roto en secreto.
Distintas facciones se disputaban el territorio. En un inicio, los que eran leales al Majadero se nombraron Los Ciclones y se mantuvieron en Matamoros; los que aún veían como su líder a Tony Tormenta formaron el grupo de Los Escorpiones y se mudaron al Río Bravo; y los que seguían al Coss se nombraron Los Metros y tomaron Reynosa como su bastión. Los tres grupos estaban enfrentados entre sí y, al mismo tiempo, contra sus pares, Los Bravo en Ciudad Victoria, Los Rojos en Tampico y Los Pantera al sur del estado, al mismo tiempo que se peleaban las rutas de tráfico de drogas, armas y migrantes indocumentados contra otras escisiones, como el Cártel del Noreste, los Zetas Vieja Escuela y Sangre Nueva Zeta.
A pesar de las rupturas y traiciones, en México se siguió hablando del Cártel del Golfo como un mismo grupo. Pero la realidad se puso frente al país el 19 de junio de 2021, cuando un comando de integrantes de Los Ciclones entró al mediodía a Reynosa con un objetivo: asesinar a mansalva a tantos inocentes como pudieran para “calentar la plaza” a Los Metros y que el Ejército a su vez se fuera contra ellos.
Al azar, Los Ciclones asesinaron a 15 personas que caminaban por la calle, entre ellas un enfermero y futuro doctor, taxistas, obreros, comerciantes y adultos mayores. Horas más tarde de la masacre, el fiscal tamaulipeco Irving Barrios concedió lo obvio ante los medios de comunicación: el Cártel del Golfo había dejado de existir. Ahora existen escisiones con un líder propio, intereses propios y brazos armados propios.
Además de pelear entre ellos, éstos se defienden de las incursiones del Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación en su territorio. Un día hacen las paces y trabajan juntos para eliminar rivales comunes; otro día, se acusan de desleales y se tirotean. Su violencia es de tal tamaño que estos grupos han estado cerca de causar un conflicto diplomático con Estados Unidos.
En marzo de 2023, cuatro ciudadanos estadounidenses fueron secuestrados en Matamoros. El crimen movilizó al FBI e indignó a congresistas republicanos, como Dan Crenshaw, quienes lanzaron duras críticas al presidente López Obrador para que frenara la violencia en Frontera Chica, una zona clave para el tráfico que abarca cinco municipios. Las investigaciones arrojaron que el multisecuestro, que acabó en dos personas liberadas y dos asesinadas, había sido obra de Los Ciclones, que esperaban endosar los cadáveres a sus enemigos.
El think tank en análisis delictivo, Insight Crime, ubica que las escisiones han logrado incluso borrar la división política del estado. Metros, Ciclones, Escorpiones, Rojos y más pueden estar en cuatro o más municipios de Tamaulipas al mismo tiempo peleando ciudades y ejidos, donde ya sólo existen dos tipos de personas: los temidos y los que tienen miedo; comunicó MILENIO.
Imagen portada: MILENIO.