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Andrés Neuman: «La crianza de un hijo es una gran historia de amor»

La paternidad no solo cambió su vida, también la forma de escribir de Andrés Neuman (Argentina, 1977), así lo revela el autor en Pequeño Hablante (Alfaguara). “Ya no puedo escribir lo que escribía. Interrumpiste todo y lo empezaste de nuevo” .

En entrevista con MILENIO, el escritor retoma el tema padre–hijo que ya había explorado en Umbilical, pero ahora profundiza en sus emociones ante la iniciación verbal de Telmo, su hijo de cuatro años, una relación que ve como una gran historia de amor.

¿La paternidad cambió a Andrés Newman?

Te conviertes en otra persona cuando tienes un hijo, pro es parcialmente cierto y falso, obviamente, en la logística de la escritura cambió radicalmente, ¿ en mi manera de ser?, no sé si tanto, para bien o para mal soy más yo. A lo mejor la “Materpaternidad es un recordatorio de tú identidad, todo lo hermoso y lo terrible se refuerza. La crianza es una gran historia de amor tan o más compleja como otras historias de amor: tan fascinante, euforizante, conflictiva y difícil como cualquiera.

¿Fue una necesidad escribir sobre Telmo?

Sí, causó una revolución en mí y honestamente ya no tenía interés por escribir las mismas cosas, de pronto estaba tan imbuido por esa nueva persona que había conquistado mi vida. Sería como enamorarte locamente y decir “esta persona me ha dado vuelta la cabeza pero voy a escribir sobre la descomposición del átomo”, sería completamente absurdo.

¿Cómo fue el proceso de escritura de Pequeño hablante?

No eran 14 horas de reflexionar sobre esto. Eran notitas tomadas al vuelo, entre pañal y pañal o cuando la criatura se dormía y yo tomaba una nota y después la iba desarrollando en las semanas y meses siguientes. Eran notas muy larvarias y eso generó una escritura más fragmentaria; un poco un diario novelado y poético.

¿Muy complicado?

Fue curioso, por un lado, era la única manera que tenía de escribir y esa estructura fragmentada, intensa, a fogonazos y muy emocional, pero que enseguida pasaban a otra cosa, se parecen y narraban la experiencia misma de la crianza. Siento que la estructura y el tono del libro se fueron armando de un modo armónico y necesario que era ajustado a mis condiciones materiales de escritura. Puede entenderse como un libro que reflexiona sobre cuestiones que son de no ficción, es decir, que tiene su elemento ensayístico, poético y puede leerse como un libro de microficciones.

Andrés Neuman presume en su celular un dibujo de la bandera mexicana que hizo su hijo, confiesa que Telmo (se llama así en honor a San Telmo, Buenos Aires, el barrio donde nació el autor) le ayudó hacer la maleta para venir a nuestro país, pero le escogió unas zapatillas que no le gustan al escritor, quien asegura que ya no viaja tanto, no le gusta dejar al ser que le transformó la vida.

¿Realizaste un homenaje a la paternidad?

Narran los primeros años de nuestra vida. Umbilical pertenece a la etapa no verbal, narra el vínculo con alguien que no habla y Pequeño Hablante, la verbalización de la experiencia del mundo ¿qué pasa con el vínculo con una persona cuando interviene el idioma?. El vínculo es tan corporal, es tan artesanal, tan de piel con piel, que en realidad me doy cuenta de que intuitivamente tomaba más notas a mano, algo que no hacía desde hace mucho tiempo y formaba parte del mismo impulso, de hacerlo con el cuerpo, que hubiera el mayor contacto sensorial posible.

¿Escribes literatura amorosa?

En un sentido amplio, depende cuál sea nuestra idea del amor, si es solamente sexual y conyugal, entonces no, pero yo creo que existe el amor por los padres, el amor por los hijos, el amor por el prójimo; igual que existe el odio. Me parece que hay muchas maneras de escribir literatura amorosa. En el caso del vínculo con un hijo pequeño, creo que la mayoría de ingredientes clásicos del amor están ahí: el deseo, la exigencia, la posesión, la entrega, la generosidad, la mezquindad, el contacto físico, el conflicto entre la cercanía y la separación, la sensación de pérdida, de ambas partes, hay muchas expectativas y mucho despecho en el amor que tenemos por nuestros hijos.

¿Uniste la tradición poética con la crianza?

Hay una zona de la tradición poética en la que creo que se une la literatura amorosa clásica y la experiencia de la crianza, poemitas medievales que se llamaban “Albadas” y narran el encuentro más o menos furtivo entre dos personas que debían separarse cuando saliera el sol para no ser sorprendidos y la despedida es en el alba. Son poemas que narran la intensidad y plenitud del encuentro, pero también la certeza de que hay una despedida inminente, esa mezcla de bienvenida y despedida, creo que está muy presente en el amor por los hijos.

¿Qué aprendiste al escribir el libro?

Acompañas a los hijos en sus primeras veces, estás en su descubrimiento del mundo, los ves crecer, pero sabes que hay una despedida inminente y debes de prepararte para la separación de ese vínculo. Mi generación ha tendido a ser madres y padres tardíos y creo que somos la generación que más tarde ha tenido hijos en promedio y es un tema del que no hemos hablado lo suficiente.

¿Qué fue para ti escribir estos dos libros?

Son una fiesta de bienvenida y una despedida secreta. Pero creo que no es lo mismo criar con veinte años que con cincuenta. Me parece que desde la literatura no le hemos prestado la suficiente atención a ese fenómeno, al menos del lado de los padres, como que hemos delegado no solamente la crianza en las madres, sino la escritura en las madres escritoras sobre estas cuestiones, lo cual es una pena y una pérdida, porque lo que podemos contar los padres de esta experiencia es otra versión, es otra manera de relacionarnos con esto, porque nuestro lugar biológico, pero sobre todo cultural, es otro.

¿Crees que hay una moda por novelas sobre la paternidad?

Debe ser una moda rarísima porque son cinco o seis libros (risas). Es decir, ¿cuántos thrillers hay? ¿Cuántas novelas históricas? ¿Cuántos libros sobre narcos ? ¿Y cuántos libros hay sobre papás criando a sus bebés? Me parece que no alcanza para una moda. Lo que sucede es que, de pronto, empezamos a tener la sensación de que no alcanza con nuestra experiencia personal, necesitamos levantar una conversación colectiva sobre esto, compartir las dudas, las experiencias, las bondades y dificultades de esto y colectivizar un poco esta experiencia generacional y socialmente y esto es lo nuevo: la sensación de que podría ser hora de empezar a abrir esa conversación y es interesante tratar literariamente… porque se abren ciertas puertas.

Imagen portada: Especial / MILENIO

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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