Por José Jaime Ruiz
En el elenco del PRIAN en Nuevo León resalta el encargado del despacho de la Fiscalía General, Pedro Arce Jardón, no por su luminosidad sino por su opacidad, su sometimiento y su falta de resultados y rendición de cuentas a los nuevoleoneses. En un libro poco consultado en nuestros tiempos, El hombre mediocre, José Ingenieros destaca que sin ideales sería inexplicable nuestra evolución: “en cada momento de la peregrinación humana se advierte una fuerza que obstruye todos los senderos: la mediocridad, que es una incapacidad de ideales”.
La mediocridad estereotipada se asienta cuando se coloca a un empleado de tramoya en el escenario principal y entre el Teatro Guiñol y el Teatro del Absurdo deviene en un siempre ausente Godot (Beckett) o en personaje cómico-trágico de Ionesco o Jarry. Arce Jardón le rinde cuentas a Adrián de la Garza y a Francisco Cienfuegos, no a los ciudadanos. La Fiscalía General es una fiscalía particular, la propiedad privada de las funciones públicas.
Por ser un peón de la política del PRIAN, Nuevo León padece una ola de inseguridad sólo vista en 2012 cuando (des) gobernaba Rodrigo Medina, quien encabezó la generación política y administrativamente más mediocre que haya conocido el estado: destruyeron las finanzas, no existió obra pública relevante, su mayor golosina fue la corrupción y la impunidad, gobernaron dándole la espalda a los ciudadanos. Doce años después aún tratan de medrar con el erario y chantajean al gobernador Samuel Alejandro García Sepúlveda con la desaprobación del presupuesto.
Al PRIAN le viene bien Arce Jardón, a quien manipulan a su antojo y politizan la vida pública del estado usando a los agentes ministeriales como agentes político-electorales. Mientras Nuevo León padece una ola de inseguridad, Arce Jardón acompaña a sus jefes a juegos deportivos y a espectáculos y se desentiende de la seguridad. Disparos a quemarropa en calles, avenidas, establecimientos comerciales y plazas públicas, secuestros sin resolver y los resueltos sin captura de plagiarios, cuerpos mutilados en carreteras y avenidas, incremento de feminicidios y personas desaparecidas. ¿Cuántos homicidios dolosos se perpetuaron este año hasta el día de hoy? Más de mil personas muertas… y contando.
Siguiendo el guion instructivo de Adrián de la Garza y Francisco Cienfuegos, Pedro Arce se somete a los designios del PRIAN que, durante meses, como lo denunció en una mañanera reciente el presidente Andrés Manuel López Obrador, han querido manipular a Samuel Alejandro pidiendo moches y obrando mediante chantajes. Arce Jardón utilizó a la policía ministerial para arropar el Golpe de Estado técnico en el Congreso y blindar las tomas de protesta espurias de Arturo Salinas y Luis Enrique Orozco; la policía ministerial fue una policía electoral para resguardar la campaña de Xóchitl Gálvez en el estado y su cierre en la Arena Monterrey; la policía ministerial fue usada para incidir en las elecciones de Monterey en contra de la candidata Mariana Rodríguez Cantú. A Pedro Arce Jardón no le preocupa la ciudadanía, lo ocupa rendirle cuentas a Cienfuegos y De la Garza.
Cómplice de las trampas, aceptó ser nombrado fiscal general mediate una insaculación amañada, el mismo método para imponer a otro medinista, Álvaro Ibarra, en la Judicatura. La generación del saqueo encabezada por Rodrigo Medina, Francisco Cienfuegos (hay que agregar a los panistas Zeferino Salgado y Carlos de la Fuente) y Adrián de la Garza extiende su corrupción en personajes como Pedro Arce Jardón –y la diputada Lorena de la Garza quien se gasta los recursos públicos en viajes a Nueva York, pero se resiste a aprobar el presupuesto que beneficia a los ciudadanos.
Existe un libro esencial en la literatura contemporánea, El hombre sin atributos, de Robert Musil: “Un político que extermina hombres para ascender es considerado, según su éxito, como un facineroso o como un héroe”. Ni uno ni otro, Pedro Arce Jardón, atrapado en su mediocridad, puede seguir bostezando.