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Por Félix Cortés Camarillo

El idioma inglés, sincopático y conciso, obliga a sus hablantes a la síntesis en la expresión. Mi amigo Jaime Almeida, que de música sabía un carro, solia decir que el rock no podia haber nacido en otra lengua que la inglesa. Su ritmo viene del idioma. No es lo mismo cantar hound dog, que son dos sílabas, que perro de caza, que ya son cinco. Usamos seis sílabas para decir el rock de la cárcel que el gringo dice en tres. Ya ni digo del hotel de los corazones rotos, hearthbeak hotel.

Hay un decir -que los gringos usan algo que llaman idiom- para expresar esa singular circunstancia en la que uno la caga, pero todavía puede empeorarlo: add insult to the injury. Encima del insulto, ponle la injuria.

A propósito de la debacle histórica que los mexicanos sufrimos la madrugada de ayer, cuando el voto en el senado del clan veracruzano Yunes (quiere decir pandilla) llegó ostentoso y con decorado familiar a emitir un voto decisivo para aprobar el regalo que  el Poder Legislativo quería entregarle al presidente López: la destrucción del poder judicial en nuestro país para ponerlo bajo la férula del ejecutivo.

Abro paréntesis inevitable

El poder judicial de México, como el ejecutivo y el legislativo han demostrado su obsolescencia; no hay mejor ejemplo que el de ayer. Es justo y necesario, como dicen en la Misa, revisarlos, actualizar su espíritu y lenguaje a nuestro tiempo conservando la espina dorsal de los poderes, desde la Francia ilustre, de la separación de poderes. Y llego al extremo de sugerir que México entero convoque a una convención constitucional que nos dote de una Carta Magna, la sencilla y menos pendeja. No la paparruchada que hicieron los Yunes y sus amos.

Cierro paréntesis. La famillia Yunes, de Veracruz, vendió caro su amor de prostituta en la votación del Senado. En una fumarola de información con senadores cautivos, que siempre no, de malestar de salud del hijo para que asuma el padre la titularidad del voto y finalmente el voto de Judas. Pero eso no les pareció suficiene. Desde la más importante tribuna del país se pusieron a lanzar el término traidor a sus adversarios políticos. Agregar en insulto a la injuria.

No solamente eso. Padre e hijo Yunes se han dedicado a contarle a quien quiera escucharles, que su voto no tuvo nada que ver con la promesa desde Palacio Nacional de borrar sus historiales delictuosos. Dice un proverbio checo, que yo me sé, que siempre una mano lava a la otra.

Pero que yo recuerde, hay de Judas a Judas. Judas Macabeo, guerrero, dista millones de codos y tiempo de Judas Tadeo, el de las causas imposibles. Judas Iscariote es el del beso asesino y esas cosas.  Y esa es la casta de los Yunes, y así pasan a la historia.

En italiano decimos ¡Que vergonna!

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): A algún genio de la comunicación asocial del estado de Oaxaca se le ocurrió una magna idea. Para ser el primer congreso estatal en la República en aprobar las reformas constitucionales que agradan a Lopitos y destruyen la independencia del poder judicial, el congreso estatal de Oaxaca fue el primerísimo en que -por unanimidad, of course– aprobó como huiera venido, la reforma de la capital. Se había aprobado alrededor de las cinco cuarenta y cinco de la mañana. A las seis, los representntes populares de Oaxaca (un varón el PVEM, dos mujeres de MORENA, una del PRI y una del PRD o lo que queda de él), ya la habían respaldado con su voto, a destino manifiesto en alto.

felixcortescama@gmail.com

Fuente:

Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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