Por José Jaime Ruiz
“La traición no borra sus posiciones anteriores, antes bien las destaca”.
En el meretricio de la política hay traidores de ocasión y traidores por convicción. De la primera estirpe son los Yunes, de la segunda estirpe Lilly Téllez, Germán Martínez, Rommel Pacheco, Margarita Ríos-Farjat, Sergio Mayer y tantos otros. A los primeros los habita el pragmatismo: la tarea esencial de cualquier político es la sobrevivencia. Lo segundos, con su doble moral, traicionan sus convicciones, sus ideales, su ideología de derecha y, desde el oportunismo, apoyaron a la 4T, aunque en su interior siguen estando en contra, como el escorpión o alacrán de la fábula que envenena a la rana que lo cruza en el río, está en su naturaleza conservadora, oligárquica.
Exacto, en la historia política de la infamia no traicionar es perecer. En el libro Elogio a la traición los autores se preguntan: “¿Qué sería la pasión y la gloria de Cristo sin la traición de Judas? ¿Hubiera nacido la Iglesia sin las negaciones de Pedro?” (Denis Jeambar y Ives Roucaute, Gedisa editorial). Los Yunes no traicionaron a la 4T, traicionaron, por pretender salvarse, a la oligarquía, a la derecha, al decrépito PRIAN de Alejandro Moreno y Marko Cortés, a la corrupta Norma Piña y su Cártel de la Toga (ese mismo poder judicial que los favoreció durante años), al inepto de Claudio X. González y ninguno de los anteriores ha sido un Cristo redentor de la democracia, al contrario, son terribles trabajadores de la desigualdad, la tiranía y el sometimiento político.
“En política siempre hay que optar por inconvenientes… buscar el equilibrio entre la eficacia y los principios”, justificó el presidente Andrés Manuel López Obrador a sus operadores políticos, en este caso a Adán Augusto López. Por lo que hicieron en Veracruz, por sus calumnias contra Rocío Nahle, por presuntamente pagarle a Bernardo Gómez de Televisa la campaña negra en contra de la misma Nahle y por las implicaciones de Miguel Ángel Yunes Linares en denuncias de estar vinculado a políticosy empresarios de una red de pedofilia y de delincuencia organizada, además de actos de corrupción, por todo lo anterior la 4T no puede extenderle un manto estructural de impunidad a los Yunes sólo por un voto coyuntural, contingente.
El problema para el Segundo Piso de la Cuarta Transformación es Maquiavelo, es decir, si el fin justifica los medios. A la presidenta electa no le ha tocado cruzar ese pantano inconveniente. Claudia Sheinbaum Pardo asume la presidencia sin mancha que la atrofie políticamente. Por lo demás, la república no ha muerto, como pregona Enrique Krauze. Los simbólicamente moribundos son el mismo Krauze y los apestados de las empresas mediáticas que les dieron cobijo, como Jorge Ramos, Denise Dresser, Héctor Aguilar Camín, Ciro Gómez Leyva y los próximos en la fila.