Tres cuartas partes de los adultos mexicanos han probado alguna bebida espirituosa, y en 83% de los hogares hay productos con alcohol. Cerveza, tequila y whisky, los favoritos.
Por José Ramón Huerta
Judith Alanís organiza eventos corporativos. Sabe que en Monterrey el whisky manda, que en la Ciudad de México le entran a la cuba, en Tijuana a la cerveza y en Puebla, bueno, aceptan el Torres 10. “Nadie te toma un mezcal o una piña colada con carne asada; la cheve rifa entre los operadores; a los dueños –a los ganaderos, por ejemplo–, les das Maestro Dobel o Don Julio 70”, dice Alanís. La meeting planner es categórica: “El tequila es estándar en todo el país; en bodas y posadas hay vino, desde el centro y hasta el sur se da la coctelería, y en el norte es pecado si faltan las chelas”, dice; publicó MILENIO.
Hablemos de usos y costumbres
Primero fue el pulque hace casi tres mil años; en la época colonial se extrajo el mezcal de los agaves y luego, con técnicas españolas, nació el tequila; se crio la vid, vino la sidra, el rompope. En barcos –y algunos piratas– llegaron la cebada y la caña y con ellas, recios brandies y whiskies, rones. Pasados los siglos se normalizaron los tragos y los cocteles en las fiestas, reuniones familiares, con ellos se cierran negocios y se gozan vacaciones.
A descorchar vinos, paisanos
Aunque 14 estados del país ya producen vinos tintos o blancos, generosos, envasados y a granel, esta bebida tiene que pagar dos impuestos: el especial (IEPS) y el IVA. Eso explica por qué los vinos españoles, chilenos y argentinos de calidad semejante son hasta 40 por ciento más baratos. Esos impuestos han hecho que los mexas en promedio beban 1.2 litros… al año. En la Ciudad de México y centros turísticos se consumen más estos fermentados.
Chelas y tienditas: el dúo dinámico
“Si el canal de abasto tradicional vende cerveza, duplica sus ingresos”, asegura Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, que representa a miles de tienditas del país. El problema es conseguir la licencia para vender cheves, puede costar hasta medio millón de pesos. Eso porque se trata de “una bebida apreciada por los mexicanos y una industria muy prestigiada en el ranking mundial”, dice Rivera y confirma que los coolers (bebidas dulces con cierto grado de alcohol) son buscados en las misceláneas por las chavas y los moderados.
La ‘gen Z’ bebe menos que la ‘millennial’.
Jimena y varias de sus amigas se iniciaron en el alcohol muy morritas, en las fiestas de la prepa. Hubo eventos desafortunados, regaños, alguna fue a detox bajo supervisión. Eran parte de ese 20.6 por ciento de teens que le entran al alcohol. Hoy, en sus veintes, ya trabajan, una es abstemia –frecuenta AA– y las demás, cuando salen, beben seltzers (con un toque ligero de sabor y una graduación mayor a la cerveza), coolers, cervezas o alguna copa de vino. Le han bajado por precaución, salud, y por lo caros que están los tragos. El precopeo en casa, entonces, se impone.
Gente bonita, acá
Él es un bartender maestro y directivo de un grupo de establecimientos donde predomina el consumidor medio y medio alto. Edsel Álvarez nota el pulso de las barras más calientes y aunque en sus estadísticas el consumo de tragos ha bajado en algunas categorías hasta 20 por ciento, “hay mercado para rato”, ya sea en establecimientos o en casa. Los chavorrucos siguen bebiendo cubas, el tequila es la bebida nacional, y el carajillo y el vermú siguen haciendo larga la sobremesa. ¡Salud!
Imagen portada: MILENIO.