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Pobladores de Alaska vivieron aterrorizados por el Cártel de Sinaloa, reportan

Los habitantes del estado nevado fueron ingenuos cuando aceptaron la invitación por Facebook de Omar o de Alejandro, los perfiles falsos de quienes en realidad formaban parte del Cártel de Sinaloa. Ellos engañaban a personas que hubieran marcado Alaska como su lugar de residencia; publica MILENIO.

Durante años las células del cártel charlaron a través de esta red social con habitantes de aquel lugar vecino de Rusia, del que sólo lo separa el estrecho de Bering. 

El estado más extenso –tiene 1.71 millones de kilómetros cuadrados– y también el más remoto y polar de Estados Unidos, donde viven poco más de 700 mil habitantes.

Ahí, los falsos Omar o Alejandro, cuando lograban ganarse la confianza de los lugareños, les pedían su teléfono y entonces empezaba a endulzarles el oído con un viaje todo pagado a México.

Después de haber convencido a sus víctimas alasqueñas, cuando éstas llegaban a destinos de playa como Puerto Peñasco, en Sonora, les revelaban la verdad: el Cártel de Sinaloa estaba reclutando a vendedores locales de droga y mulas con la intención de extender sus negocios a aquel lejano lugar adonde no había podido entrar.

Alaska, en efecto, parecía ser tierra virgen: dada la ausencia de otros cárteles podrían sacar millones de dólares en ganancias de drogas.

Mexican style en Alaska

Documentos judiciales obtenidos por MILENIO en Alaska, revelan que en los últimos años integrantes del Cártel de Sinaloa reclutaron a decenas de personas a través de redes sociales, haciéndose pasar primero por inocentes amigos para después convertir a los “enganchados” en lugartenientes de la organización.

Una prueba del terror que ejercieron estas células es que en uno de los viajes para reunirse con sus contactos alasqueños, llegaron al extremo de balear a una joven mujer. Le advirtieron a otros residentes norteños que eso les pasaría a todos aquellos que se negaran a trabajar fielmente para el grupo criminal.

 “Solo recuerda, Sinaloa nunca olvida”, decían en las amenazas.

Según las autoridades estatales, el cártel cumplió su objetivo de invadir las nevadas calles con drogas como heroína y metanfetamina  lo cual hizo con métodos de sometimiento bien conocidos en el mexican style: amagaron con amenazas a los familiares de sus ahora vendedores locales de drogas, para obligarlos a rendir pleitesía al Cártel de Sinaloa.

El operador, un tipo violento

Una sentencia histórica, impuesta el 28 de agosto a un integrante de la organización llamado Miguel Báez Guevara, revela cómo la organización sinaloense se metió hasta la cocina de Alaska, donde los habitantes pasan encerrados largos periodos del año debido a las inclemencias del clima.

Aun en ese entorno las autoridades habían advertido de un incremento del 40 por ciento en muertes por sobredosis.

Los documentos judiciales cuentan algo de la historia de Miguel Báez Guevara. Aunque nació en Estados Unidos prácticamente toda su vida vivió en México y se tienen registros que, desde joven, se involucró en delitos como portación de arma de fuego y tráfico de droga a mínima escala en el estado de Sonora.

Miguel, es verdad, tuvo una infancia difícil e inestable que probablemente contribuyó a sus decisiones delictivas: desde 1999, fue condenado por robo a mano armada en Arizona. Luego fue sentenciado por robo de vehículo en 2003 y liberado en 2005. 

Un año después fue arrestado y acusado a nivel federal por posesión de un arma de fuego para promover el tráfico de drogas; en ese entonces recibió una sentencia de 60 meses. Con todo este pasado, en algún momento violó su libertad condicional.

En 2014 fue acusado otra vez en Arizona por tráfico de drogas y por posesión de un arma. Pagó una fianza de 50 mil dólares y huyó hacia México.

Durante esos años, incluso sacó credenciales de elector en México con distintos nombres y se hacía llamar Alejandro Omea, Alfredo Cortez, Noé Adolfo, Jhonny Gómez, entre otros. 

De hecho en los documentos hay una fotografía de la credencial de elector donde Miguel posa de frente y con cara de enojado: lleva barba en forma de candado, cabello muy corto, negrísimo; se nota corpulento.

Emitida en 2015 es una réplica fiel de cualquier credencial de elector legal y registra que el portador nació en Nogales, Sonora. Desde que se tramitó esa credencial, las autoridades de Alaska creen que empezó a operar una red de tráfico de drogas a través de Facebook a las órdenes del Cártel de Sinaloa.

Pero fue hasta el 2016 cuando la operación delincuencial se colocó en la mira de las autoridades de Alaska gracias a una incautación de drogas en un ferry intra islas de pasajeros. El 1 de mayo de ese año la Guardia Costera de los Estados Unidos y la Policía Estatal de Alaska incautaron metanfetamina en el ferry de Ketchikan, una popular ruta de cruceros. 

Las primeras investigaciones apuntaron a un residente de Alaska que trabajaba para Báez, quien en ese momento se hacía llamar Javi.

Algunos habitantes de Alaska ya sabían lo que era el terror de estar relacionados con la organización narcotraficante. 

Gracias a la incautación de drogas en el ferry se dio a conocer que los familiares de los trabajadores recibían amenazas a través de mensajes de texto y llamadas telefónicas desde México. Algunos, muy asustados, abandonaron el estado por temor a ser asesinados. El Cártel de Sinaloa llevaba sus métodos de coerción y terror hasta las heladas tierras.

Previamente, Báez Guevara había organizado viajes para que los alasqueños se reunieran con él en México. Ahí les planteaba sobre sus planes de tráfico hacia Alaska. En los documentos judiciales se leen los mensajes interceptados que describen el nivel de terror que ejerció este hombre contra esas víctimas.

Entre las historias está la de una mujer que creyó que su amigo de Facebook la había invitado con su novio a pasar unos días en el cálido México. Llegó el 29 de noviembre de 2016 a Sonora, y ahí se enteró de los planes de Alejandro, quien realmente era Miguel Báez. De la nada, ya estaba acusando al novio de esta mujer de robarle drogas.

Ella fue llevada a un lugar remoto donde le dispararon a quemarropa en la rodilla. Fue atendida primero en un hospital mexicano y luego trasladada a un centro médico en los Estados Unidos por el mismo Cártel de Sinaloa. Guevara se jactaría ante otros alasqueños de que él era responsable e incluso les mostró fotos de la mujer.

Advirtió que eso les pasaría si no obedecían o se atrevían a robarle drogas. Todo eso quedó consignado en mensajes privados en Facebook que el criminal le envió a la mujer que baleó; ella le suplicaba que ya la dejara en paz.

Las autoridades encontraron mensajes que describen el modo de operar de Báez Guevara y su ‘Mexican Style’ para aterrorizar a los lugareños:

“Necesito que tu tío me pague. Si no vamos a empezar a quemar sus casas, las de los integrantes de sus familias uno por uno. Nosotros podemos evitar si tan solo hicieran buenos negocios… pero eso ya pasó. Pero quieren jodernos y entonces podemos jugar”.

“Voy asegurarme que esta sea tu última sonrisa! Sinaloa va hacerte pagar de una u otra manera”.

“Solo recuerda Sinaloa nunca olvida”.

La caída del jefe de la red

Entre junio y julio del 2017 cinco mujeres residentes de Alaska fueron detenidas por las autoridades con heroína y metanfetamina en Arizona. Esto prendió las alarmas de las autoridades a 2 mil 742 kilómetros, ya que no es común que residentes de este lugar sean detenidos traficando drogas tan lejos de casa.

Todas llevaban tickets aéreos de regreso a Alaska y revelaron que quien les había comprado los boletos era la organización de Báez Guevara. La investigación reveló que las mujeres fueron reclutadas con el método descrito, a través de Facebook, y que se comunicaban con Báez vía aplicaciones de mensajería encriptadas.

Las mujeres revelaron que fueron llevadas desde Alaska a Puerto Peñasco, Sonora, de ahí escoltadas a un hotel donde permanecieron bajo supervisión durante varios días. Luego se les dieron instrucciones sobre cómo traficar las drogas a través de la frontera y de regreso a Alaska.

Báez les aseguró que la Patrulla Fronteriza había sido sobornada y no las atraparían. Durante todo su viaje, el narco supo de su ubicación a través de aplicaciones de rastreo que les hizo instalar en sus teléfonos y se comunicaba con ellas a través de mensajes encriptados.

En 2019 fueron detenidas, en los aeropuertos del estado, siete alasqueñas con drogas y dinero en efectivo. En total, la policía confiscó 202 mil dólares a las mujeres, pero se calcula que es una pequeñísima parte de lo que movió y ganó el Cártel de Sinaloa.

Hasta 2021, Báez continuó reclutando lugartenientes en la remota entidad, quienes recolectaban los narcóticos que después serían traficados por las mulas. Los mensajeros eran supervisados por algún cabecilla del cártel que era enviado hasta allá a fin de monitorear la operación.

En septiembre de 2021, la Policía Federal pudo identificar la ubicación de Báez Guevara en México. Las autoridades lo arrestaron en Sonora, desde donde comenzaba la intimidación contra sus víctimas.

La Fiscalía de Alaska dijo que durante años operó una sofisticada red de lugartenientes, gerentes y mensajeros para obtener millones de dólares distribuyendo narcóticos directamente en la ruta México-Alaska. La violencia y las amenazas con violencia lo ayudaron a mantener un control estricto.

También revelaron que la metanfetamina que envió al estado norteño era extremadamente mortal y que la mayor parte de esta droga tenía una pureza superior al 90 por ciento. El juez Ralph R. Beistline lo sentenció a 28 años de prisión en septiembre de 2021.

Imagen portada: Antonio Textla / MILENIO

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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