México se ha vuelto un país de origen, tránsito y destino para la trata. Cada vez más las mafias internacionales buscan extender su influencia, como la red criminal Tren de Aragua.
Por Karla Casillas
Esto no se arregla sólo con legislaciones: se arregla con educación. Lo asegura Bandana Pattanaik, quien desmonta de un plumazo lo que cualquiera pensaría que es la única solución al complejísimo crimen de la trata con fines de explotación sexual, que es ley y castigo; informó MILENIO.
“Cuando hablamos de trata con fines de explotación sexual, hay que hablar del patriarcado en todos los niveles. He escuchado a muchas mujeres que hablan de discriminación y explotación desde su infancia, en el seno de sus familias. En otras ocasiones, el marido es quien las orilla a una situación de explotación”.
Su camino va por otro lado y es quizá más largo, pero ataca al problema de raíz: la educación en equidad de género es básica, la educación en derechos de mujeres y niñas también lo es, al igual que la educación en derechos laborales y en todos los ámbitos. Bandana es una autoridad en el tema: es la Coordinadora internacional de la Alianza Global contra la Trata de Mujeres (GAATW por sus siglas en inglés) que agrupa a más de 100 organizaciones no gubernamentales alrededor del mundo. Lleva más de dos décadas estudiando y trabajando a pie de calle el tema de la trata de mujeres.
Es jueves 22 de agosto y Bandana visita México con una agenda llena de actividades, mesas redondas y círculos de escucha con trabajadoras sexuales. Estamos en la azotea de un edificio del Centro Histórico de la Ciudad de México, que alberga a Brigada Callejera, una organización civil que apoya a mujeres trabajadoras sexuales, migrantes e indígenas en riesgo de explotación y trata. Bandana insiste en que acabar con el fenómeno requiere de un esfuerzo conjunto y coordinado entre muchos países.
En esta entrevista para DOMINGA, lleva puesto el típico vestido de las mujeres de la India –su país de origen–, un sari de figuras geométricas rojas sobre blanco y una chalina verde. Acaba de pasar gran parte de su tiempo escuchando los testimonios de mujeres arropadas por Brigada Callejera y su presidenta, Elvira Madrid.
Brigada Callejera es la única organización mexicana que pertenece al GAATW y con quien Bandana realizó una gira de trabajo a finales de agosto, que la llevó a San Cristóbal y a Tapachula, los límites de la frontera sur, para hablar de la trata de mujeres con fines de explotación sexual y laboral. Hablar de esto, dice, es hablar del patriarcado, de la educación y los derechos de las mujeres.
En un país como México, en el que a la trata sexual se le añaden capas de violencia por parte de mafias y redes criminales locales, este fenómeno se vuelve todavía más despiadado y complejo de atacar. Y Bandana agrega una capa más: las mafias transnacionales. “Hace 30 años, cuando la gente empezó a centrarse en este tema, había países de origen, países de tránsito y países de destino de trata muy claros, pero ahora está todo mezclado”.
Este es el caso de México, un país de origen, tránsito y destino, aprovechado por estas mafias transnacionales que extienden su influencia en el territorio. Uno de los casos más mediáticos es el de la red criminal de origen venezolano ‘Tren de Aragua’, ligada a los feminicidios de Stephani y Susej, unas chicas venezolanas de 19 y 20 años cuyos cuerpos fueron hallados en un paraje de la alcaldía Tlalpan en la Ciudad de México, en agosto pasado.
La trata se ha vuelto un modelo transnacional
El régimen económico neoliberal ha creado un tipo de sistema mundial donde hay personas que son muy pobres y otras muy ricas, lo que genera precariedad y situaciones en las que vemos a gente desesperada moviéndose de un lugar a otro en busca de algo mejor:
“Estamos en la era del tecnofeudalismo”, dice Bandana refiriéndose a la teoría desarrollada por académicos, como Cédric Durand, en la que los dueños de las grandes compañías tecnológicas –las big tech– son una especie de “señores feudales” que tienen el control de la información, los recursos digitales y el capital; su poder en las decisiones económicas y políticas es cada vez mayor.
Esta situación está creando mucha precariedad entre la gente, “por eso en los últimos 30 años vemos a muchas personas desesperadas que se mueven de un lugar a otro. Es más fácil transportarse y todos van en busca de algo de seguridad […] Porque esa seguridad ya no está disponible en sus países, pero no saben que ya no está disponible en ningún lado. No importan los peligros con tal de alcanzar una esperanza. Pero la verdad es que esa esperanza es cada vez más difícil de alcanzar. Y esto [el tránsito de personas] no va a parar”.
De esta forma, y en este contexto de precarización y ‘tecnofeudalismo’, la trata sexual ha adquirido un carácter global, pues los criminales se valen de la necesidad de la gente de buscar un mejor futuro, lo que ha exacerbado el fenómeno: las rutas de tráfico pueden abarcar muchos países, lo que sin duda dificulta el combate; puede suceder –dice Bandana– que una mujer colombiana sea llevada de Bogotá a Ámsterdam, y de ahí a Bangkok, y de ahí a Japón; y entonces esa mujer va a estar en una situación de servidumbre sexual, sólo por “deudas” con los tratantes por mucho tiempo. Es decir, los tratantes serán quienes las esclavicen hasta que no acaben de pagar los costos de traslados, alojamientos, comidas o vestimenta.
El caso del ‘Tren de Aragua’ encaja en este modelo transnacional pues esta banda opera en diversos países de América del Sur y extiende su poder hasta los Estados Unidos, lo que ha llevado incluso al Departamento de Estado de EE.UU., en cooperación con el gobierno de Colombia, a anunciar millonarias recompensas a cambio de información que lleve a la captura de los tres líderes de la megabanda venezolana.
Apenas el pasado 11 de julio se anunciaron recompensas por hasta 12 millones de dólares en el marco del Programa de Recompensas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, a cambio de información que conduzca a la detención y/o condena en cualquier país de los cabecillas: Héctor Rusthenford Guerrero, alias ‘Niño Guerrero’ (hasta 5 millones de dólares), Yohan José Romero, alias ‘Johan Petrica’ (hasta 4 millones) y Giovanny San Vicente, alias ‘Giovanny’, alias ‘Viejo Viejo’, o alias ‘El Viejo’ (hasta 3). El ‘Tren de Aragua’ practica la extorsión, el tráfico de migrantes, la trata, el secuestro y el tráfico de drogas a pequeña escala.
“El fenómeno de las mafias transnacionales, que trafican con mujeres desde países como Colombia, Venezuela o Argentina, se vuelve un crimen difícil de perseguir y requiere de manera urgente la cooperación y acción coordinada entre los países [de la región]”, dice Pattanaik.
Y los países involucrados a lo largo de las rutas deben cooperar: “La situación en la que Venezuela se encuentra está provocando la desesperación de la gente, la situación política es muy complicada, y en esto también hay que entender el papel que desempeña Estados Unidos”, agrega Bandana, quien ha estado con GAATW desde 1999 realizando investigaciones, capacitaciones y trabajando con grupos autoorganizados.
La trata y la regulación del trabajo sexual
La trata sexual está definida en México en la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas como “toda acción u omisión dolosa de una o varias personas para captar, enganchar, transportar, transferir, retener, entregar, recibir o alojar a una o varias personas con fines de explotación”.
En esta cadena hay muchos actores que son parte del delito. “En todas las grandes conferencias contra la trata de personas a veces se hace mucho ruido, y se dice ‘estamos haciendo esto, estamos haciendo aquello, nos hemos adherido a esto y aquello’ […], pero cuando se trata de hacer algo específico, no se hace. No lo hacen”, dice.
Existen hasta varias modalidades de trata de personas, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), pero las más comunes en México son precisamente la trata con fines de explotación sexual, con fines laborales, con fines de servidumbre, con fines de mendicidad, con objeto de extraer órganos, tejidos o componentes del cuerpo humano.
Justicia para Katya: el ‘otro’ feminicidio vinculado a Zona Divas
Según el más reciente informe de la UNODC, “Global Report on Trafficking in Persons” (2022), en nuestro continente las víctimas son predominantemente mujeres sujetas a explotación sexual, y aunque en México no existen datos públicos desagregados y actualizados por modalidad de trata, podemos decir que de 2015 a 2023 nuestro país registró 4 mil 633 mujeres víctimas, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Para atacar la trata con fines de explotación sexual, ya sean mafias criminales locales o ‘webs’ que ofrecen servicios sexuales detrás de las cuales hay una red de tratantes, “se requieren investigaciones sólidas y los tratantes deberían ser castigados. No hay otra manera de hacerlo […]. Pienso que se puede estar trabajando con ahínco contra la trata, y a la vez apoyando a las trabajadoras sexuales [que no son víctimas]”.
Pattanaik entra a uno de los temas más controvertidos y que provoca tensiones en diversos grupos del feminismo: existen, de un lado, quienes apoyan la regularización y legalización del “trabajo sexual” y, del otro, quienes están por la abolición de la prostitución; además están los grupos que pasan por posturas intermedias y con matices.
Tanto Bandana como Brigada Callejera tienen una postura a favor de la regulación: las trabajadoras sexuales pueden ser fuertes aliadas en la lucha contra la trata.
“Nadie quiere ser explotado. Incluso si las personas provienen de un entorno explotador, incluso si lo han sufrido desde la infancia. Si saben que hay otro tipo de vida posible, nadie querría ser explotado. Y siguiendo la misma lógica, nadie quiere ser objeto de trata. Entonces, si las trabajadoras sexuales […] entienden lo que está sucediendo, no consentirán que se les explote. Nadie da su consentimiento para ser objeto de trata. La trata no ocurre con el consentimiento, mientras que el trabajo sexual sí. Así que estas son dos cosas diferentes”.
La activista india con estudios en Literatura Inglesa y Estudios de la Mujer opina que el movimiento feminista se debilita: “A veces las activistas se dividen en torno a estas líneas. Hay quienes están por abolir la prostitución por completo. Pero la trata no se detendrá. Las trabajadoras sexuales también pueden ser aliadas. Pueden luchar. El primer problema es que las trabajadoras sexuales se encuentran en una situación terrible”. Y si ellas no reciben ningún tipo de derechos, ningún tipo de dignidad o respeto por parte de la sociedad, y si la ley no les da espacio, seguirán en una situación de marginación.
“La sociedad en general sigue despreciando al trabajo sexual […]. Las trabajadoras sexuales son ciudadanas, seres humanos con el derecho a vivir con dignidad, y si pudieran unirse para luchar, y exigir creo que sería importante”.
Los grandes delincuentes de las redes de trata quedan impunes
Bandana es muy crítica con varios enfoques que a nivel global se están dando para luchar contra la trata con fines de explotación sexual y con fines de explotación laboral, modalidades que asegura están muy vinculadas entre sí. En esta entrevista para DOMINGA, entrega tres reflexiones sobre el fenómeno.
Primero, será crucial que el mundo en general no siga haciendo la vista gorda ante la situación social, económica y política de gran desigualdad, pues si no se logra atajar esta problemática la trata no se detendrá. “Por la forma en que va el régimen económico global, no creo que la trata vaya a parar nunca” dice.
Magistrado revoca sentencia de trata a ‘El Soni’, fundador de Zona Divas
Segundo, el enfoque que se ha estado adoptando en general es el de crimen y castigo: “‘Estos son los traficantes. Atrápenlos. Estas son las personas objeto de trata. Libérenlos. Ponlos en casas de acogida o envíalos de vuelta a casa’. Pero lo que tenemos que hacer es centrarnos en mejorar los derechos laborales de cada país o, en su defecto, respetarlos”.
Y la tercera reflexión, muchas iniciativas contra la trata a nivel mundial a menudo se convierten en iniciativas contra la migración. Especialmente si hablamos de tráfico transfronterizo: “Cerrar y militarizar las fronteras no va a detener a la gente”, dice.
Bandana Pattanaik aclara que tampoco es que las legislaciones contra la trata no ayuden en nada: son bastante importantes en términos de retórica, pero hay que acompañarlas con procesos policiales y judiciales eficaces, “porque lo que vemos en casi todo el mundo es que las personas que tienen más dinero y más poder nunca van a ser castigadas; y son los agentes más pequeños, los eslabones más débiles, los que son castigados”.
De hecho este es un patrón que se repite a nivel global. “Los grandes delincuentes de las redes de trata quedan impunes. Nunca los atrapan y eso habla mucho de nuestro sistema de justicia”, dice Bandana; y esto no es ajeno a un país como México, donde los niveles de impunidad en materia criminal rebasan el 90% desde hace años.
Finalmente –dice– también la sociedad civil tiene que hacer su parte: “la gente puede ejercer presión. La sociedad civil puede presionar al gobierno para que cumpla su deber”. Y educación, repite. Educación para desmontar el sistema patriarcal y que las mujeres conozcan sus derechos y vivan en países con mayor equidad.
Una esquina de trabajadoras independientes
La noche del jueves 22 de agosto, Bandana Pattanaik hizo un recorrido en una de las zonas donde se ejerce la prostitución en la Ciudad de México, en específico en la calle Violeta, entre Buenavista e Insurgentes. Iba acompañada de Elvira Madrid y otros integrantes de Brigada Callejera.
Justo a un costado de la alcaldía Cuauhtémoc, y muy cerca de la sede nacional del PRI, hay un callejón en el que mujeres y personas trans ejercen el trabajo sexual desde hace tiempo. Ahí, Brigada Callejera suele instalar un puesto para la detección gratuita y rápida de enfermedades de transmisión sexual y VIH, como parte de los servicios de salud sexual que ofrecen entre otras labores, como condones y acompañamiento en la defensa de los derechos humanos.
Chicas jóvenes de melódicos acentos caminan por estas calles esperando a los clientes. El grupo de gente que acompaña la gira de Bandana llega al callejón seguido de varios camarógrafos que realizan un documental sobre el trabajo del colectivo. Un grupo de vigilantes se suben a sus autos y arrancan en cuanto ven las cámaras. “¡Que nadie piense que me voy a quitar de aquí, con este trabajo sostengo a mi familia!”, dice una chica que se acerca al grupo de manera defensiva. Pronto se da cuenta que nadie cuestiona su estatus.
En un puesto de quesadillas frente a un pequeño hotel donde las chicas dan el servicio, otro grupo de mujeres súper jóvenes cena algo. Charlan, ríen. Uñas de acrílico y de gel de colores, minishorts de mezclilla, chamarras toreras de peluche y tenis de marca. Todas con celulares. Todas hermosas y arregladas.
Las patrullas hacen rondines sin molestar a otro grupo diferente de hombres que se han quedado para vigilar sin importarles la presencia de las cámaras. De hecho miran al ‘crew’ de manera retadora y la tensión sube de nivel en el ambiente. Bandana parece ajena al estrés mientras atiende la explicación de una mujer trans que le cuenta la historia de ese callejón, y le explica que la esquina en la que están paradas pertenece a “trabajadoras independientes”.
Un par de hombres muy jóvenes camina cerca del grupo de Brigada con la intención de escuchar de qué van las entrevistas. Sus acentos son también de países como Venezuela y Colombia. Han llegado igualmente como parte de las caravanas que atraviesan el continente y ahora están convertidos en padrotes.
Ese callejón es un micromundo de lo que pasa a gran escala. Ahí tratan de convivir las mujeres independientes que han logrado salir de las redes de trata, y un gran número de jóvenes que se encuentran atrapadas en manos de mafias explotadoras. Muchas ya transnacionales.
Imagen portada: MILENIO.