Los cuerpos ensangrentados de los pistoleros aún mostraban con orgullo las insignias de la unidad de élite del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); la que tenía las mejores armas, la que cuidaba a El Mencho y a su hijo, El narcopríncipe de Jalisco: F.E.M o Fuerza Especial del Alto Mando; publica MILENIO.
Pero eso era sólo una mitad de la historia. La otra mitad estaba en medio de una masa de acero, órganos y piel que quedó desparramada en medio de varios árboles mutilados.
Era el 2 de mayo de 2015, y un día antes, el cártel había derribado la aeronave de las Fuerzas Armadas para evitar el arresto del máximo líder de la organización criminal, Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho. De pistolas a ametralladoras y lanzacohetes: Las armas del cuerpo élite de ‘El Mencho’
¿Qué encontraron en la escena de crimen del helicopterazo?
Cuando las autoridades mexicanas llegaron a investigar los hechos se encontraron con armas de fuego de diversos calibres y tamaños, cuerpos baleados, casquillos percutidos, automóviles y suficiente evidencia para concluir que ahí se desató un infierno entre dos rivales con una inmensa capacidad de fuego.
Según las fotografías, reveladas durante el juicio a Rubén Oseguera González, El Menchito, en Washington, ese día los sicarios del cártel traían un amplio arsenal que constaba de pistolas, rifles, lanzacohetes, rifles de precisión y ametralladoras pesadas.
A todo eso se enfrentaron un par de helicópteros artillados de reconocimiento y dos cougar de las fuerzas armadas. La mayoría, si no es que todos los agentes operativos, desconocían por quién iban.
Después de la batalla, la entonces Procuraduría General de la República (PGR) encontró los cuerpos de nueve pistoleros del cártel. Los restos cosidos a tiros tenían equipo táctico y de comunicación, pero además lucían gorras y cinturones que los identificaban como miembros del cuerpo élite del cártel, tenían gallos dibujados y las temibles siglas: CJNG, pero no se encontró un sólo herido.
Todo el arsenal permitió a las autoridades reconstruir aquel enfrentamiento: Las pistolas son básicas en un cártel, e igual en la unidad que custodiaba a los dos VIP del CJNG. Pequeñas y letales. Colt, Glock y Beretta. Las .38 súper eran de sus preferidas.
Muchas veces personalizadas, con cachas plateadas o incluso completamente doradas. Los rifles también abundaron aquella noche. Los M16, algunos con lanzagranadas incluido y otros no, además de la contraparte, los Ak47 de diseño ruso.
Los rifles, las pistolas y los fusiles eran para la batalla cuerpo a cuerpo. La munición pesada se guardaba para los vehículos.
Había un par de lanzacohetes. De diseño soviético y producción iraní, de acuerdo con un investigador de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) que analizó el número serial durante el juicio.
El arma es capaz de lanzar hasta 900 metros con precisión un cohete que detona al momento de impactar un objeto con la punta. Emite un pulso eléctrico que detona una explosión que incendia todo alrededor; por eso cuando impactó la cola del helicóptero, no hubo mucho por hacer.
El arma más letal era la ametralladora pesada Browning M2, una mole de acero que apenas y podían cargar dos agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) cuando la trajeron a la corte en Washington para que el jurado pudiera ver en persona la monstruosa máquina.
Dispara decenas de balas calibre .50 en algunos segundos, normalmente sujetada al piso o a un vehículo; pero también estaba el arma favorita de los cárteles. Un rifle largo y pesado. El Barrett, un dispositivo de precisión.
Iván Morales estaba en la Policía Federal en ese entonces, y fue uno de los dos elementos que fueron asignados al operativo de ese día. Él sólo pudo observar las balas calibre .50 que los sicarios disparaban desde tierra:
“Las balas que atravesaban eran de grueso calibre, calibre 50, porque atravesaban el casco del helicóptero.”
Hasta que en lugar de balas, les dio un cohete disparado con una RPG, que los derribó y prendió la aeronave en fuego.
Un testigo colaborador del gobierno estadunidense relató que tras la masacre de aquella noche, él fue el encargado de liderar una cuadrilla que levantó la mayoría de esas armas, municiones e incluso a los heridos. Herminio Gómez Ancira, El Indio, ex jefe de policía de Villa Purificación, aseguró que otras 7 personas lo acompañaron en la tarea.
“Lo camuflajeado solo lo ocupaba el equipo de seguridad de El Menchito”, recordó el testigo que además confesó que era parte del equipo de seguridad de la cúpula del CJNG.
Con lo que junto al testimonio de Jesús Contreras Arceo, quien dijo que el cinturón de cargadores que fue recogido en la escena del crimen pertenecía a El Menchito, permitió construir una narrativa que apunta a que ese día, Rubén Oseguera ordenó la agresión para evitar el arresto de su padre.
Imagen portada: Especial / MILENIO