Por Carlos Díaz Barriga
Última vez que se ve en el espejo de Palacio. Para observarse y pensar y decirse… ‘es la última vez’. Y para hacerse el último nudo de la ultima corbata. Será de seda. La magenta con estampados que usó el otro día. Para lucirla con el último traje, el azul cobalto que se puso la semana pasada; y sobre sus mismos zapatos, los de siempre. Los mocasines negros de suelas de goma.
Aparece en el repleto salón ‘Guillermo Prieto’ a las 07:16 horas, con un abrigo corto, negro; un algo más informal que de costumbre Comienza hablando lento, pausado, suave. Si fuera tenor, estaría cantando a media voz. Sus palabras de arranque son cálidas. “Me siento muy orgulloso, muy contento, que atendimos a todos, escuchamos a todos, respetamos a todos, pero le dimos preferencia a los más necesitados”. Eso estaba bueno para el final, pienso. Como para armar el gran cierre que toque fibras.
Pero decide que es es buen momento para “firmar aquí, frente a ustedes, las publicaciones de dos reformas constitucionales de las 20 iniciativas de reformas que envié al Congreso”. Derechos de Pueblos Indígenas y Guardia Nacional. Se le caen los papeles al levantar un folder. Las levantan… “es que así fue nuestra vida pública, caernos y levantarnos”, ataja. Sin que se esperara hace informe general de gobierno, apretado pero completo, con gráficas en indicadores, de poco más de una hora. La única cifra que los asistentes quieren saber, es de la cantidad de tamales en habrá en las ollas.
Pega y pega. ¡Cuál despedida! No se ha ido todavía. “Decían que, si aumentábamos el salario, se iba a disparar la inflación, demostramos que eso era una falacia, una mentira de los tecnócratas, corruptos e ineficientes”. Le revira a Loret sobre los señalamientos a las obras en Palenque. Deja para el final el discurso paralelo que nunca soltó: “la austeridad, lo he dicho varias veces, no es un asunto sólo administrativo, sino de principios. Y hay que practicar la austeridad republicana juarista y también la pobreza franciscana… el poder también es humildad.
Inmediatamente después, lo prometido es deuda: “se van a ‘rayar’ porque vamos a rifar el reloj”. Pecera con los papelitos. Se lo saca un youtubero que corre y tropieza para ir por el ‘guacho’. El Presidente se quita su Momentum japonés, en actitud de quien puede desprenderse fácilmente de las cosas, de quien no tiene apego a ellas. Aunque el Poder, con p mayúscula, no es una cosa. No va a ser fácil. La bandera no se inclinará más ante él, como sucede ante cada saludo a la escolta. Y como no sucede con nadie más.
Y quizá haya un desprendimiento, que en esa dualidad que lo constituye, sea todavía más fuerte: el de su contacto con la gente, los besos, los abrazos, los empujones, el del intercambio de miradas, las frases de ánimo y agradecimiento sincero en lo pueblos más alejados. ¿O le costará más esfuerzo interior la falta de ese golpeteo político que siempre fue el viento de su velero? A saber.
Breve informe sobre la situación por las inundaciones en Acapulco. Y Jesús Ramírez Cuevas anuncia que le tienen regalo sorpresa al Mandatario. Es un video musical con el antiguo tema del siglo XIX de La Paloma a la que ya le han adaptado letras con alusiones políticas, que ya le ha cantado antes Eugenia León en el Zócalo o en la ‘mañanera’. Esta vez aparece además su esposa Beatriz. La combinación del tema con las imágenes… donde él se ve en el balcón de Palacio o sudando con el pueblo… con canas y sin canas, se constituye en único momento emotivo.
Luisa María llora. Varios de sus colaboradores de comunicación social, también. El General Secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y el Almirante Secretario de Marina, Rafael Ojeda, los brazos sobre los costados. ¡Firmes, ya! El Presidente tiene los ojos arrasados. Pero se contiene. Aprieta las quijadas hasta que duelen. Y domina un par de lágrimas que se asoman, pero no se escapan. Es la imagen que queda. ¡Se imprime! En la última frase del video, él habla por él, y dice lo que quisiera decir en este momento ante los 200 periodistas, camarógrafos, fotógrafos y youtuberos presentes… y ante los millones que están viendo la escena en vivo: “Ahora sí, a La Chingada”.
Tres temas del grupo tradicional de son jarocho, ‘Mono Blanco’. El pájaro cú, El Ahualuco y La Bamba. Complacencias musicales; las habrá pedido él mismo. Mientras cantan y tocan, observa con ambas manos metidas en los bolsillos del abrigo, como quien tiene frías. Convivio en los Patios Marianos. El Presidente sale y toma su tenedor de plástico; creo que le tocó uno de zacahuil. Hasta la recámara de Benito Juárez ha de oler a tamales. Hay atole y pan de Oaxaca.
Luego a develar el retrato en la Galería de los Presidentes. Es autoría del pintor yucateco Jorge Ermilo Espinosa. El óleo, con AMLO en el balcón presidencial, con el bastón de mando en una mano y el pueblo a plaza llena. Sus dos elementos. Comparte muro con Enrique Peña Nieto, su vecino a un metro. Y luego Calderón y Fox. Beatriz va por él en pants y tenis de mudanza.
A la hora de la comida, comida. Recibe a los gobernantes Briceño, de Belice; Petro, de Colombia; Lula, de Brasil, Díaz-Canel, de Cuba; Boric, de Chile; Arévalo, de Guatemala; y Xiomara Castro, de Honduras.
A las seis en punto de la tarde se abre el Portón de Corregidora #8. Sale en una Suburban blanca rumbo a su anterior domicilio en la colonia Toriello Guerra de Tlalpan. A las doce de la noche tiene una cita, con el final. Se asoma por la ventana. Va sin reloj. A encontrarse con el tiempo.