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Por Félix Cortés Camarillo

Qué sí, qué no, el Macalacachimba. Lo único que empeora el ejercicio de la demagogia como forma de gobierno, es que se le añadan dósis excesivas de cinismo.

Hagamos un ejercicio de memoria. Hace más de seis años, Enrique Peña Nieto se apresuró a entregar tácitamente el mando del país a su sucesor Andrés Manuel, tour de Palacio Nacional y su bello patrimonio incluído, con gran antelación. Discretamente, el Presidente saliente- como los buenos toreros- “se tapó” para el lucimiento del matador en turno, dejando en el ambiente el sospechoso olor al azufre de las secretas componendas, que al hoy residente en Madrid le garantizaron inmunidad.

Por el momento.

En la transición que hoy culmina, Lopitos transitó por vías paralelas. Por un lado subrayó el respeto irrestricto a la presidente electa para eludir la sospecha de su pretendido proyecto de maximato; por el otro, la arrastró cada fin de semana a una gira nacional de despedida, como los malos toreros que no quieren cortarse la coleta. En la primera crisis internacional del país, se sacudió explícitamente la culpa del pase del desdén que México le dió al rey de España, y aseveró que la decisión fue de la señora presidente. Y pue’ que.

Simultáneamente, y en repetidas ocasiones, Lopitos afirmó que dejaba la política para siempre, con el sarcástico subrayado de que se retiraba a su rancho llamado La Chingada, en el cual no recibirá visitas, ni hará otra cosa que escribir libros de los que no hará presentaciones públicas. A mayor abundamiento, dio a conocer que su esposa la doctora Beatriz Gutiérrez Müeller, que debutó ayer como cantante junto a Eugenia León, se quedará a vivir en la Ciudad de México al lado del hijo de ambos, que supongo ya regresó del ominoso exilio estudiantil en Inglaterra. Eso de ominoso lo inventó Lopitos para todos los que hemos hecho estudios en el extranjero.

Qué sí, qué, no, dice el mambo del Chafirete, que tantas versiones tiene. El personaje que creó mi querido Roberto Gómez Bolaños de la Chimoltrufia, que por fortuna regresó a la tele, lo expresa de otra forma: como te digo una cosa te digo la otra. Lopitos mandó decir a los de La Chingada que no lo busquen por ahora porque se va a quedar en la capital un tiempo indefinido para “aclimatarse”. Supongo que al clima de la Ciudad de México. Cuando hay arraigo, hay arraigo, diga lo que diga el Cara de Foca.

PARA LA MAÑANERA (porque ya amenazó Paco Taibo que las está diseñando): me surgirá un pinche rayito de esperanza, si me confirman hoy martes lo que me dijeron ayer lunes, de que pasando el boato y el sarao ceremonial del cambio de presidente, el primer acto de gobierno de Claudia Sheinbaum será viajar mañana miércoles al estado de Guerrero para darse cuenta de la tragedia que siguen dejando ahí las aguas del huracán John. La presencia de la presidente de la República no remedia nada de por sí: pero su ausencia enviaría, una vez más, un mensaje siniestro de desatención e indiferencia. Andrés Manuel López Obrador no pisó el lodo acapulqueño y los vidrios rotos que dejó el huracán anterior, el Otis. Sus tardías visitas fueron de la ciudad capital a la base naval de Icacos, sobrevuelos en helicóptero y regreso. Forma es fondo, decía don Jesús.

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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