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El hoyo 2. Una reflexión sobre la humanidad

En las profundidades de un abismo vertical, el hambre y la desesperación se tejen en las sombras. El Hoyo 2 no es una simple secuela de la exitosa película de Netflix; es un descenso aún más profundo a las entrañas de la humanidad, donde un sistema jerárquico, aparentemente diseñado para repartir los recursos de manera equitativa, se convierte en un campo de batalla por la supervivencia. Aquí prevalece la desigualdad y la injusticia; publica MILENIO.

“Cada persona hará su propia interpretación de la película, pero es real que se está luchando por un sistema más justo, pero todo se mueve en relación a la condición, contexto y clase social del que vienen los personajes —explicó Milena Smit a MILENIO—. Creo que la verán desde otro lugar y pensarán que es una puta tarada y que para qué se meten en eso, cada uno tendrá su propia percepción, yo solo intento defender un personaje desde mi movida”.

Este mundo distópico, construido en niveles cada vez más hostiles, refleja la realidad de la desigualdad. Cuanto más bajas en el hoyo, más violento se vuelve el escenario y más voraz la competencia por lo poco que queda.

La película ofrece una crítica al sistema de clases que, en su intento por organizar la distribución de recursos (en este caso la comida), acaban deshumanizando a quienes menos tienen. Surgen los saqueos e incluso el canibalismo.

“El concepto fundamental para mí, no solo en esta película, sino como concepto filosófico, es que: si cumpliéramos la condición que nos convierte en humanos, la historia de la humanidad sería la que llevamos escrita —dijo el actor Hovik Keuchkerian—. A partir de ahí, si te has comido mis macarrones, vas a pillar. Y luego todo este debate, coño, que es la responsabilidad que tenemos que asumir cada uno de nosotros por estar vivos. Empatía”.

Y agregó: “Automáticamente nos colocamos en este discurso de la lucha de clases. Y para mí hay un paso previo, si cada una de las 666 personas del hoyo se comiera solo su plato y no quisiera comerse el plato de los demás, ni comerse el que le pertenece a otro por derecho, 666 personas vivirían maravillosamente bien ahí; y no sería un lugar tétrico, ni sanguinario, ni injusto, ni habría ninguna crítica a ninguna clase social”.

La historia da secuencia a la trama que se popularizo en pandemia / Especial
La historia da secuencia a la trama que se popularizo en pandemia / Especial

La primera entrega, que se estrenó en plena pandemia, fue un fenómeno global. El confinamiento llevó a millones de personas a cuestionar la fragilidad de sus propios sistemas sociales. Como señala Milena: “Nos hizo pensar en nuestro entorno —y no solo eso, dice, la secuela le abrió la oportunidad de unirse al fenómeno cultural—: tuvo una enorme repercusión y por eso asumí el riesgo a pesar de lo que demandó a nivel físico y emocional”.

Ficción que cruza por lo real

Cuando de ficción se trata el actor lo sabe en conciencia, pero su cuerpo no, reacciona a los estímulos ficticios como si fueran reales; eso puede afectar la salud física y mental. La película también planteó algunas preguntas sobre los límites entre la ficción y la realidad para su protagonista. Milena compartió cómo esta y otras historias afectaron su bienestar.

«Cometía el error que ha tocado mi salud mental, llevarme el personaje a casa y sufrirlo. No digo que esté mal, muchas veces me ha funcionado, pero quise probar algo diferente” y por ello, con la ayuda de un coach, combinó su trabajo en set con actividades paralelas que la ayudaran a relajar la mente.

“Es verdad que lo que ocurre en el hoyo es muy denso; probé con la equinoterapia, fue el inicio de empezar a cuidar más mi salud mental cuando estoy trabajando con personajes”.

Este comentario resalta el efecto físico y emocional que conlleva trabajar en una película tan visceral como esta.

Hovik confirmó: “El cerebro no entiende por qué en ese momento estamos teniendo esas emociones, es fascinante cuando lo que ocurre genera una emoción como en la vida real, aunque sea mentira. Es vida porque está pasando. Es tan poderoso que el cuerpo cree que es cierto, aunque no sea en la vida real”.

La inmersión de los actores en este mundo distópico y brutal hace que la ficción trascienda la pantalla, convirtiéndose en una experiencia emocional tanto para los intérpretes como para los espectadores. En definitiva, El hoyo 2 no es solo una película sobre un sistema roto; es una exploración del alma humana, de nuestros límites físicos y mentales, y de cómo, ante la adversidad, la lucha por sobrevivir puede sacar lo peor de nosotros mismos.

Imagen portada: Especial

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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