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Restricciones, burocracias y el futuro

Por Carlos Chavarría

Cualquier persona que haya  intentado convertir sus visiones en una realidad concreta sabe que tendrá que vencer un gran número de obstáculos que conspirarán contra sus propósitos. De hecho, el sentido común indica que es necesario que el proceso de planeación considere la más detallada anticipación tanto acerca de los riesgos, lo que puede salir mal, como aquello que se tiene que asumir como una restricción por más positivismo que apliquemos a nuestros razonamientos.

Si pensamos en el cambio como un río, las restricciones serían las rocas que desvían su curso o las raíces que obstruyen su flujo. Son obstáculos que, aunque no impiden el movimiento, lo dificultan y lo hacen más lento. Desde las leyes hasta las mentalidades, todo puede convertirse en una barrera.

Estos elementos actúan como una fuerza contraria a los cambios, una barrera que los inhibe. Son como anclajes al pasado: estructuras, leyes, narrativas, recursos y realidades sociales que limitan nuestro avance. Son singularidades que adoptamos como paradigmas, que hacen suponer que los problemas ya no existen.

Son contrapesos que frenan o desvían el progreso. Imaginémoslos como muros que debemos derribar o como nudos que hay que desatar. Desde estructuras organizacionales hasta narrativas históricas, todos estos elementos pueden actuar como lastres.

La naturaleza impone limites por sí sola, pero nosotros los humanos y los sistemas y aparatos intelectuales de todo tipo que desarrollamos, también pueden representar cotas que podrían superarse de darse ciertas condiciones, aunque algunas parecerán  insalvables,.

Cuando se hace el análisis retrospectivo desde el futuro, de inmediato se atraviesan las limitantes que se deberán de vencer. Lo más actual, desde principios del siglo XXI ya había consciencia que pasaríamos de la economía de los productos físicos a la del conocimiento, sobre todo si se determina como propósito crear, impulsar o encabezar tendencias de cualquier clase.

Por ejemplo, si nos fijásemos como futuro dentro de 50 años desarrollar y ser líderes de una mega tendencia en el uso de la herbolaria como recurso de salud universal, tendríamos que haber instalado una revolución educativa, legal, ética y de investigación científica en los campos como la química, farmacología, medicina, etc., además de luchar contra innumerables intereses.

¿Cómo lograr una revolución creativa en la educación cuando en México, como muchos otros países, es dirigida y administrada casi en su totalidad por los gobiernos nacionales o locales, además de toda una suerte de arreglos y complejidades para mantener la estabilidad política-laboral dentro del sistema educativo?

Cualquier intento de construir futuros alternativos implica por fuerza romper inercias y los poderes burocráticos deben precisamente su permanencia al ser decididamente inerciales. En México, por ejemplo, el concepto de la reforma educativa que implanto Luis Echeverria, que giraba sobre el eje de la educación de masas, diseñado para romper con el perenne analfabetismo mexicano sin importar la calidad, mantiene su influencia todavía en nuestros días, incluso  se acusa peyorativamente de meritocrático cualquier intento de superar la mediocridad como normalidad en nuestra sociedad.

No solo la educación es problema, es crítico pero no el único convertido en restricción. En casi todos los escenarios de futuro profundo ha quedado en evidencia que las burocracias públicas o privadas, no pueden responder con agilidad para construir futuros mejorados. El diseño y operación de nuestras ciudades, la energía, el manejo de agua para consumo humano, los desechos, etc., requieren altas dosis de innovación y aunque exista talento en todas las organizaciones este se ve desgastado y anulado frente a las inercias burocráticas con licencia para matar ideas.

En muchos casos, como por ejemplo CFE y PEMEX, que son lastres institucionalizados y sus inercias protegidas por el estado; pasan a convertirse de restricciones, en peso muerto cuyos costos gravitan sobre cualquier proyecto de futuro alternativo alrededor de la energía.

Las restricciones solo pueden superarse con la verdad, pero la manipulación de esta es una práctica común de muchas organizaciones, de hecho una de las restricciones que aparece claramente cuando se trata de instrumentar el aprendizaje profundo no supervisado (ahora llamado inteligencia artificial) reside precisamente en la aversión hacia la verdad que caracteriza a las instituciones culturizadas en comportamientos inerciales y que se incorpora a las bases de datos sin las cuáles la ciencia de datos no puede existir.

Con el uso de la ciencia de datos surgen patrones atípicos y anómalos que solo encuentran su explicación en el poco aprecio que las sociedades modernas tienen por la verdad y de ahí las dificultades para la implantación de nuevas y mejoradas prácticas que se dirijan a superar las restricciones y elevar el valor del resultado de las organizaciones.

Son cuatro las preguntas básicas que deben responderse para detectar estos pesos muertos de las burocracias: i). ¿Quién se beneficia del status quo, o lo pierde si éste cambia?, ii). ¿Cuáles son las barreras al cambio?, iii). ¿Hay algo que nos esté jalando hacia el pasado, o que suponga un peso muerto en nuestro camino?,iv). ¿Cuáles son las estructuras profundas que se resisten al cambio?

No basta con tener una Presidenta de extracción científica, cuando deberá enfrentar a miles de islas burocráticas a las que se les entregaron sendas concesiones de poder a lo largo de 100 años, primero con el propósito de pacificar una nación y luego de lograr su apoyo para crecer lo que se pudiera.

Toda revolución se evapora y deja atrás solo el fango de una nueva burocracia. El Castillo, Franz Kafka. La burocracia como una metáfora de la alienación moderna y la pérdida de la individualidad.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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