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El presente como origen del futuro

Por Carlos Chavarría

Construir el futuro profundo deseado a partir del presente parece lo mas natural debido a la secuencia entre ambos, pero hacerlo por inercia y sin un diseño deliberado, asumiento escenarios que solo se produciran a partir de los deseos y preferencias bien consensuados, es tiempo perdido como ya la historia de México lo atestigua.

Mexico acaba de alcanzar una concentracion del poder presidencial solo comparable con la que tuvo el viejo PRI en su época dorada del siglo XX durante el ascenso de Miguel Alemán. En aquellos tiempos estaba todo por hacer en un país semidestruido por las luchas “revolucionarias”. Nosotros somos hoy el futuro lejano de aquel presente, con una nación y un mundo muy diferentes, país que no se planeó y que todavía enfrenta retos y carencias muy serias en todos los órdenes.

El escritor Eduardo Galeano afirma en una conocida cita que «la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar». La utopía y es la fuente de toda esperanza y sin ésta no tiene sentido abordar el problema del diseño del futuro profundo.

Gracias a la internet cada minuto atestiguamos señales de que el arquetipo de futuro que pareciera que apreciamos será el distópico. En un video difundido hace un par de días se observa cientos paracaídas cargados con alimentos, se dejan caer sobre una zona de Gaza, esa sección se encuentra bajo asedio militar de Israel y Hezbolá. Israel buscando terminar de cobrar su retribución por el ataque e invasión de Hezbolá de Octubre de 2023, que asesino a más de 1000 judíos, y los segundos, continuar su larga “guerra santa”. Poco después en el video referido se pueden apreciar en el horizonte misiles de ambos bandos explotando sobre las ciudades y su población. ¿Alimentos y bombas? Aberrante.

Mercenarios de todas partes del mundo se contratan con Rusia y Ucrania para la danza sangrienta de una guerra que nadie parece querer terminar. Al mismo tiempo, se procuran abrir vías de comunicación para que siga el comercio vital de fosfatos para el mundo. Pragmatismo político insultante de los principios éticos.

Trump Y Kamala Harris amenazan con expulsar a millones de migrantes indocumentados mal pagados y que viven bajo persecución en los EEUU, migrantes que contribuyen a su sistema de precios positivamente y todo con la intención de golpear a la economía de otros países vistos ahora como competidores como China, sin importar que el efecto será de más inflación para los propios estadounidenses.

Al mismo tiempo que esta lucha por “controlar” la migración se apresura, nada se ha propuesto para lograr un equilibrio entre el envejecimiento y la tasa de reposición de las poblaciones, y el modelo de futuro preferible y deseado.

En México estamos sumidos en una guerra contra el crimen organizado que obtiene su energía del enorme mercado que significa nuestro principal socio y vecino, guerra (prohibición de la oferta) que data desde el año 1973 (Nixon) y se anuncia una nueva estrategia que bajará la densidad de la geografía criminal que hoy presiona a 10 cuidades, pero sin atacar  la causa raíz de la demanda de estupefacientes.

La economía internacional  y las domésticas como la de México siguen sin crecer y pensamos que ayudará trabajar menos horas, a sabiendas de que se pagará con mas inflación, dejando fuera fijar una política industrial, económica y de empleo clara y que incentive la inversión.

Las ciudades más importantes como Monterrey, Guadalajara, y la Cd México continúan en la senda del colapso de su infraestructura pública y a pesar de la enorme cantidad de recursos que reciben, sus autoridades gastan un tiempo valioso metidos en una lucha política sin pies ni cabeza donde todos brincan de partido en partido y de vestiduras ideológicas sin vocación de futuro.

El patron del ciclo del agua se alteró por el cambio climático y lo ha convertido, según la ruleta de la naturaleza, en aliado o agresor de nuestras ciudades, mientras los politicos de la nueva generación en Nuevo Leon, informan que ya se resolvió el abasto de agua para seguir la expansion de minicasitas por todo el estado.

Este es un apretado resumen de nuestro moderno presente, ahí están las señales de la distopía y si preguntamos nadie lo desea, pero la sequía de líderes con principios y visión del futuro profundo que padecemos desde el siglo XX, así como la prosociablidad cada vez más débil debería impulsarnos a cuestionarlo todo en el entorno de lo humano, no hacerlo y suponer que  todo es optimista con esta modernidad es absurdo.

La esquizofrenia colectiva que estamos viviendo, evidenciada en un mundo distorsionado, pleno de incongruencias y contradicciones difíciles si no es que imposibles de justificar, no puede ser la base para ningún futuro preferible.

No se debe olvidar que la modernidad significó para el mundo alcanzar grandes logros, como la globalización del comercio y las relaciones, y produjo en el conjunto del planeta grandes avances sociales, económicos y políticos. Hasta determinó un progreso moral, como lo ha sido la extensión de los Derechos Humanos, aunque nunca hayan llegado a su disfrute más de un exiguo tercio de la humanidad.

Pese a esos logros, parece que la modernidad se ha derrumbado. Las pruebas de ese desplome se aprecian por doquier actualmente. Quizá esto se haya debido también a que los ideales filosóficos y políticos de la Ilustración nunca fueron unívocos, y de ahí sus ambigüedades y su quiebra final.

Un ejemplo de nuestro fracaso es la pérdida de características muy normales en la sociedad: las palabras “orden y disciplina” hoy son aborrecidas y muchas veces ninguneadas, sin contar que los países desarrollados se basan en esas dos características.

Ejemplos emblemáticos de orden y disciplina se observan en el deporte, la ciencia y en la música, pero al parecer existe una sociedad que confunde la disciplina y el orden con opresión y sometimiento o, peor aún, se conforma con un corazón en las redes sociales.

Es más que claro que como sociedad hemos caído en una esquizofrenia colectiva y hemos reemplazado las mejores cualidades de la sociedad por creencias delirantes, prefiriendo aislarnos en nuestros propios grupos de redes sociales con los cuales nos sentimos cómodos. Para soñar una sociedad hay que establecer una idea sobre el presente y futuro de la misma y con trabajo, orden y disciplina buscarlo.

Otra característica de nuestra sociedad es la sobre información y la tecnologización; síntoma que se observa en muchas personas, donde pese a disponer de estudios y datos estadísticos, las personas optan por un negacionismo incomprensible impulsado por el sesgo y la confianza infundada en que el  feudalismo tecnológico resolverá todo problema.

Esa característica es muy propia de quienes que no reflexionan, extendiendo mentiras y logrando pérdidas de oportunidades por no escuchar o simplemente tirar la basura bajo la alfombra. Muy por el contrario, la crítica debe ser observada como una oportunidad de mejorar, pero la sacrificamos por banales proclamas cortoplacistas supuestamente bienhechoras.

Hemos expulsado a los principios altruistas y la moral prudencial de nuestras vidas porque son incómodas, pero creemos ciegamente en improvisadores iletrados como nuevos propietarios de verdades alternativas y al gusto.

Esta necedad global solo desaparecerá como en las tragedias griegas, después de una catarsis, pero la purificación que precede a la salvación requiere un sufrimiento en grado sumo. Y más pronto que tarde nos puede alcanzar y cortarnos el futuro.

«La mente moderna está en completo desorden. El conocimiento se ha extendido hasta el punto en que ni el mundo ni nuestra inteligencia pueden encontrar ningún punto de apoyo. Es un hecho que estamos sufriendo de nihilismo.» Albert Camus (1963). “Carnets: 1942-1951”. Albert Camus defiende la resistencia y la rebelión incluso ante el mayor de los riesgos: que la lucha no llegue jamás a su fin y que el sentido de un mundo humano libre y justo permanezca utópico.

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Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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