La polémica alrededor de los huesos de Cuauhtémoc y de Hernán Cortés, desde la perspectiva de Diego Rivera, llevaron al curador Luis Rius a concebir un guion curatorial tras una ardua investigación. El resultado, la exposición Sobre los huesos de Cuauhtémoc y de Hernán Cortés en el Museo Mural Diego Rivera; publica MILENIO.
El investigador dice en entrevista con MILENIO que su interés en el tema surgió luego de observar la manera en la que Diego Rivera representó a Hernán Cortés, en contraposición a la forma en la que pintó a Cuauhtémoc. “Una vez que la arqueóloga Eulalia Guzmán encontrara sus restos, el artista lo pintó guapísimo, es casi como Dolores del Río en hombre”.
El historiador del arte recuerda que se planteó: “qué raro que Cortés sea un monstruo y Cuauhtémoc un divo, entonces me puse a estudiar qué había pasado, por qué Diego Rivera tenía esa visión y eso me llevó a los temas de los descubrimientos de los huesos de Hernán Cortés, en 1946, y al hallazgo de la osamenta de Cuauhtémoc, que se registraría tres años después, en 1949”.
Fue así que se percató de los efectos que tuvieron estos dos acontecimientos tanto en la obra como en el pensamiento de Diego Rivera.
“Advertí que mientras que los huesos de Hernán Cortés al parecer son auténticos y los de Cuauhtémoc entraron en un acalorado debate y oficialmente se decretó que no eran, eso provocó en Diego Rivera una furia brutal; como aliado de Eulalia Guzmán sostiene que sí correspondían al último tlatoani mexica”.
Como su pensamiento era anticolonial, apoyó la tesis del criminalista Alfonso Quiroz Cuarón, quien al revisar los restos de Cortés determinó que era un monstruo que tenía marcas de sífilis, por esa razón es que Rivera lo pinta como una persona decrépita en su obra mural en el Palacio Nacional y en el Teatro de Los Insurgentes.
“A partir de eso y de estudiar esos trazos iba descubriendo que en realidad el debate de la mexicanidad fue algo muy amplio a mediados del siglo XX”.
La exposición, integrada por pinturas, esculturas, grabados, dibujos, y libros, trata de esas visiones encontradas sobre la Conquista de México y sobre el mestizaje, “las cuales siguen muy enconadas hasta nuestros días, como lo expresaron el propio Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Alfredo Zalce, González, Camarena y José Chávez Morado, ademas del escritor Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura 1990 y Luis Villoro. De hecho de ahí viene también la novelística de Juan Rulfo”.
“Me interesa presentar la obra y que esta obra convenza directamente a los espectadores. Primero que nada que invite a la reflexión, que haga preguntas al encontrarse de pronto con una obra contemporánea, con el biombo de Gustavo Monroy y que la gente diga ‘caray, por qué toma un biombo de la conquista virreinal y lo reinterpreta con el Chapo Guzmán y sus matanzas’. Que puedan descubrir cómo el presente siempre se conectan con con el pasado”.
—¿Qué opinión le merece que el expresidente Andrés Manuel López Obrador exigiera al rey de España pedir perdón por las atrocidades de la Conquista y lo secunde la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum?
Que sigue siendo una memoria liberal, me parece que obedece a esta herencia que tenemos. Se demuestra que es un conflicto que sigue en carne viva, es decir, tanto el expresidente como la presidenta están señalando la presencia de heridas abiertas, porque si no, no se pediría esa disculpa, las mismas heridas que encontramos en las esculturas de Jorge Ismael Rodríguez y Germán Venegas.
“Esto a mí se me hace muy interesante porque seguimos anclados en la historia y demostramos que el pasado está presente, encarnado en una herida”.
La exposición, detalla el curador, la dividió en diversos núcleos temáticos: El primero es el anticolonialismo de Diego Rivera, entendido también como una herencia liberal del siglo XIX.
El segundo núcleo se refiere a los huesos de Cuauhtémoc y Hernán Cortés y todo lo que se deriva de esta polémica y los efectos que tiene sobre todo en Diego Rivera.
El tercer núcleo aborda las interpretaciones acerca de la Conquista, durante la primera mitad del siglo XX y hasta los años 70. Ahí el público se enterará que el debate sigue vivo, que se ve como una herida abierta.
En el cuarto núcleo se reflexiona alrededor del mestizaje desde la cultura, la filosofía, la literatura y por supuesto, desde el arte, un tema completamente idealizado, como se observa en las producciones de los posters publicitarios que pintaban a los indígenas blancos y casi rubios.
En el quinto núcleo se pone énfasis en los diseños, los almanaques y la publicidad, que también trabajó el tema del mestizaje.
En el sexto y último núcleo se ofrecen las visiones contemporáneas de la Conquista y el mestizaje y aquí se exponen visiones de artistas como Daniel Lezama, el mismo Gustavo Monroy y Germán Venegas.
“Nuestro objetivo es abordar esta situación en el terreno del arte y de la cultura, pero sí queremos abrir la plataforma para que se dé el debate, porque es muy interesante”.
Imagen portada: Javier Ríos / MILENIO