Por Félix Cortés Camarillo
La primera acepción que de la palabra terrorismo da la Real Academia de la Lengua Española, es la de “dominación por el terror”. La segunda es más explicita: “sucesión de actos de violencia ejecuados para infundir terror”. La tercera reza así:”actuacion criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado pretende crear alarma social con fines políticos”.
Con la relativa excepción de las tres últimas palabras, la definición se ajusta perfectamente a la situación que diferentes zonas de México están viviendo, con autos bomba, bloqueos, balaceras prolongadas, muertos por todos lados, emboscadas, cuerpos descuartizados e intimidación, para obligar a la población a que no salga a las calles, el comercio no se ejerza el orden o el transporte no exista y las escuelas sigan cerradas. La alarma social por medio del terror.
La historia viene de Grecia: Ares, fue hijo del mismísimo Zeus, el mero chipocludo del Olimpo, y de Hera, que a más de ser su hermana fue su esposa (ansina eran ellos), y madre de algunos de sus hijos. Ares, a quien después en Roma llamaron Marte, era fuerte, bravo y pendenciero y se relaciona hoy con el signo de Aries. Se convirtió en dios de la guerra y amante de Afrodita, la diosa del amor, poniéndole el cuerno a Hefesto, un vejete feo y cojo, a su vez dios del fuego, la forja, los metales, artesanos y escultores. Entre los ocho hijos de Ares y Afrodita destacan los gemelos Fobos, dios del miedo (de ahí las fobias) y Deimos, del terror. En las batallas acompañaban a su padre, y primero aparecía el miedo y como pitcher de relevo taponador, el terror.
Pasado este breviario cultural, se entiende que el terror es la etapa superior del miedo y que tiene como objetivo la desestabilización total de los grupos sociales, por el motivo que sea. A eso se debe que muchos mexicanos estemos convencidos de que el terrorismo está operando ya en nuestro país.
Muchos, menos los dos más importantes. La señora presidente Sheinbaum y el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch. El señor secretario subraya precisamente las tres palabritas de la definición de terrorismo citadas arriba “con fines políticos”. Tanto él como su jefa, insisten en que los grupos del crimen organizado carecen de ideología, y que su motivación es simplemente la disputa de territorios para sus negocios. Yo creo que toda sacudida a un régimen establecido tiene a fin de cuentas consecuencias políticas, si no es que raíces o patrocinadores de ese cachete.
De cualquier manera, la insistencia del gobierno federal negando la naturaleza terrorista de lo que nos está pasando, tiene una justificación, o al menos una causa. Las elecciones del martes 5 de noviembre en los Estados Unidos, cuyo resultado hoy es prácticamente imposible de predecir. De lo que podemos hablar es de sus probables consecuencias, en el caso de que Donald Trump se haga de la presidencia de los Estados Unidos.
Tampoco estoy seguro de que lo cumpla, pero Trump ha vociferado repetidamente que como presidente, calificará formalmente al narcotráfico en México como organizaciones terroristas. Y no se trata de una mera cuestión de nomenclatura. El gobierno de los Estados Unidos, ya ha dado muestra de ello con la muerte de Osama bin Laden y Ayman az-Zawahiri, se atribuye el derecho de combatir directamente y por cualquier medio, incluso la incursión de tropas en otro país, para desarticular totalmente el terrorismo.
Y la amenaza fue escuchada en Palacio Nacional.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (mientras se aclara si son peras o las sámaras de los mismos olmos de antes): Hace 35 años, en agosto de 1989, los hermans Joseph Lyle Menendez de 21 años, y Erik Menendez de 19, mataron con sendas escopetas a mansalva y corta distancia a su padre José y a su madre Kitty. Confesos, su abogada fincó la defensa en el testimonio de ambos de haber sido sexualmente violados por su padre de manera brutal permanentemente desde su infancia, haciendo germinar una semilla de odio en ellos. Pese a todo, en segunda instancia, ambos fueron condenados a cadena perpetua. Durante estos 35 años, el caso ha sido tema de segmentos, películas, entrevitas, documentales, libros y series de televisión. Hace un par de meses, Netflix comenzó a transmitir una excelente serie con toda la historia. Todo ese interés ha reanimado la idea de someter a los hoy hombres adultos a un nuevo juicio; cuentan con una gran simpatía, especialmente de los jóvenes norteamericanos que los consideran víctimas. Es muy probable que salgan,