Por Félix Cortés Camarillo
Segundo piso, ascensor. No hay portero ni vecinos. Adentro coktail y amor. Luisa María Alcalde, presidente nacional de Morena, define el segundo piso de su partido: “institucionalizarse”.
Eso no quiere decir, como podemos pensar algunos, que el movimiento que inventó Andrés Manuel López Obrador asuma las condiciones que definen a un partido político real; en pocas palabras eso significa tener un fundamento ideológico que sea su columna vertebral, una definición programática que estableza sus fines y una estructura formal que defina la conducta de sus integrantes. Nada de eso contempla quien fuera secretaria de gobernación hasta hace poco: la institucionalización de Morena consiste en hacer que perdure el legado de López Obrador por mucho tiempo, generaciones, vaya.
No se le puede acusar de falsedades. Por el contrario, esa actitud de vocación dinástica explica perfectamente la sorpresiva designación de Andy López Beltrán como capo organizativo del ente, a pocos días de que su padre dejara la presidencia de la República.
La joven política tiene muy clara la necesidad de aumenar su padrón, tarea que conducirá el hijo del ex presidente, a partir de comités distritales en todo el país. De ser un movimiento al que se acercaron prístas frustrados de sus dirigentes y en busca de posiciones de poder, se pretende armar, negándolo explícitamente, una nueva versión del PRI con su amplia red de organizaciones regionales. Se trata de dejar de ser una pandilla chilanga para reorganizar la estructura de credencialización. Para ello, según Luisa María, quien tiene una larga trayectoria de agitadora política juvenil, todo aspirante a unirse a la renovada Morena tendrá que aceptar cien compromisos que nadie conoce y un decálogo de principios que podemos adivinar, derivado del discurso de Lopitos que tivmos que escuchar por casi seis años.
Todo está a media luz. Es la mejor atmósfera para el amor y la conspiración. Especialmente si se realiza desde la comodidad de un poder que en cuestión de días hará realidad el prometido golpe de Estado tecnico: consolidará no solamente la supeditación de los poderes legislativo y judicial a un ejecutivo de mano firme y leal a Lopitos.
No debe ser éste tiempo de lamentaciones. Lo único que deberíamos estar pensando en edificar es una oposición seria, comprometida y honesta, en un país que no se caracteriza precisamente de personajes de firme perfil y potente liderazgo. El mejor ejemplo es el relevo en la dirigencia del PAN, único partido serio que sobrevive a la batahola en que nos encontramos. Tan malo el pinto como el colorado.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (mientras son peras o son sámaras, fruto de agradable vista, pero vano, del mismo olmo): Más tardó el gobierno del mentirosillo gobernador de Nueo León, Samuel García, en filtrar su intención de aumentar la tarifa del transporte público en la zona capitalina de 13 a 21 pesos por viaje, que en descalificarla. En un estado en que los trabajadores tienen que tomar dos o tres camiones para ir de su casa al trabajo, el plan era criminal. Cierto, el argumento es que sólo con 21 pesos de cuota salen los gastos de combustible, reparaciones, salarios y demás para los concesionarios. Pero el transporte público es una entidad de servicio público, o un negocio como cualquier otro.