Elon Musk y otros millonarios tecnológicos están detrás del triunfo de Donald Trump. ¿Cómo es que aquellos que iban a cambiar al mundo terminaron abrazando al candidato republicano?
Por Mael Vallejo
El anuncio todavía no era oficial pero la prisa por felicitarlo era evidente. En cuanto los medios comenzaron a informar del triunfo de Donald Trump, los multimillonarios tecnológicos de Silicon Valley salieron en estampida a felicitarlo. Jeff Bezos, de Amazon; Mark Zuckerberg, de Meta; Tim Cook, de Apple; y, sobre todo, Elon Musk, de Tesla y SpaceX. Aquellos que lo criticaron hace cuatro años, por el asalto de sus seguidores al Capitolio, celebraron su victoria; publicó MILENIO.
“Grandes felicitaciones a nuestro 45º y ahora 47º presidente por una extraordinaria remontada política y una victoria decisiva”, dijo Bezos. “Felicidades al presidente Trump por una victoria decisiva. Tenemos grandes oportunidades por delante como país. Ya deseamos trabajar con usted y su administración”, escribió Zuckerberg. “Ha vuelto a amanecer en Estados Unidos”, apuntó Musk, lo que se leyó incluso como un triunfo propio.
Hace 20 años, las cosas eran distintas. A principios de los 2000 internet era un terreno casi virgen, libre y salvaje, moldeado por jóvenes idealistas que creaban sitios y plataformas digitales desde sus garajes y cuartos de universidad. Las famosas startups que definieron nuestra época. Tenían ganas de cambiar al mundo –además de ganar dinero– y convertirlo en un lugar mejor, más conectado y menos desigual. Hoy convertidos en multimillonarios cuarentones y cincuentones, no sólo han dejado de lado sus ideales revolucionarios; tras la victoria de Trump tienen ya un lugar asegurado entre quienes tomarán las decisiones políticas y económicas del (aún) país más poderoso del mundo.
La elección presidencial de Estados Unidos dejó claro que los tecnomillonarios de Silicon Valley y sus seguidores –los technobros, los cryptobros y demás bros de la fauna digital– tienen más poder que nunca. Y lo usarán a su favor para evitar regulaciones que comprometan sus plataformas y monedas digitales, que impongan impuestos a su riqueza o les impida obtener contratos y utilizar a su antojo el derecho a la “libertad de expresión”.
El gran estandarte de estos oligarcas ha sido Elon Musk. El hombre más rico del mundo, quién no sólo pagó millones de dólares para apoyar a Trump, también utilizó su influencia política y financiera y convirtió a X –la poderosa red social Twitter, que compró en 2022 y a la que le cambió el nombre– en una cámara de eco a su favor. Pero Musk es apenas la punta del iceberg.
Otros empresarios, apoyados por influencers y podcasteros cercanos a los techbros –como Joe Rogan, Theo Von y Adin Ross–, crearon una red de apoyo financiero y mediáticosin la cual sería imposible entender el triunfo del republicano. En los siguientes años será difícil desvincularlos de las políticas públicas que regulan las criptomonedas, la inteligencia artificial y el mercado de valores, así como contratos militares de tecnología de defensa, espacial y satelital.
Este grupo decidió que los demócratas, las agencias reguladoras, un Estado fuerte y con límites ya no funcionaban para sus planes y apoyaron al candidato que representaba ese caos libertario. Silicon Valley pasó de ser el lugar de las utopías a tomar control político de Estados Unidos.
El efecto Elon Musk en las elecciones
Elon Musk es el CEO y accionista mayoritario de empresas como Tesla, SpaceX, la firma de ciencia cerebral Neuralink, la constructora de túneles The Boring Co. y la empresa de inteligencia artificial xAI, además de X. Fue un factor esencial para que Trump ganara. No sólo gastó más de 119 millones de dólares para apoyar su campaña, estuvo presente como orador en sus mítines e hizo de X un espacio que se inclinó a favor de Trump.
Su narrativa ha sido radical. Apenas en octubre dijo que “el destino de la civilización occidental” dependía de que Trump volviera al poder. También dijo que su participación en las elecciones aumentaba drásticamente su riesgo de ser asesinado. “Dedicarme a la política no es algo que quiera hacer. No deseo morir pero es tanto lo que está en juego, que siento que no tengo más remedio que formar parte de esto”. Por supuesto, estos apoyos no son desinteresados.
Donald Trump le ha correspondido y ahora formará parte del gabinete, junto con Vivek Ramaswamy al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, que eliminará gastos innecesarios en el próximo gobierno.
En su discurso tras la victoria, Trump le dio un lugar principal: “Tenemos una nueva estrella, ha nacido una estrella: Elon. Es un tipo increíble. Estuvimos sentados juntos esta noche. Pasó dos semanas en Filadelfia, en diferentes partes de Pensilvania, haciendo campaña”. Semanas antes, en otro discurso de campaña, le dijo: “Por eso te quiero, Elon”.
El día posterior a las elecciones, las acciones de Tesla subieron más de 15%. Analistas creen que Trump podría destrabar la aprobación que se necesita para comercializar el software de asistencia al conductor de Tesla–de conducción autónoma total–, a pesar de que se requiere supervisión humana. Una nota de CNN señala: “Hasta ahora, las funciones existentes de asistencia al conductor de Tesla, conocidas como Autopilot y Full Self-Driving, son investigadas por las agencias reguladoras federales de seguridad, después de una serie de accidentes relacionados con el uso de esta tecnología […]. En este gobierno, esas investigaciones podrían desaparecer lentamente”.
No es la única pelea legal que Musk tiene con el gobierno y sus agencias regulatorias. De acuerdo con un recuento que hace NBC News, el empresario ha tenido al menos 19 batallas legales con el actual gobierno de Joe Biden y 10 de ellas están en curso. Desde un refugio de vida silvestre que se encuentra en Texas, cerca de un centro de lanzamiento de SpaceX, hasta un presunto acoso racial en una fábrica de Tesla en California. Por lo que su buen término posiblemente terminará en manos de la administración de Trump.
Musk no siempre había apoyado a políticos de extrema derecha. De hecho, días antes de las elecciones presidenciales de 2016, dio una entrevista a la CNBC donde dio un apoyo tibio a Hillary Clinton, diciendo que sentía que Trump no era “el tipo adecuado”. Y hasta hace cinco años, Musk se autodenominaba centrista y “políticamente moderado”. Incluso cuando compró X declaró que “para que Twitter merezca la confianza del público, debe ser políticamente neutral, lo que significa molestar por igual a la extrema derecha y a la extrema izquierda”.
Este cambio de directriz deriva de lo que él y su grupo ven como intentos fallidos de los gobiernos demócratas por restringir su visión del mundo y lo que pueden o no hacer con sus empresas. The New York Times Magazine ha explicado bien cómo Musk y otros líderes de Silicon Valley se ven a sí mismos como visionarios y que “los cientos de miles de millones de dólares que acumularon por el camino no hicieron sino confirmar la importancia de su misión y validar su capacidad única de llevarla a cabo”.
Pero desde el año pasado Musk utiliza cada vez más su propia cuenta para viralizar teorías de la conspiración, hacer declaraciones antiderechos contra lo que considera una invasión woke y, sobre todo, para apoyar a Trump y atacar a los demócratas. Lo que publica o con lo que interactúa suelen ser rumores no verificados o falsedades absolutas. Este cambio es visible desde estas elecciones, pero las causas vienen de años atrás.
De acuerdo con The New York Times, empezó con los cierres de sus plantas de Tesla en California durante la crisis del COVID-19, que Musk describió como “fascistas”. Después vino lo que consideró como un desplante de la administración Biden al no invitarlo a una reunión en la Casa Blanca donde se hablaría del futuro de los vehículos eléctricos.
En 2021, se mudó de California (estado demócrata) a Texas (bastión republicano), donde comenzó a rodearse de un círculo menos cercano al liberalismo de Silicon Valley. La decisión de uno de sus hijos de transicionar de género hizo que se volviera aún más conservador. Después del proceso que tomó su ahora hija Vivian –y de optar por utilizar el apellido de la madre–, Musk dijo: «Mi hijo Xavier está muerto, asesinado por el virus woke”.
J.D. Vance y sus impulsores tecnológicos
La prueba más clara del apoyo de Silicon Valley a Donald Trump es su vicepresidente, J.D. Vance. Los tecnomillonarios lo colocaron en la Casa Blanca para asegurarse de que el nuevo gobierno cumpla con las promesas hechas.
Antes de entrar a la política, Vance era el CEO de una empresa de capital de riesgo muy ligada a fondos de inversión relacionados con empresas tecnológicas. Fue Peter Thiel, uno de los mayores inversores de Silicon Valley –estuvo con Musk en PayPal y también invirtió en etapas tempranas de Facebook, Spotifyo Airbnb–, quien lo llevó al Partido Republicano. Es un empresario libertario que asegura que la democracia no debería existir.
Thiel apostó por Trump desde 2016, cuando donó 1.25 millones a su primera campaña presidencial y se convirtió en un asesor muy cercano, incluso cuando nadie lo respaldaba. Es uno de los ideólogos de Trump y su primer enlace con la gente de Silicon Valley.
Vance dejó su empresa en 2022 cuando, a través del cabildeo de Thiel –le presentó personalmente a Trump en Mar-a-Lago y gastó 15 millones de dólares en la campaña–, fue elegido senador con apenas 30 años. Ahí impulsó ladesregulación de las criptomonedas y la inteligencia artificial, además de la disolución legal de Google, dado que muchos de los empresarios de su grupo consideraban que se había convertido en un monopolio. Puso sobre la mesa política todos los temas que son importantes para los tecnomillonarios.
Cuando Trump consiguió obtener la nueva candidatura republicana, Vance estaba en su lista de posibles candidatos a la vicepresidencia, pero el exmandatario tenía una gran deuda debido a sus gastos legales –aún tiene cuatro causas penales abiertas– y necesitaba a algún compañero de fórmula que le ayudara a recaudardinero. Vance parecía no ser esa persona, dado el poco tiempo que llevaba en la política, pero los tecnomillonarios –encabezados por Thiel– llegaron a su rescate. Hoy Trump tiene a uno de ellos en la vicepresidencia del país y su influencia sólo seguirá creciendo.
Esta semana el hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr., dijo que no formará parte del gobierno de su padre, sino que se unirá a 1789 Capital, una empresa “antiwoke” de capital de riesgo. El anuncio lo hizo en una reunión organizada por Rockbridge Network, una red de empresarios tecnológicos que apoyaron la campaña republicana, de la que Vance es cofundador.
Terminó el idealismo de Zuckerberg
Incluso tecnoempresarios que forman parte del Top 10 de los más ricos del mundo han decidido ceder ante los deseos de Trump y el grupo que hoy representa Vance. Por ejemplo, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, quien durante más de una década tuvo una postura a favor de los derechos humanos, la igualdad y que la información que circula en internet fuera real y fidedigna, hoy ha decidido seguir el camino de los republicanos que cuestiona la supuesta libertad de expresión y la censura en internet.
Hasta hace menos de una década, Zuckerberg había donado parte de su fortuna (casi 400 millones de dólares) para promover el voto por todo Estados Unidos. También había creado fundaciones para ayudar a que migrantes indocumentados tuvieran acceso a la ciudadanía en ese país o a incidir en temas como la legalización de las drogas y reducir el número de personas detenidas en las cárceles. Escribía columnas en periódicos y revistas sobre justicia social, desigualdad o la necesidad de defender la democracia. Zuckerberg era un idealista con ganas de cambiar al mundo.
Sin embargo, tanto demócratas como republicanos lo acusaron a él y a sus plataformas de incidir en temas electorales, de “censurar” discursos políticos y permitir la propagación de desinformación –desde ambos bandos– que se hizo viral. Así que en las últimas elecciones ha decidido ser “neutral” y dejar de apoyar esfuerzos a favor de la democracia o los derechos civiles. Y en estas elecciones, según dijo a Bloomberg, sus plataformas digitales mostraron “menos contenido político a los usuarios”. En un evento en vivo del podcast Acquired, realizado este año, se refirió a sus “épocas activistas” como un error: “Nos va a llevar otros 10 años […] superar por completo ese ciclo antes de que nuestra marca vuelva a estar en el lugar que podría haber estado si no hubiera metido la pata”.
Y aunque en el pasado ha tenido encontronazos con Trump, no tardó en felicitarlo tras su triunfo. Meses antes, cuando sufrió un intento de asesinato en Pensilvania, dijo a Bloomberg: “Ver a Donald Trump levantarse después de recibir un disparo en la cara y levantar el puño con la bandera detrás es una de las cosas más impresionantes que he visto en mi vida”. Según The New York Times, Zuckerberg habló con Trump por teléfono “en dos ocasiones durante el verano, una decisión que algunos han descrito como un intento de reparar una relación tensa desde hace mucho tiempo entre los dos”.
Así están las cosas con Jeff Bezos
Algo similar sucede con Jeff Bezos, fundador de Amazon y dueño del diario The Washington Post. Él y Trump han mantenido una confrontación abierta en redes sociales, declaraciones a medios e incluso legales. En 2019 Amazon demandó a la administración de Trump por haber perdido un contrato de almacenamiento de datos en la nube de 10 mil millones de dólares por esta animadversión hacia Bezos.
Un par de semanas antes de las elecciones, Bezos decidió que The Washington Post no daría su respaldo explícito a Kamala Harris, del partido demócrata, como lo esperaba su audiencia y sus periodistas. Esto provocó un escándalo tras el cual renunciaron columnistas veteranos, el diario perdió al menos 250 mil suscriptores (10% del total) y exdirectivos, como el legendario Marty Baron, dijeron que era un acto cobarde.
El mismo día que decidió no dar ese apoyo, directivos de su empresa aeroespacial Blue Origin se habían reunido con miembros del equipo de Trump. La empresa tiene un contrato de 3 mil 400 millones de dólares con la NASA para construir un módulo de aterrizaje lunar. Bezos dijo que era solo una coincidencia, pero tras el triunfo de Trump también se apresuró a felicitarlo y desearle “todo el éxito para liderar y unir al Estados Unidos que todos amamos”.
Los jóvenes idealistas se convirtieron en tecnomillonarios que hoy buscan que el Estado deje de regularlos y ya tienen un acceso sin límites al poder de un presidente como Trump, quien tiene muchas deudas que pagar con ellos. No deberá sorprendernos que esta administración beneficie a las empresas de tecnología robótica, armamentista, de inteligencia artificial y espacial. Los creadores de la supuesta utopía de este siglo la cambiaron por dólares en su bolsillo; reportó MILENIO.
Imagen portada: MILENIO.