Por José Jaime Ruiz
Si mi cartón no coincide con la realidad, peor para la realidad. Negacionistas, vivir en el error, banalidad estereotipada. Olvidaron ser interlocutores, son locutores, acaso propagandistas de la vacuidad, de la sinrazón, del sinsentido. Derrotados, ensalzan su decepción hasta el absurdo; no sólo destrozados, los frustrados gritan su rencor hacia adentro, pero lloriquean por los rincones de Reforma, Latinus, El Universal, Televisa, TV Azteca…
En el camino intermitente entre Bluesky al derechizado Twitter, a veces nos acordamos de ellos: X como refugio de plañideras. Circenses, se contorsionan para ajustar la realidad a su ilusión; “distorsiono, luego existo”, es su divisa. No dan pie con bola. Así la derecha: Carlos Loret de Mola, Enrique Krauze, Denise Dresser, Carlos Alazraki, Raymundo Riva Palacio, Azucena Uresti, los insignificantes de El Universal…Típicamente patéticas en Atypical, no les da para más a Kenia y Xóchitl; una, guayaba, otra tostada, ebrias de balbuceos predican con la procacidad.
Vivir en el error es su profesión. Si mi cartón no coincide con la realidad, peor para la realidad, pregona desde su paralelepípedo Paco Calderón. Ya decía Alfonso Reyes que el suicida es un crítico que renuncia a su oficio. Tal vez exagero y sólo padezcan de huachafería, como la del “suicida frustrado que, al abrir los ojos, pide confesión” (Vargas Llosa, 2024). Si mi cartón no coincide con la realidad, peor para la realidad. Suicidarse en público, qué error, qué horror.