De acuerdo con cifras del Ingei, las enfermedades cardiovasculares se han convertido en la primera causa de muerte de los mexicanos.
Ana García, de 35 años, se encuentra alterada, llorando. En su teléfono móvil está llamando al 911 para solicitar una ambulancia.
Su padre, un hombre de 67 años, está sentado en un sillón de la sala de su casa; tiene el rostro pálido y se toca con las manos el pecho a la altura del corazón. Jadea y trata de respirar,boqueando como un pez para meter cuanto aire pueda a sus pulmones.
Al otro lado de la línea, con una voz seca, neutra, la operadora del 911: “¿Cuál es su emergencia?”, interroga. Ana le responde que a su padre le está dando un infarto, que se descompensa, que palidece y que necesita una ambulancia.
Pero pocos segundos después, se percata de que ya no hay nada que hacer. Aquel hombre se estremece con un rictus de dolor. Se le contraen los labios, como si fuera una mueca, una risa forzada. Ana recuerda cada momento como si fuera una escena ralentizada, que no termina de avanzar.
“El cuerpo de mi padre tuvo espasmos, trataba de tocarse el pecho y en menos de un minuto murió; quedó con la boca y los ojos abiertos”, así fue como falleció de un infarto el 23 febrero de 2023.
Un infarto sucede cuando una arteria que lleva sangre y oxígeno se obstruye. Puede haber infartos en varias partes del sistema arterial, aunque son comunes los que afectan al corazón.
La obstrucción puede ser causada por la acumulación de placas de ateroma, grasa en las arterias, que pueden deteriorarse y formar coágulos de sangre.
Enfermedades cardiovasculares, la epidemia en México
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) se han convertido en la primera causa de muerte de los mexicanos, de acuerdo con la estadística de defunciones registradas (EDR) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía e Informática (Inegi).
En México fallecen más de 260 mil personas al año por problemas del corazón, particularmente de infarto agudo al miocardio, la cifra podría revelar que las enfermedades del corazón son la verdadera epidemia de los mexicanos.
Tan solo de enero a marzo de 2024 se han registrado 60 mil 823 fallecimientos a consecuencia de enfermedades del corazón y enfermedades cerebrovasculares.
Durante 2023 se registraron 794 mil 739 muertes, lo que representa una disminución de 6.2% en comparación con los 1.08 millones de fallecimientos que se dieron al inicio de la pandemia de covid-19 en 2020.
En 2021 ascendieron a poco más de 1.12 millones. Mientras que en 2022 esta cantidad disminuyó considerablemente, a 847 mil 716, según datos del Inegi.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los males cardiovasculares afectan en mayor medida a las naciones de ingresos bajos y medios: más de 80% de las defunciones por esta causa se producen en ellas e impactan casi por igual a hombres y mujeres, y se prevé que para 2030, más de 23 millones de personas en el mundo morirán por alguna afección cardiovascular,principalmente por cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares.
Para disminuir el riesgo de muerte por enfermedades isquémicas del corazón, existen iniciativas como la estrategia HEARTS de la OMS, donde se proporciona un enfoque integral para abordar las enfermedades cardiovasculares en el primer nivel de atención.
El objetivo de la estrategia es promover la adopción de las mejores prácticas mundiales en la prevención y el control de las ECV y mejorar desempeño de los servicios a través del mejor control de la hipertensión y la promoción de la prevención secundaria con énfasis en la atención primaria de salud.
México es uno de los 33 países que están implementando la estrategia en las Américas. Además, la Constitución Política mexicana establece en su artículo cuarto que a todo mexicano se le brindará un servicio de salud de calidad y con acciones de prevención.
Los estilos de vida poco saludables y los entornos pobres provocan la muerte prematura de millones de personas. El tabaquismo, el consumo nocivo de alcohol, la inactividad física y la obesidad son la causa principal de muchas enfermedades crónicas no transmisibles (ENT).
Las tasas de obesidad siguen aumentando en la mayoría de los países de la OCDE: el 54% de los adultos tienen sobrepeso u obesidad y el 18%, en promedio, obesidad.
Una dieta saludable y la actividad física son fundamentales, pero, en promedio, solo el 15% de los adultos consume cinco o más porciones de frutas y verduras al día y solo el 40% realiza al menos 150 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa por semana.
El sistema nacional de salud
En México, el cuidado de la salud cardiovascular por parte del gobierno, a través del Sistema Nacional de Salud, ha sido un gran reto desde 1990.
Según el estudio Tendencia e impacto de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en México (1990-2015), las ECV son el principal grupo de causas de muerte desde 1990.
Para el doctor Claudio Dávila Cervantes, coordinador del Seminario de Población y Salud en la Maestría de Población y Desarrollo de Flacso-México, y autor de este estudio, la mayor mortalidad se ha observado en los hombres y son consideradas las principales causas de años de vida perdidos en el país.
Se ha visto que más del 60% de la población adulta en México presenta al menos algún factor de riesgo de ECV (tabaquismo, obesidad, sobrepeso, hipertensión, diabetes o dislipidemia), que, junto al proceso de envejecimiento de la población, genera por sí solo un incremento de enfermedades asociadas a la edad (como son las ECV). Esto da un panorama en que la mortalidad por estas causas tenderá a aumentar en los próximos años.
El legislador Éctor Jaime Ramírez Barba, quien es médico cirujano especialista en salud pública, señala que lo que está fallando del sistema nacional de salud es:
- El acceso limitado, ya que aproximadamente el 60% de la población no tiene acceso adecuado a atención preventiva y tratamiento oportuno;
- La falta de recursos, existe un déficit del 40% en médicos especialistas para atender enfermedades cardiovasculares;
- La ineficiencia administrativa, donde la burocracia y la falta de coordinación entre instituciones dificultan una atención efectiva y rápida.
El doctor Manlio Fabio Márquez Murillo, cardiólogo electrofisiólogo, presidente del Consejo Mexicano de Cardiología y coordinador la Alianza contra la Muerte Súbita, iniciativa de la Sociedad Interamericana de Cardiología, señala:
“El Sistema Nacional de Salud es muy complejo, ya que está diseñado para tratar la enfermedad. Es decir, cuando ya se documentó la enfermedad y no estamos previniendo ni evitando que ocurra.
«El sistema de salud así funciona desde hace de muchísimos años, se creó para atender al paciente enfermo y es en épocas recientes donde se le ha dado ya un gran énfasis a la prevención”.
Explica que se han hecho estudios de costo-beneficio donde obviamente es mucho más rentable evitar que ocurra la enfermedad que tratarla.
“El sistema de salud no está preparado para la prevención, está preparado para la atención de los enfermos. Tenemos grandes instituciones como el Centro Médico Nacional siglo XXI del IMSS, el hospital 20 de noviembre del Issste o el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, que pertenece a los institutos nacionales de salud donde se da una atención excelente a todos los pacientes, pero que ya están enfermos”.
Para la doctora Gabriela Borrayo Sánchez, coordinadora nacional del Programa Código Infarto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el sistema de salud está fallando.
«Salvar la vida de las personas es una labor titánica, porque el presupuesto destinado para atender las enfermedades cardiovasculares es insuficiente».
Considera que, de haber voluntad política, coordinación y, sobre todo, recursos económicos suficientes, en unos 10 años se podrían tener resultados para bajar los índices de muerte por enfermedades cardiovasculares. Siempre y cuando haya un sistema de salud que sea sólido y tenga tendencia a crecer y mejorar.
En el gasto público en salud en México para el ejercicio fiscal 2024 se aprobó en tan solo el 2.85% del Producto Interno Bruto (PIB). La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la OMS recomiendan que el gasto público en salud sea de al menos el 6% del PIB para reducir las inequidades en la cobertura universal de salud. Nuestro país está lejos de ese porcentaje.
En el pasado Día Mundial del Corazón –que se conmemora cada 29 de septiembre–, el doctor Luis Antonio Moreno Ruiz, adscrito a la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) del Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI (CMN), detalló que el IMSS brinda más de un millón de consultas al año, de las cuales el 75% son por enfermedades del corazón.
“En las Unidades de Medicina Familiar (UMF), la principal causa de consulta es por hipertensión arterial sistémica; mientras que en los hospitales, los primeros lugares de ingreso son por enfermedad isquémica del corazón, entre las que se encuentra el infarto agudo de miocardio”.
Para el médico Ernesto Hernández Matus, egresado de la Facultad de Medicina de la UNAM y especialista en medicina interna, las condiciones socioeconómicas de un paciente sí influyen en la manera de atender una enfermedad cardiovascular.
Señala que en las personas de clase media baja a media alta, el uso de medicamentos de patente o genérico intercambiables condicionan la calidad de vida y el riesgo cardiovascular, en el tratamiento a largo plazo de un paciente con una enfermedad degenerativa no infecciosa.
“La protección de un medicamento como el amlodipino genérico, que cuesta 36 pesos en alguna Farmacia de Similares o el Norvas de 5 miligramos, que es el equivalente del laboratorio Pfizer del amlodipino con valor de 800 a más de mil 100 pesos por 30 pastillas, sí puede hacer una diferencia en la protección contra el riesgo cardiovascular”.
En ocasiones, es el dilema de un paciente en condición socioeconómica baja, que se atiende en el sector salud público, si utilizar algún medicamento genérico intercambiable o uno de patente.
Además, es probable que en su clínica familiar no le surtieran la receta que el médico prescribió, porque hubo recortes presupuestales y el medicamento no está disponible, por lo que el médico tratante le sugiere que se compre el Norvas para bajar el riesgo cardiovascular, porque los otros medicamentos no son de tan buena calidad.
Ana García nos cuenta que su papá le dijo en varias ocasiones que hubiera preferido que no le dieran “beca” (la Pensión del Bienestar) y que mejor le proveyeran el medicamento para atender su enfermedad.
Su padre compraba parte de sus medicamentos con el apoyo que recibía de la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el programa emblemático del ex presidente Andrés Manuel López Obrador, que lo elevó a derecho constitucional en todo el país y que cuenta con un padrón de 11.8 millones de beneficiarios, quienes reciben de manera bimestral 6 mil pesos, los cuales eran insuficientes para tratar su enfermedad.
De acuerdo con un informe del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas, Ifigenia Martínez y Hernández, de la Cámara de Diputados para 2024 se destinaron 465 mil 048 pesos para la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores.
En contraste el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) en su Análisis del presupuesto para salud: rumbo a 2024, afirman que “el sistema de salud en México es complejo, fragmentado, atiende de manera diferenciada a la población y con un financiamiento desigual”.
Por ejemplo, el ramo de salud en 2024 para atender a la población con seguridad social se destinó 563 mil 424 millones de pesos, y para atender la población sin seguridad social 426 mil 463 millones de pesos.
Sin embargo, este presupuesto podría no ser suficiente para evitar que la población incurriera en gasto de bolsillo y, por lo tanto, en acudir a servicios privados para recibir atención, dado que no alcanza un mínimo de inversión requerida.
Desfibriladores automáticos para salvar vidas y exhorto del Consejo de Salubridad General
En el ámbito de América Latina, los casos de Chile, Argentina y Brasil son significativos para conocer la importancia del desfibrilador externo automático (DEA).
En Chile, existe la ley DEA, que obliga a que varios lugares públicos y privados estén equipados con desfibriladores externos automáticos.
En Argentina se creó la Ley Nacional de Prevención de Muerte Súbita, que establece la obligatoriedad de colocar desfibriladores externos automáticos en espacios públicos y privados de acceso público.
En Brasil, es una determinación obligatoria por parte del Congreso Nacional que exista el desfibrilador cardíaco externoen lugares como estaciones de autobuses, metro, tren, aeropuertos, centros comerciales, estadios, hoteles y templos religiosos.
Los desfibriladores son dispositivos que envían una corriente o descarga eléctrica al corazón, para restaurar el latido normal si el pulso del corazón se detiene debido a un paro cardíaco súbito o repentino.
Un desfibrilador puede ayudar a que el corazón empiece a latir de nuevo. Un paro cardíaco súbito es mortal, a menos que se trate de inmediato con reanimación cardiopulmonar (RCP) y el uso de un desfibrilador.
Sin embargo, en México no existe una ley que obligue a la instalación de desfibriladores en espacios públicos, pese a que las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte de los mexicanos.
El Consejo de Salubridad General aprobó, el 23 de noviembre de 2012, un punto de acuerdo que se publicó el 7 de marzo de 2013 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), donde “se exhorta a los propietarios y responsables de establecimientos con grandes concentraciones de personas, así como a las instituciones o personas físicas, a que cuenten con unidades de emergencia móvil y ambulancias, destinadas a la atención de emergencias y traslado de pacientes; y a contar con undesfibrilador automático externo, con la finalidad de atender la ocurrencia de una eventual emergencia médica, como infarto agudo al miocardio, arritmias y muerte súbita”.
La doctora Luisa Fernanda Aguilera Mora, cardióloga especialista e insuficiencia cardiaca, explica que fundó la asociación civil con el objetivo de impactar sobre la primera causa de muerte en nuestro país.
Menciona que trabajan a través de varios programas, como la prevención de muerte súbita, donde capacitan en reanimación cardiopulmonar y con la colocación de desfibriladores externos automáticos o DEA.
Con esto, ha logrado crear espacios cardioprotegidos en la ciudad de Guadalajara y también impulsar que se atienda mejor el paro cardiorrespiratorio en nuestro país.
Nos explica que el primer objetivo como organización fue impulsar que el estado de Jalisco tuviera una ley de cardioprotección de espacios.
Y en 2019 impulsaron a través de múltiples conversaciones con diputados de ese momento para que se lanzará la ley, la cual prevé a que cada espacio con un flujo de más de 500 personas al día tenga un desfibrilador y un personal capacitado para dar reanimación cardiopulmonar, esto para garantizar la adecuada atención del paro cardiorrespiratorio.
En la Ley de Salud del Estado de Jalisco en el 2013 se adicionó el Artículo 78 bis, en donde se decía:
“Será considerada acción de salud pública la obligación de que en todo edificio público o privado que genere concentraciones de al menos 500 personas en concurrencia, se cuente con al menos un desfibrilador externo automático”.
En 2019 en el artículo 109, se agrega que: «será considerada acción de salud pública la obligación de que en todo el edificio público o privado que genere concentración de al menos 50 personas en concurrencia, cuente con un desfibrilador externo automático que será instalado en un lugar de fácil acceso, cuya ubicación, operación y funcionamiento deberá de estar claramente señalizada
Existen otras iniciativas privadas, como RCP México, que promueven los espacios cardioseguros para completar la cadena de supervivencia, en la cual los primeros tres eslabones son la base para que una persona con paro cardíaco pueda sobrevivir. Al atenderlo dentro de los primeros minutos con RCP y desfibrilación, se puede triplicar el porcentaje de posibilidades de supervivencia de una persona con crisis cardíaca.
El médico especialista en salud pública y legislador Éctor Jaime Ramírez Barba considera que hay que promover la regulación de desfibriladores.
Plantea que la sociedad puede abogar por leyes que exijan la instalación de desfibriladores en espacios públicos, lo que podría salvar vidas durante emergencias cardiacas.
Además, cree necesario que debe haber colaboración con organizaciones no gubernamentales (ONG) que trabajan en el ámbito de la salud cardiovascular para impulsar proyectos que beneficien a comunidades vulnerables.
¿Quiénes lo padecen?
En nuestro país hay pacientes que afirman que, a pesar de que cuentan con el servicio público de salud, la calidad de la atención es inadecuada.
María de Lourdes Núñez vive al sur de la Ciudad de México, tiene 46 años y fue empleada temporal del Instituto Nacional Electoral (INE) en las elecciones presidenciales del 2 de junio de 2024.
Es paciente de cardiología del Hospital General de Zona 1A del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que se localiza en la alcaldía Benito Juárez.
“En febrero de 2023, me llevaron mis hijas de emergencia al hospital porque me dio un infarto. Me atendieron de inmediato. Si hubiera tardado cinco minutos más en ser atendida, habría muerto”.
Sin embargo, menciona que desde hace cuatro meses no la han atendido en su consulta de especialidad, porque no hay cardiólogo.
Además, no le surten los medicamentos completos en el área de farmacia, pues los empleados le dicen que no hay los medicamentos de especialidad.
Para controlar su enfermedad cardiovascular, toma amlodipino de 5 mg., metoprolol de 100 mg., losartán de 100 mg. y sacubitrilo valsartán de 100 mg. Argumenta que gasta 2 mil 600 pesos al mes para comprar sus medicamentos.
“En 13 meses de tratamiento, he gastado más de 35 mil pesos”.
En México hay 30.3 millones de habitantes que padecen la falta de atención médica, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y la historia de Roberto Rojas que tiene 58 años y sufre este padecimiento lo ejemplifica.
Él vive en el municipio de Naucalpan, en el Estado de México, al poniente del área metropolitana de la Ciudad de México. Es comerciante en un tianguis donde vende cosas usadas, conocidas como “chácharas”.
Para él, un buen día es cuando logra vender alrededor de 400 pesos. Aunque reconoce que hay días en los que gana 20 pesos y eso sólo le alcanza para un kilo de tortillas.
“No cuento con atención médica en el IMSS, ni en el hospital general de Naucalpan. Traté de que me atendieran en el Instituto Nacional de Cardiología y no pasé los filtros, porque cuando tuve la videollamada para telepreconsulta no pude conectarme, porque no tenía saldo en mi teléfono y donde me encontraba vendiendo, en la colonia El Molinito, no había servicio de internet público», dice el señor Rojas.
Al siguiente día acudió al Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, en la alcaldía Tlalpan, pero le informaron que tenía que esperar un año o, de lo contrario, consiguiera una referencia médica de un hospital general.
“Para conseguir una referencia médica es toda una odisea, porque los médicos generales de los centros de salud u hospitales no la quieren dar”, relata.
Joselyn Lugo Gonzáles tiene 42 años, es Psicóloga Educativa por la Universidad Pedagógica Nacional y maestra en salud pública. Cuenta que es familiar directa de tres víctimas mortales por infartos. Cada uno de ellos tenía distintas patologías del corazón.
Su abuelo era un hombre fumador al que se le tapó una arteria y falleció de un infarto a los 76 años; a su tía, quien padeció insuficiencia cardiaca dilatada, le colocaron un marcapasos y falleció a los 69 años; y su hermano padeció el síndrome de Brugada y falleció a los 34 años.
El síndrome es un trastorno del ritmo cardíaco que puede provocar la muerte súbita en las personas. Ella está consciente de la carga hereditaria familiar a causa de enfermedades cardiovasculares y ahora tiene muy claro que se debe realizar estudios de laboratorio para identificar posibles riesgos y, sobre todo, llevar una vida más sana.
Otro caso es el de María Orozco que tiene 64 años y es originaria de Apatzingán, Michoacán. Es una paciente de enfermedad cardiovascular, que tiene la suerte de ser atendida en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez desde hace siete años.
En 2017 tuvo una arritmia cardíaca, por lo que la llevaron de urgencia al Hospital General de Uruapan Dr. Pedro Daniel Martínez. En esa ocasión le dieron un pase para que fuera al Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, donde le informaron que había sufrido dos preinfartos y que el riesgo para su salud era muy alto. La estabilizaron.
Al año siguiente, le realizaron un cateterismo y le pusieron un marcapasos. María argumenta:
“En Apatzingán, Michoacán, no tengo servicio médico y cuando me sentía mal me atendía en los consultorios de las Farmacias Similares, donde sólo me recetaron metoprolol o losartán para bajar la presión arterial”.
Ella trabaja en actividades agrícolas como el corte de limón, papaya o pepino, por lo cual no tiene seguridad social.Continúa diciendo:
“Una de las razones por la que fui elegida para ser paciente en el Instituto Nacional de Cardiología, es que no tengo seguridad social del IMSS o del Issste”.
Hay historias muy dramáticas como la de Antonio Sánchez Trujillo de 49 años, originario de los Mochis, Sinaloa. Él es un hombre alto y fornido, que se dedica a atender una taquería familiar en su lugar de origen.
En 2019 le diagnosticaron insuficiencia cardiaca dilatada y los médicos lo desahuciaron dándole como esperanza de vida de no más de dos años y medio de vida.
Cuenta que fue muy duro para él y su familia esa noticia y con mucho angustia y dolor se comenzó a despedir de ellos. Al final, encontró una organización de la sociedad civil llamada Salvando Latidos en la ciudad de Guadalajara, donde le han ayudado de manera integral para atender su enfermedad cardiovascular.
Ahí le colocaron un resincronizador cardíaco,también conocido como marcapasos biventricular.
El caso de Ana Gabriela Soto Cervantes, de 48 años, quien practica natación y vive en la alcaldía Tláhuac, al sureste de la Ciudad de México.
Ella es familiar de una víctima mortal de un infarto. Nos cuenta que su padre, Juan Francisco Soto Vargas, era un hombre alto, tal vez era su trabajo el que lo mantenía en forma. Era plomero, así que su maleta de trabajo siempre estaba pesada y cargaba con ella a diario.
Los últimos años, vivió la mayor parte del tiempo en Cancún; en ese entonces era el apogeo de la zona hotelera, él estaba a cargo de las instalaciones eléctricas y de plomería en un hotel en construcción. Regresó a casa el sábado 7 de abril de 1991, casi a las 23:00 horas.
“Al otro día que nos llevó a mis hermanos y a mí a las actividades que teníamos en un parque, durante el camino de ida y vuelta íbamos haciendo planes, para ahora que ya había regresado, en definitiva. Comimos en familia y nos fuimos a dormir, porque al día siguiente regresaríamos a clases, después de las vacaciones de Semana Santa. En la madrugada empezó a sentirse mal. Le dolía el brazo izquierdo, tenía dolor de cabeza y náuseas, pensaba que tal vez algo de la comida le había caído mal. Eran aproximadamente las 3:00 de la mañana, mientras estaba sentado en la esquina de la cama, cuando gritó ‘¡Ana!’ y cayó de espaldas.
“Fuimos a buscar a un doctor en una clínica cercana, pero nadie quiso asistirlo. Le marcamos a un tío, quien nos envió un médico que tardó en llegar unos 20 minutos. En ese lapso de espera, mi abuela le hablaba a mi papá mientras frotaba sus pies, que se ponían cada vez más fríos. Yo estaba cerca de él y le hablaba al oído, diciéndole que no se preocupara por nada, que todo estaría bien, que mi mamá, mis hermanos y yo estaríamos bien. Poco después lo escuché exhalar por última vez. Lo último que vi fue que a mitad de su pecho tenía un enorme moretón. Después nos explicaron que era acumulación de sangre por el infarto. El certificado médico dice que falleció de un infarto al miocardio fulminante. Murió el 9 de abril de 1991 a las 4:00 de la mañana, a los 42 años”.
La irónica muerte del director general de Issste por falta de un desfibrilador
El 22 de mayo de 2015, Sebastián Lerdo de Tejada, entonces director general del Issste en el gobierno de Enrique Peña Nieto, llegó de urgencia al hospital regional Adolfo López Mateos en la alcaldía Coyoacán de la Ciudad de México a causa de un infarto al miocardio.
Allí murió solo, tendido sobre una camilla sin que el personal médico le brindara la asistencia adecuada, tal como quedó registrado en las cámaras de seguridad del hospital.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-027-SSA-2013, referente a la Regulación de los Servicios de Salud, se establece que, en una urgencia médica, el demandante del servicio se encuentra en un estado de gravedad que precisa de atención inmediata, con el objetivo de limitar la progresión de la enfermedad o daño físico que pone en riesgo su vida, un órgano o una función.
El apéndice B (normativo) establece que el servicio de urgencias debe contar con infraestructura física y equipamiento adecuado, preferentemente en la planta baja del hospital.
Requiere tener una sala de choque; un carro rojo o de paro cardiorrespiratorio, además de un desfibrilador completo con monitor, cable para usuario con tres puntas y electrodos para monitoreo, mascarilla de oxígeno para adulto, tanque de oxígeno, válvula reguladora y soporte.
Lo paradójico de esa muerte es que le sucedió a quien dirigía la institución encargada de brindar servicios de salud a los trabajadores y jubilados, que han laborado al servicio del Estado.
Como funcionario público de alto nivel, tenía seguro médico de gastos mayores con el que pudo ser atendido en un hospital privado, pero al final fue canalizado el sistema público y su muerte puso en evidencia lo complejo que es el sistema de salud.
En el dictamen técnico jurídico, se señaló que se perdieron 23 segundos en la atención urgente que requería Lerdo de Tejada, tiempo vital para un paciente que sufre un infarto. En su caso no se le atendió con un desfibrilador y por eso murió.
Como homenaje a ese funcionario fallecido, un auditorio del hospital General del ISSSTE, Fernando Quiroz Gutiérrez, ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón de la Ciudad de México lleva su nombre.
Ex presidente AMLO, paciente cardiovascular
En 2012, ya se habían publicado notas periodísticas donde se decía que el entonces presidente de México había sufrido un infarto. La madrugada del 3 de diciembre de 2013, el entonces líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador (también conocido por las siglas de su nombre, AMLO), tuvo un infarto agudo al miocardio.
Él prefirió entenderse en un hospital privado y no en el sistema de salud público y lo llevaron de emergencia en el hospital Médica Sur, que se localiza en la alcaldía Tlalpan.
En esa ocasión, el cardiólogo que lo atendió fue Patricio Ortiz, quien informó que López Obrador tuvo que ser intervenido a través de un cateterismo cardíaco, para liberar la arteria obstruida.
En septiembre de 2022, como parte de la filtración de datos del Ejército mexicano hackeados por parte del grupo de Guacamaya Leaks, se dio a conocer información sobre los infartos del ex presidente.
En su habitual conferencia mañanera, el mandatario reconoció que está enfermo y tiene varios padecimientos. Al respecto, detalló:
“Todo lo que se dice ahí es cierto y se ha expresado (sic), si acaso la ambulancia que fue a Palenque a principios de enero porque había riesgo de infarto y me llevaron al hospital (sic), me recomendaron un cateterismo, me dijeron hay que hacerlo, les pedí unos días. En eso me dio covid tuve que esperar a que pasara y ya fui al hospital y me hicieron el cateterismo”.
Una de las fórmulas para prevenir el riesgo cardiovascular es el besilato de amlodipino, medicamento que en una marca de patente es producido por la empresa farmacéutica estadunidense Pfizer.
Es un medicamento bloqueante de los canales del calcio, que reduce la presión arterial al relajar los vasos sanguíneos, de modo que el corazón no tiene que bombear con tanta fuerza; además, disminuye el dolor en el pecho, aumentando el suministro de sangre al corazón.
Algunas versiones periodísticas señalan que el besilato de amlodipino es el medicamento con el cual el ex presidente controla su enfermedad cardiovascular.
Hay que recordar que, cuando era candidato a la Presidencia de la República en 2018, mediante un video y mostrando una caja de ese medicamento, le mandó un mensaje al entonces mandatario Enrique Peña Nieto, donde le dice que se serene. Y le sugiere que tome ‘AMLO-dipino’.
Esto significa que las enfermedades cardiovasculares afectan a cualquier mexicano y hasta al mismo presidente de la República.
Con el retiro de López Obrador de la vida pública e irse a La Chingada, su rancho en Palenque, se cierra un ciclo personal de gobernar, pero se abre la necesidad urgente de un replanteamiento en las políticas públicas de salud cardiovascular en México.
La tecnología al servicio de las enfermedades cardiacas
Explica el medico cardiólogo electrofisiólogo Manlio Fabio Márquez Murillo, que desde hace mucho tiempo se tienen los famosos chequeos cardiovasculares, la revisión del estado de salud del corazón y del sistema circulatorio a través de diferentes métodos:
- El electrocardiograma en reposo, que solamente se modifica cuando hay alteraciones en la enfermedad ya muy graves;
- La prueba de esfuerzo, ver si se desencadena algún síntoma que amerite hacer estudios más sofisticados;
- Lo más básico es realizarse estudios de laboratorio, que no son tan costosos para saber cuáles son tus niveles de glucosa;
- Una prueba de hemoglobina glucosilada que muestra los niveles de glucosa en los últimos 3 meses;
- Un perfil de lípidos para saber si tienes un perfil adecuado con un buen colesterol bueno o, si no es adecuado, con un nivel elevado de colesterol malo;
- La proteína C reactiva ultrasensible (PCR-us), la que nos puede indicar si ya hay algo de inflamación en las arterias coronarias.
Hay otros estudios que se pueden hacer en los chequeos cardiovasculares que podrían indicar si alguien está en riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular y actuar a tiempo.
Actualmente, con la tecnología al servicio de la salud, si hay sospecha de un riesgo alto de enfermedad coronaria, o si tú ya sabes que tienes el colesterol elevado, si tienes prediabetes o diabetes, tienes una familia con una carga importante genética de infarto, se puede hacer una tomografía coronaria.
Es un estudio no invasivo que puede ver las arterias del corazón y puede medir el llamado índice de calcio, que es la cantidad de calcio que tienen las arterias coronarias. Si ese índice de calcio está elevado, es muy probable que exista una placa, una lesión o una obstrucción dentro de las arterias coronarias.
Hoy en día, en la medicina moderna es utilizada la inteligencia artificial para la detección de enfermedad arterial coronaria a través de e-learning, la cual es capaz de revelarla a través de imágenes de fondo de ojo, por medio de un estudio multicéntrico que se ha entrenado con un modelo de aprendizaje profundo, usando más de 6 mil fotografías. Esta técnica tiene una exactitud del 85%, superando métodos tradicionales como el electrocardiograma.
Un electrocardiograma registra las señales eléctricas del corazón y muestra cómo late. Existe además el SCORE para cardiopatía isquémica.
Este estudio no sólo mejora las posibilidades diagnósticas sobre este mal, sino que marca una nueva ruta hacia una aplicación más amplia de la inteligencia artificial en la medicina, transformando de forma sorprendente la detección oportuna y la atención temprana de enfermedades cardiovasculares.
Los hospitales de Alta Especialidad
De acuerdo con información solicitada a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, entre 2006 y 2023 se ha atendido a un millón 124 mil 839 pacientes de cardiología.
Para que los pacientes de nuevo ingreso sean aceptados, es una condición que no cuenten con seguridad social. También se informó que el Instituto Nacional de Cardiología ha formado a mil 480 cardiólogos entre 2012 y 2023. En México, hay 2.6 cardiólogos por cada 100 mil habitantes.
Diversos usuarios de redes socio digitales han realizado reseñas de su experiencia al tratar de ser atendidos en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez.
Por ejemplo, un usuario de nombre Francisco V escribe en una reseña de Google Maps: “Una vez dadas las 06:30 am se empiezan a asignar los lugares para preconsulta. Sin embargo, deben considerar que deben llevar todos los requisitos que se piden: original y fotocopia de comprobante de domicilio, comprobante de ingresos, CURP, credencial de elector vigente y acta de nacimiento».
«Sin embargo, un documento muy importante, si no es que el más importante y que en la página de internet del hospital no lo mencionan, es la ‘hoja de referencia’, dirigida al Instituto Nacional de Cardiología por un hospital de gobierno o centro médico público de segundo nivel. Si la referencia es de un médico particular, no será aceptada”.
La mala administración en el sector salud cobra vidas
El sistema Nacional de salud tiene grandes fallas administrativa en el gasto de los recursos públicos a pesar de ser una necesidad de primer orden para salvaguardar la vida de miles personas.
Tan sólo en 2022, la muerte de mexicanos a causa de enfermedades cardiovasculares fue de 200 mil 535 personas. El 73% de los fallecimientos en este rubro fue de adultos mayores, según los datos del Inegi.
En 2019, el Seguro Popular tenía alrededor de 51 millones de afiliados (41% de la población total del país), y brindaba acceso a servicios de prevención y promoción en salud, medicina general y de especialidad, urgencias, cirugía general y obstetricia.
Además, proporcionaba asistencia de alta especialidad para tratar enfermedades costosas y potencialmente mortales, consideradas en un catálogo de 66 enfermedades, a través del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, gestionado por la Comisión Nacional de Protección Social en Salud.
Sin embargo, el Seguro Popular desapareció con la intención de centralizar y garantizar el acceso oportuno a los servicios de salud pública.
Los reportes de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), muestran que en 2018 hubo subejercicio de recursos públicos en el rubro de prevención de enfermedades.
La Secretaría de Salud y el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) ―que es el órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, responsable de conducir e implementar a nivel nacional siete programas sustantivos para la prevención y control de enfermedades en la población mexicana― no acreditaron la erogación eficiente de los recursos para el cumplimiento de los objetivos y las metas programadas.
Tampoco demostraron el ejercicio oportuno de los recursos, debido a deficiencias en la implementación de los programas.
De acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2024, se prevé una reasignación de recursos entre la Secretaría de Salud y el IMSS-Bienestar, a través de un recorte anual de 55.8 % en términos reales al presupuesto de Salud, equivalente a 123 mil millones de pesos.
Sin embargo, un monto similar (128 mil 624 millones de pesos) se asignará al organismo público de reciente creación IMSS- Bienestar, nuevo encargado de proveer atención médica gratuita y hospitalaria a las personas que no cuentan con seguridad social.
La prevención la respuesta para disminuir las muertes
¿Qué hay que hacer para disminuir las muertes por enfermedades cardiovasculares? Se le preguntó, al cardiólogo electrofisiólogo Manlio Fabio Márquez Murillo. Él explica una fórmula sencilla y barata, pero muy compleja de aplicar:
“Hacer una dieta adecuada baja en colesterol, baja en grasas, hacer un poco de ejercicio para evitar el sedentarismo, dejar de fumar”.
Tener la enfermedad y que te atiendan por infarto donde te tengan que colocar un stent puede implicar un costo muy alto.
En 2013, el IMSS diseñó la campaña «Chécate, mídete, muévete» para la prevención y control del sobrepeso y la obesidad, considerados entre los principales problemas de salud pública en México.
Nuevamente se está empezando a promover una estrategia de prevención a través la Secretaría de Salud para tratar de prevenir las enfermedades.
En este sentido, el 5 de noviembre de 2024 la presidenta Claudia Sheinbaum presento el Programa de Trabajo del Sector Salud 2024 – 2030, que consiste en cinco metas principales: priorizar la promoción de la salud; aumentar la calidad de la atención médica; fortalecer al IMSS-Bienestar; garantizar que todas las clínicas y hospitales cuenten con medicamentos, insumos y equipamiento; y modernizar e integrar el sector salud en un solo sistema.
El doctor Manlio Fabio Márquez Murillo los resultados no se verán a corto plazo, explica que eso toma tiempo. Él pronostica que van a verlos en la disminución de la cardiopatía isquémica o del infarto de miocardio en unos 20 o 25 años.
La cardióloga Luisa Fernanda Aguilera Mora señala que hoy las personas viven más años y, como consecuencia, el sistema del cuerpo más afectado es el cardiovascular.
Menciona que estilo de vida que se tiene en la actualidad es un factor riesgo muy alto, ya que ha cambiado la alimentación y la forma de nutrirnos, nos exponemos a factores de riesgo como el tabaquismo y a no realizar actividad física, cada vez nos hacemos más sedentarios, y, por el otro lado, la salud mental se afecta.
En este sentido, la doctora Emma Patricia García Campos, especialista en trastornos del sueño, da un dato que, por muy obvio que parezca, influye demasiado en el riesgo cardiovascular:
“El sueño es indispensable para la vida y va a haber una gran relación con la salud del corazón”.
Una persona debe descansar y dormir adecuadamente todos los días. No tener un buen descanso y un sueño reparador elevan el riesgo de una enfermedad del corazón, ya que durante el sueño se secretan diferentes hormonas que ayudan al sistema inmunológico, pero sobre todo a mantener en buena salud a dicho órgano.
La métrica indica que se necesitan entre 7 y 9 horas de sueño diarias para lograr una salud cardiovascular óptima para los adultos y más para los niños.
El médico Éctor Jaime Ramírez Barba considera que, en el problema de las enfermedades cardiovasculares en México, la sociedad puede desempeñar un papel crucial en la mitigación de esta crisis de salud.
Y plantea acciones clave que pueden ayudar como:
- Promover la educación sobre salud: la sociedad puede organizar talleres y campañas de concientización sobre la importancia de una alimentación saludable, ejercicio regular y la gestión del estrés, que son factores críticos para prevenir enfermedades cardiovasculares.
- Difundir información sobre factores de riesgo: es esencial que la población esté informada sobre los factores de riesgo como la hipertensión, diabetes y colesterol alto, lo que permitirá a las personas tomar decisiones informadas sobre su salud. Utilizar redes sociales y otras plataformas digitales para compartir información y recursos sobre prevención y atención de enfermedades cardiovasculares.
- Fomentar hábitos saludables en la comunidad: organizar grupos de caminatas, clases de ejercicio o actividades deportivas que promuevan un estilo de vida activo entre los miembros de la comunidad.
- Crear redes de apoyo: formar grupos donde las personas puedan compartir experiencias y motivarse mutuamente para mantener hábitos saludables, como una dieta equilibrada y la práctica regular de ejercicio.
- Iniciativas locales: impulsar mercados locales que ofrezcan alimentos frescos y saludables, facilitando el acceso a opciones nutritivas para todos.
El médico internista Ernesto Matus señala que no tener un sistema único de salud es una de las varias causas institucionales de esta problemática.
“En México tenemos varios sistemas de salud: el IMSS para trabajadores privados, el Issste para trabajadores del Estado y la Secretaría de Salud para la población en general. Esto nos diferencia de países como Dinamarca, Francia, España o Inglaterra, que tienen un sistema de salud único”.
“La sustitución de la leche materna condiciona mayor disposición a la obesidad, alergias respiratorias y problemas cardiovasculares. También los problemas de sobrepeso y obesidad infantil; el consumo de productos ultra procesados de alta densidad calórica; no realizar actividad física; desapego a los tratamientos por parte de los pacientes; y el tener familiares de primera línea con diabetes e hipertensión”. Finaliza diciendo que se tiene que trabajar en programas preventivos para la salud.
Para ponerlo en perspectiva, el número de personas que fallecen cada año en nuestro país por enfermedades isquémicas del corazón equivale a los habitantes de las ciudades mexicanas de Nogales,Sonora, con 264 mil personas, o de la ciudad de Oaxaca, con 268 mil. Así de grande es el fenómeno.
Los recortes presupuestales en el sector salud y la falta de atención suficiente a la prevención de enfermedades del corazón siguen cobrando vidas en el país; informó MILENIO.
https://corazondemexicanosdejadelatir.com/
Imagen portada: MILENIO.