Podríamos hablar de los primeros 163 millones de dólares que Wicked recaudó en su primer fin de semana. Pero en el momento que apareció ante nosotros Jon M. Chu, con una enorme sonrisa y con la más generosa actitud de compartir lo que ocurrió con esta historia de las brujas de Oz, las emociones se desbordaron mucho más allá que los simples números de taquilla; publica MILENIO.
¿Cómo te sientes como fan y como director de Wicked?
«Siempre he sido fan. He estado esperando este filme por 20 años. Y me siento muy afortunado y bendecido de ser parte de él y de liderar este grupo de talentos increíbles. Después de este fin de semana, finalmente pude solo gozarlo, ¡qué alegría! Pude respirar de nuevo y disfrutar. La mejor parte fue ver a los espectadores llorar, reír, bailar y volver a reír».
«Eso es por lo que amamos tanto las películas. Esas son las cintas que me encantaron desde que nací, es genial saber que el cine sigue viviendo de esa manera».
El Mago de OZ fue la primera cinta en Tecnicolor; Wicked también es la primera cinta de un musical en lograr cosas nuevas. ¿Te lo imaginabas?
«No, nunca me imaginé eso, siempre he amado musicales; es el género sin tiempo. A veces la gente piensa que se ha ido, pero nunca se va, siempre estamos aquí: la música, las letras, los movimientos, son una extensión de expresión más allá del diálogo. En el mundo de hoy, nos damos cuenta de que las palabras no son suficientes para expresar las cosas complicadas que sentimos».
Wicked usa todas esas maravillosas canciones para empujar la narrativa, no muchos musicales hacen eso tan bien…
«Absolutamente. Ese es el genio de Steven Schwartz (compositor) y Whinnie Holtzman (guionista). Tuvieron 20 años para unirlo todo y hacer que el mundo se enamore de él; tuvimos una gran arquitectura para empezar. Creo que lo que realmente queríamos hacer en el filme era traer a la gente más cerca, usar las herramientas de cine —como el close-up, las tomas abiertas y los grandes movimientos con las grúas— para ayudar a enriquecer esos sentimientos. Lo que sentí cuando lo vi: quería hacer que se sintiera así para el cine».
«Por supuesto, tenemos a Ariana y Cynthia, que son megaestrellas, y esto se sintió como un descubrimiento, de alguna manera, porque creo que la gente no había visto actuaciones así. Para mí eso fue lo más divertido, revelar eso al mundo».
¿Cómo fue decidir quién la haría en otros idiomas, como Danna y Ceci de la Cueva?
«Oh, fue genial. Fue asombroso porque tienes a todas estas personas, y estás tratando de mezclar lo que el público siente. ¿Es la calidad de la voz o es la emoción de la voz? Y de lo que me di cuenta es que no, es lo mismo que cuando grabamos Elphaba y Glinda, tienen que estar todas en una. Ha sido muy divertido escuchar las diferentes grabaciones en todo el mundo. Y sí, es genial».
¿Qué tan seguido te dicen lo relevante que es la historia en estos tiempos?
«Todo el tiempo. Lo dijeron cuando la estábamos armando, lo sentí cuando recibí la llamada, fue justo después de la pandemia, y recuerdo las líneas de Elphaba diciendo: “Algo ha cambiado dentro de mí, algo no es lo mismo”. Yo mismo lo sentí, había escuchado esa frase antes, pero nunca lo sentí tan relevante: estábamos en el precipicio de algo muy diferente, y estábamos a cargo de lo que el próximo capítulo iba a parecer, a sentirse; teníamos el poder para hacerlo, y aun así todos nos sentíamos sin poder. La relevancia de ver a Elphaba estar a la altura de las circunstancias, dejar de complacer a los demás, y no esperar a que un héroe llegara a salvar su vida. Y al mismo tiempo, Glinda… hemos estado en nuestra burbuja de privilegio, presionando botones, ordenando comida, haciendo lo que sea, y hay gente que está teniendo problemas en todo el mundo, ¿qué es lo que elegimos?»
«Estas son las elecciones que creo que todos, y mis hijos incluidos, tenemos que decidir en los próximos 10 a 20 años; me encanta que las películas siempre cubrir algo que es muy relevante, y lo podemos hacer a gran escala».
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