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Por Félix Cortés Camarillo

En la parte norte de Florida, el 8 de septiembre de 1568 fue fundada por el expedicionario Pedro Menéndez de Avilés, la ciudad de San Agustín, un enclave de los españoles que, como Ponce de León, andaban buscando la fuente de la eterna juventud, mientras otros paisanos suyos indagaban mucho más al sur por una ciudad de paredes de oro que llamaron El Dorado. Dos mitos maravillosos.

Se considera a San Agustín como la primera ciudad de lo que hoy son los Estados Unidos. Resistió con el fuerte de San Mateo hecho primero  de madera y luego con una argamasa de arena y conchas molidas, los embates de piratas como Francis Drake y más tarde Robert Searle.

Lo interesante del hecho es que San Agustín fue fundada el 8 de septiembre, que la iglesia católica marca como fecha del nacimiento de María, hija de San Jacobo y Santa Ana, mujer que a pesar de  su provecta edad resultó embarazada cuando parecía ya imposible. Luego, María iba a parir también en embarazo de rara circunstancia, virgen, a Jesús Nazareno. La iglesia católica sólo consigna tres fechas de nacimiento dignos de culto: el nacimiento de Jesús, el de Juan el Bautista y el de María.

Pues bien, ese 6 de septiembre de1568 se celebró la primera misa de acción de gracias, idea de que iba a ser casi una fiesta de Estado en el país. Eso lo instituyó Abraham Lincoln siglos después.

Yo considero que la festividad de Acción de Gracias es la que mejor define a los Estados Unidos, en sus aspectos históricos, sociales y de conducta.

En primer lugar coincide en fechas con el fin de la siega y el inicio del invierno. Es la época, en el norte del globo, en que las labores del campo cesan y se almacena calabazas, maíz y todo lo que se pueda para sobrevivir el invierno. Es una vieja fiesta pagana del fin de las cosechas.

Ahora, la historia cuenta que los disidentes cristianos que venían de Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda se asentaron en el este de América del Norte a mediados del siglo XVI y comenzaron a matar aborígenes para quitarles las tierras. La leyenda romántica dice que un cacique de los algonquines se llegó a los colonos en son de paz y ellos lo invitaron a él y su séquito a cenar guajolote (en en inglés le llaman turco, equivocando el origen), pan de maíz, pastel de calabaza y puré de camote. Esa es la cena del Thanksgiving.

La realidad social cuenta que, a diferencia de nosotros con la estructura muégano de la familia unida, los gringos jóvenes lo único que están esperando es terminar la preparatoria para largarse lo más lejos que puedan de su familia. Los de Florida a California, los de Nueva York a Florida, y así. Solamente se verán el día de Acción de Gracias. No en Navidades, no en Año Nuevo, no en cumpleaños, ni siquiera entierros. Solamente para el Thanksgiving. Dice CNN que 80 millones de viajeros se desplazaron ayer, hoy y mañana.

A esto se añade el comercio. El viernes siguiente al Thanksgiving se le llama el viernes negro. Es el día en que todas las tiendas sacan sus saldos para ponerlos a precios de ganga y vaciar sus bodegas para la nueva mercancía. La locura y la rebatinga.

Genocidio y fragmentación familiar. Progreso y comercio. Todo eso en un solo día.

Demasiado para mí.

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (mientras nos aclaran si son peras, o si son frutas  del mismo olmo): No va a ser fácil, señora Presidente, pero qué bueno que el patán le haya tomado la llamada, aunque usted no da detalles de lo platicado, la duración, ni el tono de la charla. El bocón ya lo anda contando, a la manera que le conviene. De todos modos, tiene usted un punto, por aquello del comercial antiguo de que hablando se entiende la gente.

felixcortescama@gmail.com

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// Por Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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