Por José Jaime Ruiz
Para Noam Chomsky “Trump es muy hábil a la hora de incitar el miedo”. Y los entusiasmos cuando se trata de los vendepatrias. Es una bendición tener en México a la canalla apátrida de Claudio X. González, Ricardo Salinas Pliego, Ciro Gómez Leyva, Lilly Téllez, Denise Dresser, Marko Cortés y un largo y miserable etcétera. Es importante que existan los “miramones” porque son el referente que no seguirá el Segundo Piso de la Cuarta Transformación. La derecha mexicana no frutece, se embrutece, al hacerlo, se “fasciza”. Ideológicamente tullidos, asumen como suyas las peroratas de Donald Trump sobre el narco y el terrorismo. No hay que borrar, aunque se pueda, del espectro político a la derecha mexicana, sirven para reafirmar el nacionalismo. Los traidores son esenciales, ¿quién sería Jesús sin Judas?
La lucha actual se da, al menos en Latinoamérica, entre el neoliberalismo colonial, extractivista, y el modelo postneoliberal del humanismo mexicano, un Estado de bienestar donde lo primero no son las élites sino los pobres a través de una política social en contra de la desigualdad y una política económica de prosperidad compartida. El ascenso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos descorre esta visión contradictoria de modelos donde el imperio decadente se esfuerza por mantener sojuzgadas a sus antiguas colonias (Panamá) o a someter la soberanía de otras mediante aranceles, justificándolos por el tráfico de drogas.
La globalización no será derrotada por el proteccionismo, aunque esta política, en su fabulación, se resuelva en “infrapolítica”: “Me sorprendió la irrelevancia de los hechos. Ya no importan cuáles son ciertos y cuáles son falsos. La verdad es irrelevante. Trump es un maestro en eso. Fue sorprendente ver cómo no importaba cuán locas eran las cosas que decía” (Chomsky*). Frente al neoliberalismo decadente trumpista, para el humanismo mexicano la verdad es relevante. La democracia elitista de los Estados Unidos palidece frente a la democracia popular mexicana (que no populista), frente a la democracia participativa. EU se sumerge; México, emerge. Con Trump America no se hace grande de nuevo, al contrario, empequeñece. La narrativa de su argot desnuda sus miedos, el fin de la especulación como el último antivalor de la perversión capitalista neoliberal.
“La forma práctica de estos fascismos es siempre la lógica de la banda, el gansterismo criminal, con la conquista y la defensa de los territorios en que se tiene el monopolio de los negocios, como lo tiene el líder en la esquina de su barrio. Para que eso se sostenga, hace falta el carácter espectacular de la crueldad, el saqueo y, también, en el caso de las diferentes mafias, el reciclaje permanente” (Alain Badiou*).
Los narcos mexicanos no existirían si no tuvieran su correlato en los narcos gringos y en narco-instituciones como la DEA. No sólo es que los ciudadanos de los Estados Unidos sean los mayores consumidores de drogas, su sistema farmacéutico propicia ese consumo (fentanilo) y la industria armamentista tiene muy buenos clientes en la delincuencia organizada. Por decadencia, Trump personifica desde su gestualidad y corporeidad al perfecto político kitsch, pero no está solo, detrás se encuentran los intereses globales de la elite financiera, petrolera, farmacéutica y armamentista del capitalismo especulativo.
La guerra comercial prosigue. El combate profundo se dará entre los estertores de este capitalismo postdemocrático de élites y el capitalismo chino sin democracia y, como opción planetaria, nuestra versión de una vida mucho más humana bajo el modelo del Segundo Piso de la Cuarta Transformación con la prosperidad compartida, con el humanismo mexicano. ¿Y los canallas? Ahí, desfigurados por su miseria antinacionalista.
* Neofascismo. De Trump a la extrema derecha europea, Capital Intelectual S.A., 2017