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Por Félix Cortés Camarillo

Uno como mexicano se sentiría inclinado a pensar que los problemas de nuestro país son esenciales,es decir, los que afectan a las necesidades básicas del humano: el estar vivo, sano, bien comido y con un oficio que garantice todo lo anterior. Si así lo fuere, los mexicanos pensaríamos que lo único que necesitamos es vida, seguridad, salud, y trabajo.

No es así. El problema de México es la semántica. ¿Qué es lo que las palabras quieren decir y qué es lo que realmente dicen?

Ayer mismo, la señora Presidente de este país repitió la paparruchada de que México -por aquello de que todos los jueces,ministros y etcéteras del poder judicial serán designados por voto ciudadano- es el “país más democrático del mundo”.

No es una cuestión de elemental ignorancia de doña Claudia; es una cuestión de fe. La muy científica señora Sheinbaum, hizo suyo el dogma de su padrino López Obrador, muy aceptado en muchas culturas, de que democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, frase que tampoco inventó el Peje.

Antes de que Lopitos naciera, el 19 de noviembre de 1863 en Gettysburg, Pennsylvania, Abraham Lincoln acuñó la frase en medio de la Guerra Norte contra Sur, en un discurso de 272 palabras que está entre los más notables de la historia. El concepto es válido, su interpetación no; los exégetas del cuatrote identifican la conjunción de demos y cratos, pueblo y mando, con mayoría. Entonces, los más deben mandar sobre los menos.

Como no fueron a la escuela, estos propagandistas del poder ignoran que en la Grecia antigua no todos votaban. Tenían derecho a ello los ciudadanos de Atenas. No las mujeres, no los esclavos, o los pobres que tuviesen deudas no pagadas. Preguntenle a Plutarco.

Aún así, la idea de que mayoría equivale a razón, se desploma. La automática suposición de que Demos es pueblo, esto es todos, es falsa: la palabra viene de demiurgos, que algo tiene que ver con sabiduria y buen juicio.

Quise traer este asunto a la mesa por las enormes confusiones en que los gobiernos mexicanos, no solamente los orates de ahora, han incurrido. La mayor de ellas es intercambiar según sus intereses los papeles social y económico que juegan dos entidades fundamentales: empresa y gobierno.

Gobierno es, históricamente, la entidad del Estado que administra la cosa pública, raciona el patrimonio común y hace respetar las leyes. La empresa, especialmente desde el siglo pasado, es el conjunto de fuerzas de la economía que se dedica a producir bienes  y generar fortunas, grandes o pequeñas.

México -esto es sus gobiernos- por voluntad, convivencia o conveniencia, trastocó las funciones. Lázaro Cárdenas, al expropiar las concesiones petroleras en1938, no estaba imaginando un Pemex del tamaño de la deuda que hoy tiene.  

Hoy, año 2025, el gobierno del cuatrote está viendo desvanecerse la ilusión de una militarizada y reinventada Mexicana de Aviación, que no tiene ni pista, ni pasajeros ni aviones, y el mismo día la señora Presidente  lanza el proyecto de que el gobierno fabrique automóviles eléctricos, que inevitablemente tendrán que hacer soldados que hoy construyen y administran aeropuertos, aduanas, trenes y lo que le de la gana a la inquilina de Palacio Nacional.

¿No había un viejo adagio que decía: zapatero a tus zapatos?

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no me dejan entrar sin tapabocas): La salida de Trudeau del gobierno de Canadá es un triunfo de Trump. Como dicen en los pueblos, no le arriendo las ganacias al gobierno mexicano después del 20 de enero.

felixcortescama@gmail.com

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Vía / Autor:

// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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