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David Lynch, un artista del renacimiento

Mantén tus ojos en la dona, no en el agujero. Esta frase, en apariencia simple, fue la declaración de principios de David Lynch, quien murió el pasado 16 de enero a los 78 años. Con Lynch muere un grande de la vanguardia del cine de arte, un movimiento que desafía las normas para llevar al cine hasta el terreno del que emana en forma natural: el arte pictórico. Ahora bien, de todas las películas de David Lynch me quedo con Eraserhead (disponible en Internet Archive). Hoy que la vanguardia se enreda en disquisiciones barrocas su frase resulta evocadora: nos recuerda que es necesario transgredir sin que la provocación sustituya a la profundidad. Obras como Un perro andaluz de Luis Buñuel o Meshes of the Afternoon de Maya Deren son claros antecedentes de la filmografía de David Lynch, que está a la altura de otros que desafiaron los límites del lenguaje, artistas que experimentaron visualmente: Stan Brakhage (Dog Star Man) o el mismo Andréi Tarkovski, cineastas que unifican lo sublime y lo inexplicable en el terreno del onirismo; señala MILENIO.

Eraserhead transforma vivencias muy personales y dolorosas en una experiencia visual. Lo de menos es buscar explicar el significado que subyace bajo esta obra maestra. Es necesario, más bien, apuntar hacia la realidad que emociona al espectador: la soledad, el miedo a la paternidad y la incertidumbre laboral. Fue así como Eraserhead consiguió canalizar las ansiedades de toda una generación que nació hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Además, esta película lo consolidó también como autor de culto. Capturó a un nicho, pero también consiguió expandirse a un público que comenzó a seguirlo por su capacidad para retratar la alienación de sus héroes, seres ficticios que, sin embargo, viven al interior de una pantalla, personajes de clase media que pueden ser jóvenes y viejos. La obra de Lynch resuena en la era postindustrial, que cada día se vuelve más opresiva y mecanizada. Si uno se fija, Eraserhead es una síntesis entre lo visual y lo sonoro. Así, se vuelve ejemplo de lo que significa hacer cine universal. 

Eraserhead se trabajó con la obsesión de un medieval. Cada elemento sonoro, desde los ruidos mecánicos hasta los silencios insoportables, lejos de adormecer, despiertan al espectador del sopor hacia una realidad alienada. Como ha dicho uno de los muchos críticos de arte que han explorado la obra de Lynch, el sonido en Eraserhead “no es un complemento sino un protagonista tan importante como los personajes”. Es aquí donde reside el poder de la declaración de principios de este hombre que tiene otras obras igualmente inquietantes: Rabbits (disponible en YouTube) o El hombre elefante. Con esta turbadora adaptación el director estadunidense (quien falleció por enfisema pulmonar) consiguió la aceptación comercial sin tener que sacrificar la visión única de un auténtico maestro que se va. En cuanto a Blue Velvet (disponible en Amazon y Apple TV), es otra obra que hay que ver porque trasciende la fachada del sueño americano de suburbio. Blue Velvet es como un fractal que se referencia infinitamente y expone los secretos del hombre americano en apariencia feliz. Mulholland Drive (disponible en Prime Video y en Apple TV) es otra pieza impecable de este artista con el que finaliza una era que recuerda las transgresiones que solían buscarse en otros tiempos. En ese sentido, Lynch fue un artista del Renacimiento: pintó, hizo música, fotografió y esculpió. Es un hombre que unió lo barroco y lo zen con esta afirmación: hay que mirar la dona y no el agujero.

Imagen portada: Instagram / @davidlynchfoundation

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Staff

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