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Trump y el tecnoimperialismo

Por Ernesto Ángeles

La toma de posesión del presidente Trump no sólo estuvo llena de promesas de gobierno, sino también de simbolismos que no pueden dejarse de lado: las invitaciones a algunos mandatarios, las ausencias, las interacciones incómodas; así como la presencia estelar de la élite del sector tecnológico, un guiño que generó gran expectación y preocupación. Y es que no sólo hasta hace poco tiempo algunos magnates de la tecnología aún estaban enemistados con el presidente Trump, sino que en la investidura presidencial no estuvieron presentes los CEO de otras grandes industrias estadounidenses, lo que ha sido tomado como una señal de la fuerte relación y dependencia que tendrá el gobierno de Trump con el mercado tecnológico, tanto en política interna como en política exterior. 

Todo esto ha llevado a diversas personas a preguntarse ¿cómo será la relación entre el gobierno de Trump, la élite tecnológica y qué riesgos se pueden vislumbrar para países como México? 

Para entender un poco mejor las implicaciones de la alianza recién formada es necesario tener en consideración cuál podría ser la agenda político-económica del presidente Trump, así como el grado de influencia que podría tener la élite tecnológica en el gobierno, ya que en el peor de los caos implicaría de facto la formalización de un régimen oligárquico e imperialista. Pero no nos adelantemos y vayamos poco a poco.

Pese a que en su primer mandato Trump se caracterizó por tener una política proteccionista, aislacionista y fuertemente anti-China, este segundo mandato parece caracterizarse por un cambio de rumbo, así se puede vislumbrar con la presencia del CEO de la red social china, TikTok, en la toma de posesión, así como también a diversas declaraciones del mismo Trump, el cual se dice abierto para trabajar con China en beneficio del mundo. 

Este segundo mandato parece caracterizarse por tener una fáctica revolución interna en el seno de Estados Unidos, una revolución cultural de corte conservador y nacionalista que se acompañará de una reingeniería estatal y gubernamental; en materia de política exterior el segundo mandato de Trump parece venir con una retracción en el escenario mundial, seguida de planes regionales imperialistas, lo que implica un neomonroismo en esteroides. 

¿Y cuál es el rol de la tecnología en todo esto? A diferencia de otros mercados, la presencia de las empresas estadounidenses en el mercado mundial de tecnología aún es mayoritaria y, en algunos casos, casi monopólica. Con estructuras y actores internacionales físicos y digitales cuyos servicios se han convertido en primordiales para muchas personas y gobiernos, al punto de ser casi imprescindibles. Básicamente, este mercado es la fotografía y el remanente del momento unipolar y excepcionalista que en algún momento vivió Estados Unidos. Y no sólo eso, sino que tecnología como la Inteligencia Artificial o la robótica tiene el potencial de transformar relaciones de poder en torno a la producción industrial, el consumo, el ocio, la salud, el espacio y prácticamente toda área de actividad y experiencia humana, por lo que es evidente que Estados Unidos quiere revivir su momento unipolar por medio de la tecnología. 

Sin embargo, al igual que en otras áreas, el acelerado avance tecnológico de China la pone hoy al frente de diversas tecnologías de frontera, lo que conforme al paso del tiempo y su integración en mercados podría hacer peligrar el poder y dominio tecnológico de Estados Unidos, tal como pasó con las redes de quinta generación (5G), el mercado de celulares y la empresa Huawei. 

Es por esto que Estados Unidos no sólo ha pasado a la ofensiva desde hace algunos años, con herramientas como la guerra comercial y una agresiva -pero desordenada- estrategia de inversión, sino que esta nueva administración parece hacer querer hacer pagar al mundo por el “privilegio” de usar y beneficiarse de las estructuras físico-digitales impulsadas y sostenidas por empresas Estadounidenses, es por esto que se promoverá la restricción de acceso a ciertas tecnologías como lo semiconductores, la no regulación tecnológica a nivel mundial, así como otras medidas unilaterales y proteccionistas.

Lo anterior es importante porque está desarrollándose algo de lo que varias personas han alertado desde hace tiempo: el problema no sólo consiste en la concentración de poder y capacidades cuasi monopólicas de las empresas, sino también en qué, cómo y para qué lo ejercen, ya que en el peor de los casos las empresas y el sistema tecnológico podrían quitarse la careta y mostrar su cara más cruda, tal como lo está haciendo Estados Unidos, lo que se traducirá en: más explotación, más intromisión, más excesos y más autoritarismo, el cual será apoyado con dinero, peso político y hasta el propio ejército estadounidense. 

Esto puede pensarse en dos escalas: a nivel internacional la mancuerna tecnología-gobierno será de tipo tecno-imperialista, cuyos objetivos incluirán: la expansión de plataformas digitales con el objetivo de configurar ecosistemas económicos a su favor mediante prácticas como la extracción de valor de datos y la imposición de barreras a competidores locales. También incluirá una dimensión político-cultural, ya que habrá una intención de moldear la percepción colectiva por medio de la promoción estructural y funcional de ideas, discursos, valores y normas; priorizando ciertas agendas y visiones sobre otras, principalmente una agenda conservadora.

A nivel nacional y local se buscará perpetuar y aumentar la desigualdad de las relaciones de poder entre las plataformas digitales, usuarios, empresas y Estados, redefiniendo en el proceso relaciones de propiedad, trabajo y valor. Asimismo, se intentará que las plataformas y demás empresas digitales extiendan la provisión de servicios a servicios básicos y públicos, no sólo absorbiendo la potestad de los Estados y los gobiernos, sino profundizando en lo que algunas voces han denominado como el tecnofeudalismo. Todo este acto significa la concreción y fortalecimiento de una mancuerna que ya empezaba a mostrar su riesgo desde años atrás: el tercnoimperialismo y el tecnofeudalismo. 

En conclusión, se puede adelantar que las empresas tecnológicas estadounidenses trabajarán para aumentar las posibilidades del imperialismo de Estados Unidos para competir contra hegemonías como Rusia y China en ámbitos como el comercio o la guerra. Para tales fines se usará una panoplia de herramientas internacionales como imposición de aranceles; prohibiciones comerciales; chantajes y amenazas diplomáticas y comerciales. A todo esto, falta esperar a la respuesta de gobiernos, empresas y usuarios a nivel mundial, aunque puede adelantarse que esta batalla apenas comienza y entre más rápido los actores acepten esta nueva realidad, más pueden hacer para mejorar sus posibilidades a futuro.

#SPROpiniónLa supremacía tecnológica de #EEUU busca perpetuarse mediante el control de áreas clave como la IA y robótica, con la intención de revivir su momento unipolar.Sin embargo, la rápida expansión de China plantea un desafío. Esto genera tensiones comerciales y… pic.twitter.com/s1WfSsajlw

Fuente:

// Con información de SPR

Vía / Autor:

// Ernesto Ángeles

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Autor: lostubos
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