“No quiero pensar en epitafios. Yo como Woody Allen cuando le preguntaron: “¿Qué piensa usted de la muerte?”, y respondió: ‘Estoy contra ella’. No me quisiera morir todavía, pero probablemente muera pronto”, dice Margo Glantz (Ciudad de México, 1930), quien hoy cumple 95 años de edad plena, sonriente, sarcástica, siempre de buen humor y dispuesta a responder todo; publica MILENIO.
La escritora, profesora y periodista recibió a MILENIO en su casa de Coyoacán, donde vive desde hace más de 50 años rodeada de pinturas, espejos, libros, muñecas, sus amados zapatos (tiene más de 100 pares) y fotografías de su familia. Es el lugar donde escribe sus memorias.
¿Cómo se encuentra, maestra?
Tratando de vivir lo más que pueda antes de que me lleve al otro lado, estoy cerca, pero estoy disfrutando de la vida en lo que cabe.
¿Y tiene ganas de hacer más cosas?
¿El tiempo? No sé lo que me quede, espero que me quede. Usted dice que Ida Vitale tiene más de 100 años, a lo mejor yo puedo vivir también 100 años.
¿Cómo llegó a México?
Mis padres, Jacobo Glantz y Elizabeth Shapiro, nacieron en Ucrania y llegaron a México cuando tenían 24 años. Hablaban ruso y, cuando la cosa se puso muy fea por Stalin, decidieron viajar a Estados Unidos, pero no pudieron entrar y tomaron un barco a Cuba y acabaron en México, yo nací aquí por suerte. Por algún tiempo vivimos de una zapatería que teníamos en el entonces pueblo de Tacuba; mi padre era poeta y hacía lo que podía para que pudiéramos sobrevivir.
¿A quién era más cercana?
De niña fui más cercana a mi padre que a mi mamá, pero cuando nació mi primera hija me hice mucho más cercana a mi madre, que vivió muchos años, murió a los 95, y se acercó más a mí.
¿Escribe su autobiografía?
No, en realidad estoy escribiendo mis memorias. La autobiografía sería cronológica. Las memorias pienso que son como más sueltas, no siguen un orden lógico sino el orden de asociación mental. Aquí es recordar diferentes momentos de mi vida y organizarlos de una manera lo más coherente que pueda. Tengo muchos diarios, publiqué muchas reseñas de mis viajes y estoy buscando la manera de hacerlo; en eso estoy pero van a tardar.
¿Cuál es el país que más le ha impresionado?
Hay muchos. Yo viví en Francia muchos años porque hice el doctorado cuando era muy joven y es un país al que vuelvo cada vez que tengo oportunidad. Pero también la India ocupa un lugar especial. Estuve casada con un profesor que vivía en Estados Unidos, fui profesora en varias universidades y Nueva York es una ciudad que me impresionó mucho, pero me gusta Italia, Berlín, España, Argentina; tengo muchas preferencias y he visto distintos hechos históricos, pues llevo viviendo muchos años en el mundo, soy testigo de muchos momentos.
¿Y sigue viajando?
Me es más difícil ahora porque me cuesta más trabajo caminar y es la cantidad de años que tengo encima. Estoy lúcida, puedo escribir, puedo caminar, puedo todo. Pero ya no puedo hacer los mismos desplazamientos que hacía antes. Extraño mucho no poder tomar un avión, caminar por las calles de París, tomarme un vinito en un bistró, ver ver a mis amigos. Extraño muchas cosas pero ni modo, por la edad que tengo, tengo que suspender muchas actividades.
La casa de Margo Glantz resguarda varios tesoros y recuerdos, incluidos más de 15 mil libros. Resalta una pintura de la escritora y una sirena de trapo hecha a su semejanza, unos pies de madera, estatuillas y pinturas de su padre y madre, y ella las mira, como recordando todo, mientras por la ventana, sus dos perros nos vigilan.
¿Qué momentos han marcado su vida?
Muchos. El nacimiento de mis hijas, de mis nietos; mis experiencias como profesora: he trabajado en las universidades más importantes del mundo. Mi vida como profesora ha sido muy rica, así como mis viajes por el mundo.
¿Y el amor, cómo le fue en la vida?
Pues fue… ya no, ojalá todavía sucediera (risas). Mis parejas murieron hace mucho y me enamoré con intensidad.
¿Usted es feminista?
Yo he sido feminista desde que nací casi. Es decir, me di cuenta de que había siempre un estatus diferente entre hombre y mujer, y en la literatura era muy evidente. Desde muy niña leí mucho y hay muchísimas novelas con nombre de mujer pero escritas por hombres, entonces es una mirada masculina sobre lo femenino. Yo he tratado de desentrañar esa mirada porque uno acaba mirándose con la mirada de los otros, cuando uno debe mirarse con la mirada propia.
En la literatura cada vez hay más escritoras; han cambiado un poco las cosas, ¿no?
De acuerdo, pero también estamos en un momento en que hay una violencia contra las mujeres muy grande, por ejemplo, en Afganistán o en Irán, o el tema del aborto en la religión católica, un tema que es muy importante. Creo que la mujer tiene derecho a decidir si quiere o no quiere tener hijos, si quiere o no quiere abortar, y nadie tiene derecho a exigirme a mí lo que yo no quiero hacer con mi cuerpo. Como decía Simone de Beauvoir, cualquier cambio político, social o cultural, inmediatamente afectará a las mujeres. Es decir, siempre tenemos que pelear; todos tienen que pelear por su libertad, pero a las mujeres nos toca doblemente y lo que me preocupa es que hay muchos hombres idiotas, como decía Sor Juana Inés de la Cruz, bueno, no lo decía así, ella decía “necios”, pero hay que dejar claro que el cuerpo de la mujer es de la mujer.
¿Qué le gustaría que pasara con sus cartas, libros, diarios de viaje?
No me interesa lo que va a pasar después. Ahorita, los originales de mis libros, mi correspondencia, parte de todo ya está en Princeton; estoy juntando la otra mitad para mandarla. Me aprecian mucho y tengo una correspondencia muy rica con muchos escritores y personajes.
“Ahora, de hecho, también tengo muchos WhatsApp; los colecciono, son recuerdos importantes, pues hay una relación afectiva, pero también literaria e intelectual. Son audios, es otra forma de correspondencia que ha cambiado, es como la poética del WhatsApp”.
¿Le gusta tuitear?
Al principio Twitter era mucho más benigno. Creo que sigue siendo un medio de información importante porque estoy inscrita a varios periódicos del mundo y estoy informada, pero últimamente se ha vuelto un medio muy violento, grosero y es difícil ahora. Casi siempre tenía puros seguidores amables, pero ahora con los acontecimientos mundiales, uno está de un lado o de otro y entonces la gente se pelea con uno, pero ahí sigo.
Entre estudios y premios
Margo Glantz nació el 28 de enero de 1930 en Ciudad de México. Es escritora, profesora y periodista. Maestra en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y doctora en Letras por La Sorbonne de París.
Margo Glantz ha recibido premios como el Xavier Villaurrutia 1984, Universidad Nacional, Sor Juana Inés de la Cruz y en 2010 ganó el FIL de Literatura en Lenguas Romances. Ha publicado novelas, cuentos, ensayos, crítica y artículos periodísticos.
Imagen portada: Jesús Quintanar / MILENIO