Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Las profecías de José Agustín: El vidente entre el maizal | Parte III

El autor ‘Dos horas de sol’ supo ver desde el mero principio que el rock era el inicio de lo que acabaría siendo uno de los movimientos culturales y contraculturales más grandes en la historia del arte.

Por José Agustín Ramírez

Como decía en el capítulo anterior, antes de irme a volar, quisiera enumerar algunas de las visiones más claras de mi padre, en ciertos temas que me parecen más que pertinentes, en los cuales José Agustín acertó indiscutiblemente, o al menos hasta donde yo alcanzo a ver, en su ambición por ir más allá de sus tiempos, y conocer los secretos del mañana:

Primero que nada, atinó en lo literario, en su apuesta por un uso libre y coloquial del lenguaje, realista y a veces crudo, pero no por eso menos profundo, con el que investigó en el espíritu de su generación y las posteriores, plasmando un retrato fiel del México contemporáneo. Con su estilo desinhibido y divertido, ayudó a derribar los mitos de la intelectualidad retrograda, que trató de detenerlo con todo su empeño y el ataque feroz y desatinado de sus críticos, en los tiempos de su aparición con el rotundo debut de La tumba, esa novela breve que sigue bien viva y le dio tantas satisfacciones a mi padre. Lo situó en la escena literaria nacional, aparte de poner los pelos de punta a los conservadores, que consideraron carente de rigor y trascendencia a su ópera prima, contrastando con el gusto del público, que siempre lo absolvió de la polémica que lo acompaña, por ser un libro bastante estridente para sus tiempos y aún para los actuales, referente de nuestra carrera directo al abismo.

El segundo aspecto de su casi clarividencia es el rock, su inrockuptible intuición y perseverancia como divulgador de este tipo de música libertaria en nuestro país, de producción tanto nacional como extranjera. Recientemente la editorial Penguin Random House, la casa de la obra casi completa de José Agustín, reeditó su libro de culto La nueva música clásica, y lo hizo incluyendo por primera vez la versión original del 68, que aunque él consideró desechable, o perfectible, en su segunda versión de los ochentas, salvo por el título, la original se considera el primer texto de crítica literaria sobre el rocanrol, seguramente en México pero incluso tal vez en los EU, aunque para eso habría que contratar a un detective, experto musicólogo y literario/bilingüe, o invocar al récord Guiness, para averiguarlo. Pero el hecho es que Agustín apostó desde muy joven y hasta el final de su vida en ser un profeta del rock en México, si no del Nopal, pues ese título ya está apañado, pues entonces que tal el Profeta del Agave Azul, diría yo, pues cómo le gustaba empinarse tequilas, oiga usted, para inspirarse y para vivir la vida en general. Supo ver desde el mero principio, que esa aparente moda pasajera, era el inicio de lo que acabaría siendo uno de los movimientos culturales y contraculturales más grandes en la historia del arte, del siglo pasado y lo que va de este, aunque nunca falta algún amargado que quiere darlo por muerto, el rocanrol no morirá jamás. En eso tambor, don JA se adelantó a sus tiempos, fue un precursor de la migración del rock a México, algo que muchos amantes de la música le agradecemos.

Después quisiera mencionar las luchas propias de su generación, las varias causas que mi jefe afirmaba habían aportado el movimiento jipi y la psicodelia a las luchas sociales, como la ecología, el feminismo, o la lucha contra el machismo, la liberación sexual, así como, de alguna manera un tanto narcotizada, también ayudaron a la eventual caída o derrocamiento del antiguo régimen unipartidista, o la dictadura perfecta del decadente PRInosaurio.

En novelas como Dos horas de sol, mi padre expresó sus preocupaciones por el desastre en que ya se había convertido el puerto de Acapulco, en términos sociales, culturales, políticos, y desde luego en el deterioro drástico del medio ambiente. Un tema que a mi padre le dolía en particular, pues era de familias guerrerenses por ambos lados, paterno y materno, una familia costeña, y sus recuerdos infantiles estaban ligados a sus viajes a Acapulco. Iba con toda la pandilla Ramírez Gómez, los llevaba volando mi abuelo, el piloto aviador, y allá vivieron un poco de los buenos tiempos de Acapulco, aquellos a los que cantaba su tío, el compositor guerrerense por excelencia, por el que ambos mi padre y yo llevamos este nombre de José Agustín Ramírez.

La trama, que gira alrededor de un huracán devastador en el puerto, de la cual son testigos dos periodistas cínicos y disolutos, se ha vuelto profética también, cuando vemos el caos provocado por los desastres naturales de los huracanes Otis y John, que aún no se han podido superar, y nos recuerdan, aterradoramente, los incuantificables daños causados por los huracanes Katrina en Nueva Orleans, hace ya más de una década, o la increíble destrucción que dejó tras de sí la peor dana de la historia en la región de Valencia, España, el año pasado, así como los incendios actuales en el estado de California que, no bien ha empezado este 2025, amenazan con destruir la industria de los sueños hollywoodenses, cobrando vidas, arrasando con cientos de hectáreas, animales inocentes, mansiones de famosos, en impresionantes grabaciones donde la realidad ha superado sus ficciones, el destino nos alcanza y me pregunto qué podemos hacer, ante un destino tan devastador, que parece incontenible.

Mencioné también el feminismo, o la lucha contra el machismo, la liberación sexual de los sixties, de la cual fue parte, y se puede constatar en la obra de teatro Abolición de la propiedad, que versa sobre este tema, así como en Se está haciendo tarde había un personaje gay, que era casi idealizado como un ser sobrenatural; o en el argumento de Ciudades desiertas, que si bien le valió acidas críticas de colectivos feministas, que acusaron a mi jefe y a su personaje Eligio de machines insufribles, irredentos, celosos y nalgueadores, es el intento más serio de mi padre por emancipar a su ánima femenina, en el personaje de Susana, que escapa de su esposo para vivir su propia evolución y crecimiento como escritora, aunque al final accede a darle otra oportunidad al polémico protagonista, que exhibía todos los dilemas del macho mexicano, con los que mi padre lidiaba como los hombres de su tiempo, en su afán por comprender la verdadera dimensión del amor más allá de la propiedad privada, las relaciones tóxicas y codependientes. Todos estos, temas candentes que apenas se están asimilando por la sociedad moderna.

Por último no podemos dejar de mencionar sus Tragicomedias mexicanas 1, 2 y 3, que fueron y son un parteaguas en la historia de la cultura y la política, un recuento implacable del México del siglo pasado, que dejó una huella imborrable en cómo se veía al gobierno, desde la óptica despierta de un pueblo que, desde muchos flancos, exigía a gritos los cambios necesarios para acceder dignamente al nuevo milenio, pues el régimen nacido de la añeja revolución mexicana, ya había agotado todos sus recursos, herramientas, vicios, mañas y corruptelas, ahogado en injusticias y descontento social, que Agustín reflejó con mucho humor y una mirada crítica aguda, veraz y minuciosa. Pintó su panorama nacional, que anunció el verdadero sentir de los de abajo, y la eventual caída de una falsa democracia y los privilegios de las castas gobernantes. El derrumbe del México como lo conocíamos. Mi padre luchó toda su vida por ver esta caída, contribuyó a los distintos pasos que dio la nación en el sentido de su liberación, aunque también fue crítico de esos procesos, permaneciendo siempre independiente. Aplaudió los pasos de bebé que daba la nación para crecer, vio llegar y pasar a los partidos comunistas, la creación del PRD, los zapatistas de Chiapas, y demás intentos de hacer el cambio y conseguir que rodaran las ruedas de la evolución que, si bien oxidadas y a regañadientes, para mi absoluto asombro, han dado la vuelta, en un intento desesperado por salvar a este país del peligro inminente y definitivo que nos amenaza, en la forma de cambios climáticos, guerras, hambre y pestes modernas. En una entrevista que concedió a Excélsior, el 13 de julio de 1987, José Agustín ya hacía declaraciones osadas, adelantado a esa era primitiva del parque jurásico mexicano: “Ya no es posible, por más que hubiera buenas intenciones, de parchar a un dinosaurio totalmente desvencijado y en absoluto deterioro”, decía del régimen priista, “El tapadismo con el PRI, y el presidencialismo tal y como están ahora, vienen a ser el rasgo definitivo del subdesarrollo nacional, es lo más atrasado que tenemos y resulta grotesco”, opinaba Agustín, siempre contra la corriente, “No milito en ningún partido. Para nada, tengo mi concepción del mundo que me ha costado muchos años de esfuerzo”, y para rematar: “Los escritores, ante la dificultad de encontrar trabajo, han propiciado, con mucha facilidad, ciertas formas mediante las cuales no florece la expresión libre y abierta. Y entonces percibo una clara derechización, se han derechizado una enorme cantidad de intelectuales o se quedan callados, propiciando que el medio intelectual esté desempeñando un papel muy desafortunado en estos momentos, y es triste, porque deben ser la conciencia crítica del país”.

Vaya, y es claro que no se necesitaba ser Nostragamus, o Sherlock Holmes, para ver que el sistema político mexicano estaba ya moribundo, a fines del siglo pasado, pero José Agustín lo denunció a tiempo, por escrito, en una saga histórica sin paragón en la literatura nacional, con su estilo crítico, desenfadado, satírico, viendo a México desde un punto de vista más elevado, más adelantado, una mirada de águila que no aceptó los consejos de los cuervos y buitres que lo rondaban. Podemos concluir sobre este tema, que hasta el príncipe y el mendigo pueden leer, o ya los han leído, él solía regalárselos a albañiles y jardineros que trabajaron en la casa, la “Sal de la tierra”, dirían los Rolling. Y qué si acaso José Agustín no pronosticó la caída de la dictadura perfecta, sí fue claro desde siempre sobre la necesidad de cambios y modernización, sensibilización. Y con sus ensayos al respecto (recomendados hasta por la flamante señora presidenta de México, que lamentó la muerte de este gran escritor, reconociéndolo como parte de su formación universitaria) puso más que su grano de arena, podemos afirmar que hizo su parte, para ayudar al derrocamiento del antiguo régimen, el maldito sistema corrupto que se niega a morir del todo, que se multiplica y lucha encarnizadamente por sobrevivir al holocausto que propició.

Imagen portada: Especial

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// José Agustín Ramírez

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más