Hablar de agua suele reducirse a captarla, distribuirla o purificarla. Pero más allá de cómo la manipulamos, este líquido forma un ciclo que trasciende lo visible, que le ha servido como inspiración creativa a artistas como Hokusai, Hockney o Renoir. Federico Pérez Villoro es un artista que, en colaboración con Tequila Don Julio, ha creado un instrumento de agua que convierte cada gota en música para plantas, y cada sonido en un llamado a cuidar el recurso más vital del planeta; publica MILENIO.
La pieza, que se presentará en la 12 edición de Salón ACME, está inspirada en la figura de Don Julio González cantándole a sus plantas. La conexión emocional entre el ser humano y la tierra es el punto de partida de esta instalación. Su funcionamiento es tan poético como su concepción: sensores de movimiento detectan la presencia de los visitantes, activando una lluvia sutil que intensifica su caída y sonido conforme el espacio se llena.
Como raíces profundas en tierra fértil, Tequila Don Julio nutre el legado de su fundador, cultivando un mañana en el que tradición y sostenibilidad florecen para el bienestar comunitario. Con más de 100 millones de pesos destinados a proyectos de acceso y saneamiento de agua en Jalisco, busca reponer 100% del agua utilizada en sus operaciones para 2025. Además, ha reforestado 43 mil árboles nativos y creado viveros municipales, como el de Atotonilco El Alto, para preservar especies endémicas y recargar mantos acuíferos, así como la contribución a la mejora de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales en Ocotlán, promoviendo el reúso hídrico.
Estas acciones forman parte del programa global “Preservar el agua para la vida”, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, para asegurar el acceso al agua potable y la sostenibilidad hídrica a largo plazo, reafirmando su liderazgo en la protección ambiental y el desarrollo comunitario.
Para Pérez Villoro cuidar las aguas cercanas es cuidar a las que parecen estar más lejos y a las que llevamos dentro. El artista mexicano lo traduce en esta obra, entendiendo el compromiso con el agua como una urgencia social y ecológica. En la conversación se exponen las ideas que dieron forma a su instalación, el vínculo emocional que nos conecta con los ecosistemas y la importancia de repensar colectivamente nuestra relación con el agua.
¿Qué te llevó a explorar la relación entre el agua y la intervención humana?
Mi trabajo explora las formas en las que las tecnologías imponen comportamientos —gramáticas sociales— que en muchos casos afectan los ecosistemas vivos. En específico tengo un tiempo estudiando tecnologías cartográficas y de navegación: instrumentos por medio de los cuales se determinan los límites espaciales y se condiciona el movimiento dentro de los mismos. Los cuerpos de agua no son una excepción. Históricamente los ríos, los lagos, los mares han sido caminos y fronteras, son marcadores cartográficos. El reconocimiento del agua como unidad geográfica me llevó a pensar en toda la historia detrás de la domesticación.
¿Qué respuestas o reflexiones esperas despertar en los espectadores con esta instalación?
La propuesta es un mecanismo hidráulico que genera un canto para un grupo de plantas. Al centro de la instalación hay una fuente participativa que detecta la presencia de personas alrededor del objeto y genera un flujo de agua. Esta lluvia es captada por un sistema de hidrófonos y sintetizada como una composición sonora. Me interesa mucho la relación inseparable entre el agua y las plantas. Cuando pensamos en el cuidado de las aguas, pensamos en la captación, potabilización, saneamiento y distribución del agua en su estado líquido. Sin embargo, los tejidos hídricos son más sutiles. El cuidado de las aguas también consiste en el cuidado de otros organismos vivos hechos de agua: como las plantas y las personas.
¿Cómo se desarrollará la música para plantas?
En colaboración con la compositora Leslie García, estamos desarrollando un programa que traducirá, de forma generativa y espontánea, dichas señales captadas por los hidrófonos en frecuencias pensadas para diversas funciones vegetales. Habrá frecuencias para fortalecer raíces, para producir clorofila, para mitigar el estrés, para germinar. Las plantas se relacionan con el sonido de forma muy distinta a los humanos y nuestro instrumento de agua priorizará dichas formas de escucha. Es interesante imaginar cómo perciben el sonido las plantas y cómo se ven sutilmente afectadas por las ondas sonoras en su materialidad física.
¿Cómo se manejará el agua utilizada en la instalación?
La instalación está diseñada con agua que sube y baja a través de un sistema de bombas y válvulas eléctricas controladas computacionalmente. Ese movimiento del agua produce un paisaje sonoro para ser escuchado (sentido) por un grupo de plantas espectadoras. Es un mecanismo cíclico que honra la presencia del agua en el espacio, pero diseñado para evitar el desperdicio. El agua se utilizará para regar las mismas plantas que harán parte de la instalación y aquellas que ya habitan en ese espacio. El agua restante se regresará al tinaco o cisterna del recinto.
Imagen portada: Especial / MILENIO