Por José Jaime Ruiz
Había señales desde Río de Janeiro, pero en su debut de negociaciones de altísimo nivel con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, la presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, Claudia Sheinbaum Pardo, lo ratificó con creces. Su mano de hierro envuelta en un guante de terciopelo ganó el aplauso doméstico y a escala mundial, exacto, ahí están los testimonios de los principales medios de comunicación globales y de los estadistas del planeta. Sólo los traidores a México y los banalistas (los que analizan desde su banalidad estereotipada) farolean desde su oscuridad analítica, desde el rencor chayotero del derrotado. Así Felipe Calderón y sus extensiones mediáticas. Tragándose su banalidad, algunos reculan leve pero inexorablemente, como Carlos Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva.
Ínfimos, siguen negado lo que la realidad les espeta en la cara (Raymundo Riva Palacio); minimizados por el voto popular, se refugian en sus torpezas políticas (Lilly Téllez, Jorge Romero y Alejandro Moreno). A los que siguen escribiendo de reformar la reforma judicial (Enrique Krauze y su jefe Claudio X. González), el 5 de febrero les recordó, desde la realpolitik, que no son invitados al convite ciudadano de las celebraciones (Norma Piña y su Cártel de la Toga). El poder se ejerce o no es poder (obvio). La derrotada tribu del rencor tiene un nuevo nombre: los mareados madreados.
Y aquí el madreo presidencial: “Solo hubo ahí algunos mareados que siempre van a estar en contra, siempre, que ‘festejaban que hubiera tarifas’, imagínense. O sea, decían: ‘Que bueno, vamos a festejar que haya aranceles en México’, pero bueno, esos ya sabemos quiénes son. Hubo uno que sacó un —no voy a usar nombres porque— un artículo en el Reforma que dijo ‘Lo que tiene que hacer ahora, México, es cambiar de modelo económico, cambiar su relación con Estados Unidos’. No, ¿verdad?, no es necesario eso. Entonces, fuera de algunos cuántos por ahí, la verdad es que el apoyo fue abrumador. Y eso habla, de que estamos construyendo este gran acuerdo de desarrollo del país, que es muy bueno, y la defensa del pueblo de México y la soberanía siempre, por encima de todo”.
Traidores a México, banalistas, el nuevo paradigma del Segundo Piso de la Cuarta Transformación los mantiene estupefactos, repitiendo sintagmas superados, lillyputienses.