Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
La salida del publicista Guillermo Rentería como asesor del Gobierno del Estado de Nuevo León, supone un importante viraje en el ejercicio de la comunicación social de la administración del gobernador Jaime Rodríguez Calderón, también en las arcas públicas porque se presume que Memo ganaba alrededor de 30 millones de pesos mensuales –lo que costó la compra de un dron patito y la adquisición fantasma de cobijas.
Históricamente la comunicación política y social del Bronco ha sido una comunicación fallida. Una cosa son las campañas políticas y otra muy diferente la comunicación gubernamental. La comunicación “emocional” de Rentería no latió ni late ni latirá. Como candidato el Bronco era un buen producto por la expectativa de cambio en Nuevo León después de gobiernos panistas y priistas. El voto de castigo a la gubernatura de Rodrigo Medina de la Cruz, la búsqueda de la alternancia y un candidato polémico, fueron los factores del triunfo de Rodríguez Calderón –Memo Rentería sólo aprovechó el viaje.
Ya instalado en la gubernatura, el Bronco no hizo cambios significativos: no metió en la cárcel a Medina de la Cruz, mantuvo la impunidad por un lado y, por el otro, la corrupción no se atajó ni combatió, al contrario, se acrecentó y la primera muestra fue la compra de 200 mil cobijas fantasma, ni existió la empresa ni existieron materialmente las cobijas.
La aventura de buscar la Presidencia de la República fue otro insulto a los ciudadanos de Nuevo León. El Bronco había prometido no “chapulinear” e incumplió. Su desastre electoral fue total y el referéndum de los nuevoleoneses unánime: el Bronco reprobó y quedó muy debajo de Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya. Su más de un millón de votos de 2015 se diluyó en 2018. ¿Dónde estaba Memo Rentería?
Al final de su mandato, su supuesto gallo a la gubernatura, Manuel González, secretario de Gobierno, según la encuesta del periódico El Norte, apenas llega a un dos por ciento en la intención de votos y, a pesar de haber sido gobernador interino, ni lo conocen en Nuevo León. Esto habla del quiebre profundo entre la sociedad y el gobierno de Rodríguez Calderón.
Es muy tarde para hacer cambios en la comunicación basada en la teatralidad. El Bronco despilfarró su bono democrático a los tres meses de haber llegado a la gubernatura; su credibilidad, por dejar libre a Medina de la Cruz, a los seis meses. Y en estos meses que le quedan de mandato es imposible cambiar las cosas. La llegada de Waldo Fernández –representante de Nuevo León en la CDMX y jefe de la Oficina Ejecutiva– como vocero, garantiza que la imagen del Bronco pueda mejorar, pero no que remonte. El daño estructural en la comunicación social es mayúsculo. En política, la credibilidad no se recupera.
La deliberación pública ya condenó al Bronco y su metodología digital tiene efecto boomerang: las benditas redes sociales han terminado por enterrar su credibilidad. Acomodando una idea de Jean Mouchon: “Ya no es el tiempo del artificio, sino el de la verdad, por más que ésta sea insatisfactoria. El reacomodamiento que viene desarrollándose se parece mucho a una operación de salvamento realizada tardíamente”.