El sociodocumentalista, fotorreportero y ambientalista Sebastião Salgado, (Minas Gerais, Brasil, 1944), quien este 8 de febrero cumple 81 años de edad, celebra en el Museo Nacional de Antropología su exposición Amazônia; publica MILENIO.
Para poder capturar cada de las 230 fotografías que se exhiben, el artista trabajó durante nueve años, realizando 58 viajes en barcos grandes para que tuvieran enormes depósitos de combustible con la finalidad de llegar a los más recónditos lugares de la Amazonia, a la que ha bautizado como “el paraíso”.
Al caminar entre más de 200 imágenes, el fotógrafo y ambientalista brasileño se transformó en el director de una extraordinaria orquesta y de una singular sinfonía fotográfica, cada una con su propia armonía, tonos y relatos, que le susurraban al espectador historias que jamás escucharía y conocerían.
Está satisfecho de mostrar imágenes nunca antes vistas, tomadas de las montañas más grandes de la Amazonia, a las que pudo acceder y capturar en aviones y helicópteros del Ejército de Brasil.
En entrevista con MILENIO, Sebastião Salgado dijo que regresó a sus orígenes, al lugar en donde nació, en Minas Gerais, porque ahí, en una casa maravillosa, piensa pasar los últimos años de su vida.
El fotógrafo que colaboró para la agencia Gamma en París, y posteriormente, en 1970 ingresó a trabajar a Magnun Photos, para 1994 formar su propia agencia Amazonas Images, en París, reflexiona sobre su trabajo, su estética y su familia.
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Su trabajo ha documentado los horrores cometidos por la humanidad con las grandes bellezas del planeta como la Amazonia, ¿Cómo describe su evolución como fotógrafo a lo largo de su carrera?
Mi evolución ha sido la evolución de todos, yo nací en un país subdesarrollado como Brasil, vengo de una experiencia de inmigración, emigré a la ciudad y participé del movimiento político, fui refugiado en Francia durante 11 años por la dictadura en Brasil.
Mi fotografía ha estado siempre ligada al momento histórico que viví. No solo yo evoluciono, todos evolucionamos en relación al planeta, y al percatarme de ello consideré necesario, para la sobrevivencia de nuestra especie, hacer este tipo de fotografía ligada a la preservación de nuestro entorno.
Su estilo en blanco y negro es inconfundible. ¿Qué busca transmitir a través de esta estética?
No busco nada, es la única estética que soy apto de realizar, no soy capaz de fotografiar en color. Claro, nada es en blanco y negro, el usar blanco y negro es una distracción, y por medio de ella lo que busco es, a través de esos grises todas las gamas de colores intensos que le permitan a las personas mirar e interpretar las fotografías. En ese momento la fotografía pasa a ser parte del espectador, entonces así es el blanco y negro, pero yo me disculpo porque esa es la única forma que tengo de fotografiar.
Desde que la fotografía invadió su vida como economista a los 29 años, durante su viaje a África en 1973, ¿cuál ha sido el lugar que más le ha impactado, además de la Amazonia?
Todo me ha impactado, vivimos en un planeta maravilloso, me ha capturado su belleza, las luces y hasta la violencia de la especie humana. Yo he visto cosas terribles que hasta me enfermé, creían que iba a morir, un doctor en París me dijo: “Sebastião tu salud está bien, pero todo tu cuerpo está muriendo porque has visto tanta violencia”.
«He visto de todo, visité más de 130 países, he tenido el privilegio de ver desde adentro lo que estaba pasando en esos lugares, y hoy tengo unos archivos fotográficos increíbles de esos momentos. Mi archivo está en París totalmente referenciado y catalogado, todo gracias al trabajo de mi mujer Lélia, quien tiene una capacidad de organización increíble».
De todos los lugares en los que ha estado ¿en qué sitio le gustaría vivir tranquilo y pasar los últimos años de su vida?
Estoy volviendo a mis orígenes, hemos hecho el proyecto de plantar árboles en Brasil, ya plantamos más de 3 millones de árboles. Y hemos construido una casa muy linda ahí, a donde nací, porque recorrí todo ese mundo y he regresado porque quiero morir ahí.
Su esposa es fundamental, su primera cámara ella la compró y usted la tomó ¿cómo ha sido este acompañamiento?
Ha sido fabuloso, ha sido el gran complemento de mi vida, yo no sé en dónde empiezo y en dónde Léila termina, somos uno mismo.
Tenemos un hijo que tiene síndrome de Down y que ha sido una lección para nuestra vida de humanidad y de amor, hemos construido todo esto juntos. Ella viajó conmigo a todas partes, y casi la pierdo en México. Estábamos en el Istmo de Tehuantepec, esperando un autobús, yo no tenía plata para alquilar un coche y queríamos ir a las comunidades indígenas, entonces un alacrán venenoso muy grande la picó, ella casi muere. Solo puedo decir que ella es parte de mi vida, es mi gran compañera.
La exposición Amazônia
Para anunciar Amazônia, el director del Museo Nacional de Antropología, Antonio Saborit, definió a Sebastião Salgado “como el mejor fotógrafo contemporáneo”, al tiempo que relató cómo fue que la obra del prestigioso fotógrafo llegó a México para su exhibición.
Su esposa, Lélia Wanick Salgado (1964), quien es la curadora de la exposición, aclaró que la luz de la sala es la que emana de las fotografías y no de las luminarias artificiales, circunstancia que llevó a que se retrasara la muestra por varias semanas, y se abriera hasta ahora al público, este jueves 7 de febrero.
El fotógrafo que abandonó la economía, movido por la admiración de todo lo que podía hacer con una cámara, expresó que para él es una satisfacción presentar sus fotografías en el Museo Nacional de Antropología, “el principal museo del planeta, porque tiene la cultura y la historia completa de este país. Y para nosotros traer las comunidades indígenas de la Amazonia y estar al lado de las grandes culturas indígenas mexicanas, es fantástico”.
Es importante mostrar este trabajo fotográfico, enfatizó el artista, porque se está perdiendo la Amazonia, el 18 por ciento de ella ya no existe, se fue, pero estas fotografías que ahí están representan el 82 por ciento que aún prevalece.
“Yo presento a la Amazônia que todavía tenemos, la que nosotros preservamos y mantenemos, porque con el cambio climático, con la destrucción permanente del medio ambiente y con nuestra sociedad de consumo, estamos acabando con el planeta, tenemos la obligación de cuidar algunos de estos grandes santuario y Amazônia es uno de ellos que nos sirven para garantizar la sobrevivencia de nuestra especie”.
Subrayó que es muy importante mostrar estas fotografías de la Amazônia a la prensa para invitar a todos los mexicanos, pues México es uno de los países más importantes de América, con el fin de presionar a los políticos y gobierno de México para proteger aquella región del planeta.
“Queremos que las personas que salgan de la exposición no sean las mismas, para mí es un honor estar en México, yo viajé mucho por este país, en el inicio de los años 80”.
Relató que estuvo aquí viviendo en la casa de su gran amiga, la gran fotógrafa Graciela Iturbide, época en la que conoció al político y buen fotógrafo Víctor Flores Olea, quien al frente del entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes lo ayudó a trabajar en el Instituto Nacional Indigenista (INI).
“Yo conozco bien el país porque lo recorrí gracias al INI, que me contrataba un guía, a veces me conseguía una mula para que cargara mis cámaras y todo lo que llevaba, y así caminaba por muchas comunidades. A Oaxaca la conozco como la línea de mi mano, caminé en sus comunidades, y para mí fue simplemente fenomenal. Aunque me di cuenta de que la cultura mixe ya no existía, todas las personas vivían en la periferia de Ciudad de México, y con ello la destrucción de una cultura”.
Dijo que todos los habitantes están transformando en alien al planeta, dejando detrás un desierto ecológico, con la destrucción masiva y con el calentamiento global se está perdiendo una biodiversidad colosal.
“Esa es un poco la razón de esta exposición, para llamar la atención sobre esta problemática que es muy grave”.
Indicó que las asociaciones civiles, las organizaciones de consumidores, tienen que presionar, para boicotear los productos que vienen de Amazonia, de lo contrario se perderá totalmente ese bosque.
“Además está la parte humana, dentro de la Amazônia brasileña tenemos un poco más de 300 tribus con culturas y lenguas distintas, seguramente hoy es la más grande concentración cultural del planeta, tenemos además 102 grupos que jamás han sido contactados, por lo que es la prehistoria de la humanidad que vive ahí vive”.
Imagen portada: Jesús Quintanar / MILENIO