Noticias en Monterrey

Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Los días de los cristales rotos

Por Francisco Villarreal

El pasado 4 de febrero, en la red X, que antes era Twitter y próximamente tal vez el “evangelio” de Satanás, Nick McKim escribió palabras bastante duras y alarmantes: “Estados Unidos se está deslizando hacia el fascismo bajo el gobierno de Donald Trump, y los oligarcas están huyendo como bandidos. Las comunidades marginadas pagarán el precio. La naturaleza pagará el precio. El clima pagará el precio. Donald Trump debería estar tras las rejas, no en el Despacho Oval”. Disculpando la traducción de Google, porque yo no hablo en idioma gabacho. Cualquiera diría que Nick es otro de las miríadas de francotiradores que incuba o inventa el señor Musk en su monstruosa herramienta de manipulación, pero no es el caso. Mr. McKim es senador por Tasmania en la Cámara Alta del Parlamento de Australia. Su texto es una parte de algo más amplio que dijo ante esa asamblea legislativa. Añadiría que Nick es también un migrante, su familia emigró desde Gran Bretaña hasta Tasmania. Insiste Nick en que quien no se ha dado cuenta de esa ruta fascista de Estados Unidos, es que no está poniendo atención.

Días más o menos que Nick, leí también una declaración que es un latigazo de verdad: “El problema en Palestina no son los palestinos, es la ocupación israelí”. Lo dijo un príncipe, pero no uno de Disney sino uno de Arabia Saudita: Turki bin Faisal Al Saud. Desde tiempos de su abuelo, el rey Ibn Saud, y de su padre Faisal, la dinastía Saud se ha distinguido por involucrar activamente a su numerosa prole en asuntos de estado, sobre todo en Economía, Diplomacia y Seguridad. Es decir, don Turik no es un improvisado; incluso fue embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos. Ahorrativo en palabras pero con aristas semánticas, como debe ser la diplomacia, el príncipe planta ante el mundo y ante  Donald Trump, la razón por la que la “idea” de ocupar Gaza es otro delirio del presidente gringo. Si se desglosa la “humanitaria” solución racista de Trump, se concluirá que es imposible de aplicar y que, si insistiese, tendría un costo en dólares muchísimo muy superior a otras desafortunadas intervenciones estadounidense en Oriente… un desastre económico insostenible. Además, el propio Israel no toleraría un “protectorado” extranjero en Gaza, porque Netanyahu quiere apropiarse de Gaza. Aquí habría qué preguntar a Trump, cuál de todos los estados de la Unión Americana, de preferencia republicanos, estaría dispuesto a ceder territorio para instalar alrededor de dos millones de Palestinos.

Aunque Trump desea serlo, es un imposible Nobel de la Paz, a menos que ordene que se lo otorguen sus “minimes” republicanos en el Congreso. Intentó “enmendar” su bulo sobre Gaza asegurando que no enviaría tropas: “No hay prisa, no habrá gente, Israel suministrará todo. No estamos hablando de tropas sobre el terreno ni nada, pero creo que el hecho de que estemos allí, de que tengamos una inversión allí, creo que contribuiría mucho a crear la paz”. Es decir, que está autorizando explícitamente a que las tropas de Netanyahu masacren a toda la población palestina. Sobre esas ruinas ensangrentadas, Trump enviaría sus tropas inmobiliarias para levantar sus “resorts”. Otro sueño guajiro de la caja registradora del magnate. Bien dice el ayatollah Alí Jameiní, suprema autoridad en Irán, al afirmar que hacer tratos con Estados Unidos, especialmente con Trump, “no es sabio, no es inteligente y no es honorable”. ¿Negociaría Irán con los Estados Unidos de América de Trump? Es muy probable, pero la línea iraní ya está trazada y es inamovible. Serán negociaciones muy difíciles… para Trump. El magnate no tiene principios: negocia agresivo, abusa de especulaciones, amenazas y bravuconeadas. Pero ante Irán hay un obstáculo monolítico: los principios los dicta un líder absolutista, sí, pero con una rígida formación política y religiosa. Los negociadores iraníes no pueden romper esos principios porque sustentan su integridad social, moral y espiritual. En el caso de Trump y sus secuaces no hay eso… Es decir, no hay integridad de ningún tipo.

En México, la presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido que negociar con Trump. Espero que ella haya tenido la lucidez para, antes de cualquier compromiso, asumir también la opinión del ayatollah Jameiní. No se puede tener ninguna certeza con un tipo que no honra su palabra y que, además, se ha rodeado de “asesores” obviamente fascistas como Musk, y agresivos ultraderechistas como Vance y Rubio. Eso sin considerar que Trump ha “reformado” al Partido Republicano convirtiéndolo más bien en una secta. El simbolismo de la Marcha de la Lealtad, que encabezó la presidenta mexicana, nunca ha tenido mayor relevancia como este año. Contra la popularidad de Sheibaum, en Estados Unidos crece el rechazo contra Trump y contra su “asesor” fascista. Para nosotros es preocupante el perverso juego de Trump con calumnias, exigencias y amenazas arancelarias contra prácticamente todo el mundo. Debería, creo yo, preocuparnos tanto o más lo que está sucediendo dentro del propio Estados Unidos. Trump y sus secuaces están destruyendo la de por sí deficiente democracia estadounidense. En este momento, la oposición desde el Partido Demócrata es insuficiente para parar la cancelación, intervención y control potestativo que Trump y Musk están haciendo dentro de la administración federal. Millones de ciudadanos ya están siendo afectados y están en vías de ser expuestos a un control autoritario y vengativo si Musk logra apoderarse absolutamente de las bases de datos del Departamento del Tesoro. Además, simplemente la cancelación o control voluntarioso de la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor y de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades ya implican riesgos generalizados, dejando a los estadounidenses a merced de la voracidad de los banqueros y de las aseguradoras de servicios médicos. Esto es prácticamente un golpe de estado funcional.

Mientras el estafador que preside el gobierno de Estados Unidos ordenaba celebrar cada 9 de febrero su ridículo “Golfo de América”, en México celebrábamos la “Marcha de la Lealtad” que conmemora un acto de patriotismo contra la insidia del embajador de Estados Unidos en México, quien fue un comedido gestor del golpe de estado contra el presidente Francisco I. Madero. Es mil veces superior el acto mexicano que el desplante de Trump. Mientras que el mandatario ofrece un circo sin pan al pueblo estadounidense, la presidenta convoca al patriotismo, sin pan y sin circo. Está claro que hay cambios globales que está provocando la agresiva política de Estados Unidos. Se ha ganado a pulso el repudio de muchas naciones y la burla de otras. Lo que resulte de las amenazas arancelarias tendremos que asumirlo, y no creo que sea fácil. Pero lo que resulte del cambio que está forzando en el gobierno estadounidense es todavía más peligroso, sobre todo porque hay enajenados como Milei en Argentina y Noboa en Ecuador, que están dispuestos a emularlo. Y como ellos habrá más, como ya los hay incluso dentro de México en la oposición con partido o sin partido, con toga o sin toga, con micrófono o sin micrófono. Tal vez, sólo tal vez, si para convocar a la unidad no usáramos el pendón guadalupano de Hidalgo sino el de la Virgen de los Remedios de Hernán Cortés, la oposición proclamaría lealtad a su “madre… patria”. Algo es algo. El caso es que creo que el verdadero peligro está en qué tipo de gobierno están construyendo Trump y su secta. Ahora parece chivo en cristalería, pero atendiendo al consejo de Mr. Nick McKim, deberíamos verlo como la “Kristallnacht” alemana de 1938 contra los judíos, pero esta vez aplicada contra el estado. Ahora entiendo mejor el asalto al Capitolio, emulando a su santo patrón alemán que incendió el Reichstag. Es muy probable que la estrategia aislacionista durará sólo hasta que logre ejercer un control interno absoluto, dictatorial. Luego, por supuesto, vendrá la expansión: el “destino manifiesto” del “espacio vital”. Siempre ha sido así.

Ceterum censeo: Divorciado de la OMS, de la ONU, de la Corte Penal Internacional, de la lucha contra el Cambio Climático, de la protección de los Derechos Humanos, etcétera, más lo que se acumule, me llama la atención que Trump ni se inmute ante sus propias contradicciones. Emprende una cacería racista de indocumentados e intenta ampliarla a “documentados”, propone hacer una limpieza étnica en Gaza, pero se queja amargamente de lo mal que trata el gobierno de Sudáfrica a los sudafricanos, sólo a los blancos. A ver cuánto tarda en firmar otra orden ejecutiva para acoger a los sufridos sudafricanos blancos en Estados Unidos… No debe tardar. Mucho me temo que los votantes estadounidenses hicieron realidad un brillante relato: “El sistema del doctor Brea y del profesor Pluma”, de Edgar Allan Poe, donde son los locos los que administran el manicomio.

Fuente:

Vía / Autor:

// Francisco Villarreal

Etiquetas:

Compartir:

Autor: lostubos
Ver Más