Por Félix Cortés Camarillo
Al compromiso del presidente Roosevelt, luego de la debacle económica de 1939, se le dio el nombre del New Deal. Como se le quiera traducir, el nuevo acuerdo, el nuevo pacto, la nueva complicidad, lo que sea. El eje motor de ese planteamiento de reinicio nacional quedaba en una frase de compromiso: en cada garage un carro, en cada olla una gallina.
Funcionó y consolidó a los Estados Unidos como la gran potencia que va a acabar de ser muy pronto, gracias sobre todo a la Segunda Guerra Mundial. Esa icónica circunstancia, que el ataque japonés de Pearl Harbor le abrió las puertas mundiales a los Estados Unidos, tiene dos potentes brazos. El primero es el desarrollo de la industria del armamento, que disparó el empleo y la prosperidad que hicieron de la gallina de Roosevelt dos.
El otro brazo es mucho más importante y tiene consecuencias de trascendencia universal e histórica: la importancia de la mujer. Para suplir en las fábricas a sus hermanos, novios, maridos o lo que fuere. que andaban matando alemanes y enamorando francesas, las mujeres de los Estados Unidos tuvieron que ir a trabajar; de lo que fuera. Con la natural consecuencia de tomar conciencia de que eran seres humanos, valiosos, iguales y que podían disponer de su destino.
Ergo, su cuerpo. Ahí nace la liberación sexual y el feminismo.
Donald Trump y el Rasputin que tiene al lado y habrá de traicionarlo, en menos de un mes han puesto en marcha un nuevo New Deal americano, que no tiene nada que ver con la gallina en la estufa y el carro afuera. Por el lado de las interioridades, el señor Elon Musk puede tener muchos millones de dólares, pero lo que más le ufana es que cientos de miles de empleados de la administración han perdido o están de proceso de perder su chamba. El mensaje de ayer a todos los empleados de la administración se les informa que deben rendir a la oficina de Musk un reporte semanal de sus actividades para conservar su trabajo.
No en balde el payaso presidente de Argentina, un tal Milei, se apareció en Washington haciendo obsequió a Elon Musk de una sierra mecánica. Se supone una alabanza a los recortes draconianos que él ha ejecutado a la burocracia argentina; lo que está haciendo Musk.
Hay algo más grave en este nuevo orden que Trump quiere imponer, que es el nuevo orden mundial. Cambiarle el nombre al Golfo de México puede parecer pueril, como la convocatoria de hacer de Canadá la estrella número 51 de la bandera de las barras y etcétera, o las pretensiones de hacerse de la estratégica isla de Groenlandia
En donde la puerca tuerce el rabo es en Europa.
Porque el señor Trump no solamente ha declarado que la guerra de Ucrania la provocó Zelenski, quien es un dictador, que no ha sido electo democráticamente, y que debe pagar a la tesorería de Estados Unidos el dinero que hasta ahora su país le ha dado a Ucrania para su defensa. Sólo para que conste: la invasión Ucrania por Rusia no comenzó hace tres años el 24 de febrero, sino en 2014 con la toma rusa de Crimea y su muy importante base de Sevastopol.
El cínico de la Casa Blanca no solamente acusó a Zelenski de iniciar la guerra. Su propuesta de paz es que Ucrania ceda sus ricas tierras y recursos naturales, y un cuarto de su territorio al zar Putin. La última declaración de Trump reza más o menos que si Putin quiere quedarse con toda Ucrania no hay problema.
El nuevo orden mundial que Trump sueña, es un mundo bipolar, que se repartan Rusia y los Estados Unidos. Y esto va más allá de las conversaciones sobre la paz en Ucrania, sin Ucrania presente. Polonia y Chequia sienten pasos en la azotea si Putin se queda Ucrania.
Ese es el nuevo New Deal. Tanto para mí, tanto para ti. En un diseño sociopolítico que retrocede un siglo en la historia de la Civilización
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no me dejan entrar sin tapabocas): ¿Alguien se preguntó cómo van a resolver el margallate de la partida del pastel judicial? No hace falta; al viejo estilo del PRI: lo que diga el Señor.