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El ‘flow’ de Alejandro Aura

Una antología publicada por la UNAM confirma que la obra poética de este escritor mexicano no era, como dijo Tomás Segovia, “sólo un auténtico poeta sino también un poeta auténtico”.

Por Enzia Verduchi

Alejandro Aura caminaba como si bailase, daba pequeños pasos flotando, como se dice ahora “tenía mucho flow” no sólo al caminar o al bailar, sino ante la vida. Tenía flow cuando hablaba y escribía sobre los griegos, cuando recitaba en voz alta los versos de los poetas que amaba. Verlo escoger las frutas o las verduras en la Central de Abasto, sus diálogos con los marchantes, era presenciar una oda en torno al misterio de la cotidianidad. Cocinar con y por placer impregnando su casa de olores. Flow, pero mucho flow, cuando bailaba danzón con su sombrero Panamá y vestido de blanco en La Alameda. Fluía y se iluminaba cuando susurraba las canciones de Agustín Lara. Un conversador que hipnotizaba a sus escuchas en la sobremesa, mientras paladeaba lentamente su puro y un ron Pampero. Entusiasta de la historia de la Ciudad de México, develaba secretos urbanos como si de un fruto jugoso se tratase. Fue un dandy y un flâneur. Sí, Alejandro Aura tenía mucho flow, mucho amor por la vida y, como lo definió Tomás Segovia, fue “únicamente un poeta, no sólo un auténtico poeta sino también […] un poeta auténtico”.

En su presentación del tomo la Poesía 1963-1993 de Alejandro Aura (Conaculta, 1998), Segovia subraya lo injusto que la cultura oficial fue con el poeta y en la necesidad de que sus versos figuraran en la historia literaria nacional por justicia propia. “La poesía de Alejandro Aura es atractiva, divertida, ingeniosa, inteligente (inteligentísima), ricamente inventiva, incluso deslumbrante…” (p. 21). Es una poesía diversa y distinta dentro de la tradición poética mexicana.

Por dicha razón, celebro la aparición de Sección Aura. Antología poética (2024), cuidadosamente seleccionada y prologada por Eduardo Vázquez Martín, en la mítica colección Poemas y Ensayos de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.

Vázquez Martín en su puntual prólogo describe las diferentes etapas de Alejandro Aura tanto de su formación como poeta, su periplo anímico y sentimental, rasgos de su vida familiar que lo marcarán para siempre, así como su compromiso social, su reconocimiento como figura pública y, principalmente, su vínculo amorosísimo con la poesía.

La producción poética de Alejandro Aura se encuentra en más de una decena de títulos: Tambor interno (1963-1965); Cinco veces, la flor (1967); La calle de los coloquios (1969); Alianza para vivir (1969); El que canta, canta (1970); Varios desnudos y dos docenas de naturalezas muertas (1971), Volver a casa (1974); Hemisferio sur (1982); La patria vieja (1986); Poeta en la mañana (1991); Fuentes (1993); El Halcón (1999), Se está tan bien aquí (2007) y Sonetos para cuando ya se va uno a morir (2010).

Se agradece a Eduardo Vázquez no haber hecho una selección cronológica para la presente antología, como ya se había realizado en Júbilo (FCE,1996) y Poemas y otros poemas (FCE, 2004) o su obra completa Poesía 1963-1993 (Conaculta,1998). Vázquez ordenó esta muestra en tres grandes apartados: “La fiesta de la ciudad”, que recoge los poemas torales de Alejandro sobre la urbe; “Vida súbita”, los poemas reflexivos, bullangueros e incluso jocosos de la cotidianidad; y “Canto al cáncer” que reúne los poemas que Aura escribió sobre su carcinoma de pulmón en sus últimos años.

Es conmovedor leer con nuevos ojos poemas como “Hermano”, “Mi hermano mayor”, “Volver a casa”, “Vértigo” y “Zócalo-Topacio”, este último uno de los poemas profundos más profundos de la segunda mitad del siglo XX mexicano: “Hace varios años que no publico nada: / hace varios años que casi no escribo poesía; / los poetas que creían en mí han dejado de creer en mí; / los que creen en los poetas han dejado de creer en mí / y yo también he dejado de creer en mí. / Es medianoche. Hace un silencio que quema…”.

Alejandro Aura tuvo un aliento poético contrario al pulso de su generación, logró llegar a la sencillez y una infinita ternura —ternura que tememos los poetas para no ser tachados de cursis—, sus versos nos cambiaron porque mostró otras formas de abrazar a la poesía.

Sirva pues este viaje poético por la cartografía de la Sección Aura. Antología poética, para conocer o reconocer a uno de nuestros más actuales y jóvenes poetas que con flow nos lleva a la más alta expresión en lengua española.

Imagen portada: Especial / MILENIO

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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