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Por Félix Cortés Camarillo

No me causa ni el menor maldito gusto el tener que reconocer que a lo lejos adivino el parpadeo de la derrota de Volodymyr Zelenski en la guerra de defensa de Ucrania, a causa de la prolongada invasión de su país por parte de la Rusia Novoimperial, luego del celebrado incidente del desbarre de Donald Trump en la Casa Blanca, transmitido por televisión a todo el mundo.

Desde luego que no le quito mérito a la conducta digna y gallarda del ucranio; importantes dignatarios, dignos, eso sí, de Europa se expresaron de inmediato en solidaridad con la lucha de Ucrania. Ayer mismo en Londres Europa estaba buscando con Zelenski alguna salida a este callejón en que metió al mundo el patán de la Casa Blanca y su compinche el vicepresidente Vance en la sesión del Salón Oval.

Pero el acertijo es serio: se trata de establecer un nuevo orden mundial cuyo timón se encuentra en Washington con Moscú como segunda base. Con base a la fuerza invencible del dinero. Como se lo dijo a Zelenski el pelipintado: tú no tienes cartas en este juego. Como lo reconoció el mismo Zelenski: no es posible lograr la paz en Ucrania sin la aportación de los Estados Unidos. Porque el argumento del mercader de Washington es que Occidente (eso quiere decir Trump y su país) le ha metido millones de dólares al apoyo de la resistencia ucrania sin recibir nada a cambio. Ni siquiera las gracias, terció Vance en la reunión memorable.

Reunión que tuvo que cambiar de programa.

Después de la comparecencia de los dos presidentes -Vance no tenía nada que hacer ahí- estaba programada una conferencia de prensa, una comida y el plato fuerte, que era la firma de un acuerdo por medio del cual Zelenski le abría a los Estados Unidos el acceso a, y explotación de, los minerales que abundan en su tierra noble y fértil. Aparte de yacimientos ricos de magnesio, mercurio, litio, titano y uranio, Ucrania tiene reservas altas de las llamadas tierras raras. No sorprende que la vieja URSS haya colocado dos plantas nucleares, la de Zaporiya y la infame de Chiernobyl en ese territorio. De las llamadas tierras raras, no se trata de que sean desconocidas pues existen en todo el mundo en diferentes cantidades, sólo que extraerlas en su forma pura es difícil. Agradezco a El Sol de Puebla, Organización Editorial Mexicana, de donde obtuve muchos datos.

Aparte de los famosos que mencioné, las tierras raras son 17 elementos químicos que van del escandio hasta el neodimio, con cuya enumeraciónn no quiero aburrir. Lo cierto son dos cosas: el más del 60% de su extracción y proceso lo tiene China, que vende esa materia al mundo, incluyendo a los EE UU. Además, la mayor parte de esos elementos son básicos para las nuevas tecnologías que dependen de los microprocesadores. Los autos eléctricos, la exploración espacial, la nueva medicina,los teléfonos que vienen, la robótica y muchas otras ramas inimiaginadas de la ciencia en donde -casualmente- el todavía subordinado de Trump, Elon Musk, ha forjado su enorme fortuna.

Casualmente.

Por eso fue Zelenski a Washington, a firmar su acuerdo, que era prácticamente una rendición. Por eso, al final de la tensa discusión en el Salón Oval, Trump ha decidido que “Zelenski no está maduro paara lograr la paz”. Traduzco: para acabar con la invasión rusa en Ucrania hay que quitar a Zelenski. Ayer en la mañana, en la televisión de los Estados Unidos, surgió varias veces sobre Zelenski y el tema de su dimisión, renuncia o si “el pueblo ucraniano” decide otro rumbo.

Yo no me atrevo a sugerir que la CIA u otro órgano de acciones encubiertas en el mundo, pueda propiciar un golpe de estado en Ucrania para que ese pastel de rica miel se divida entre Rusia y Estados Unidos. Y que lleguen luego, dicen por ahí, cien mil moscas. Eso sería impensable. ¿No es cierto?

En Londres, los países europeos cerraron filas con Ucrania y en conrar de Trump. De esta manera saben ya que el nuevo orden mundial ya no cuenta con la OTAN, esa alianza de Estados Unidos y Europa para configurar al Mundo Libre frente al comunismo. Estos son otros tiempos, otras alianzas, otras guerras: los mismos intereses.

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Antes de la pandemia, esa vieja institución que inventaron las casas productoras de películas de cine para publicitar su mercancía y convocar más espectadores, los llamados Óscares, ya anadaban de ala caída. La existencia de plataformas de distribución de entretenimiento a casa, aunque sea en pantalla mediana de tamaño, vació las salas de cine. Los enormes cinemas como el Roble, el Diana o el Alameda en la capital o el Lírico, Florida, Elizondo o Monterrey en mi tierra se extinguieron como los enormes dinosaurios que fueron repletos de gente.

No solamente eso: las mismas hoy encogidas salas no pasan del 20 por ciento de sus asientos vendidos, si bien les va. La estrategia de los premios de la Academia de Hollywood, amañada para mantenerse politicamente correcta, ya no sirve. Funcionó, como los Premios Nobel, otra caduca institución, en pos del equilibrio político, racial, regional, de género o de cualquier otro parámetro que incida en el negocio, pero ya no sirve. Y el Kleenex, una vez usado, se tira.

A pesar de una mejor y mucho más inteligente producción del programa de anoche, la idea sigue siendo la misma en términos del queda bien. Aunque Flow sea una maravilla fílmica de la animación, y la dominicana Zoe Saldaña sea excelente actriz, No Other Land sea estrujante de orígen, los premios casi nunca se han dado en relación a los méritos fílmicos. La canción El Mal no le llega a los tobillos del talento de Elton John y todo ello en conjunto documenta los prejuicios letones, latinos, cisjordanos o lo que se acomode.

En ese tono, ya me vale madre si la película Emilia Perez de la que la mayor parte de quienes hablan de ella no la ha visto, tuvo alguna importancia anoche. Lo que me parece muy ojéis es que en la sección obituaria de los personajes del cine hayan omitido que murió Silvia Pinal.

Pero a veces a mí se me olvida, como a los hermanos Lumière, que hace noventa años el cine se convirtió en un gran negocio.

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: lostubos
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