“Emilio Uranga (1921-1988) se peleó con José Gaos, Daniel Cosío Villegas, Edmundo O’Gorman, Carlos Fuentes, Octavio Paz y un abultado etcétera”, se lee en el libro Herir en lo sensible: ensayos de crítica literaria publicado por Bonilla Artigas Editores, que fue presentado por José Manuel Cuellar, quien se encargó de la edición, introducción y notas; junto a José Luis Martínez S., director del suplemento cultural Laberinto«; publica MILENIO.
“Emilio era una persona que llegaba a publicar más de 200 artículos al año y no los recopilaba, no dejó un archivo y fue una labor de echarse un clavado de años a las hemerotecas, localizar todo lo que escribió y responder a la pregunta ¿quién fue Emilio Uranga? Y una vez detectado todo lo que escribió, ir rescatando esas perlas de sabiduría, la crítica literaria y juntarlo en un solo volumen”.
Emilio Uranga, Ensayos y artículos de crítica literaria se nutre de 130 ensayos y artículos de crítica literaria en el que reluce el estilo del escritor. Los textos abarcan un extenso período que va de 1958 a 1984 y nos muestran que no sólo fue un brillante filósofo (el principal representante del existencialismo mexicano) o un mordaz periodista político, sino un crítico literario que escribió de Alfonso Reyes, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, José Gorostiza, Juan José Arreola, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Gabriel Zaid, Fernando del Paso y Elena Poniatowska, por mencionar algunos.
Por su parte, José Luis Martínez S. recordó algunas palabras de Ricardo Garibay, quien decía sobre Emilio Uranga que “todos aprendimos de él, a todos nos lastimó y todos llegamos a detestarlo”.

“Lo escribió quien fuera su amigo; tal vez por eso, por su soberbia y su cercanía con el poder, Emilio Uranga fue quedando relegado en la historia literaria y filosófica de México”.
Durante la presentación, el director de Laberinto, reconoció el trabajo y dedicación de José Manuel Cuéllar Moreno, quien apunta en el libro que coordinó.
“La filosofía de Emilio Uranga siempre estuvo atenta a la eficacia literaria y a la dimensión ontológica del lenguaje. No hay que escribir bien, sino con estilo’. Él siempre quiso y procuró ser un enfant terrible de la inteligencia mexicana. Es probable que en alguna importante medida haya sido el artífice de su propia leyenda negra”.
José Luis Martínez S. afirmó que Emilio Uranga “le hacía justicia y elogiaba a escritores con una fuerza poderosa que no es de los adjetivos, sino de los argumentos. Hay dos Uranga, uno que se gana muchos enemigos por su forma tan directa, tan radical y tan fiera de decir las cosas; pero hay otro que nos descubre los mundos de autores que creíamos conocer y que con él penetramos muchos más”.

Finalmente, José Manuel Cuellar opinó que “Emilio Uranga era un autor que mojaba la pluma en veneno antes de escribir, bueno, no siempre, y se decía de él que era cínico, por supuesto que lo era, pero Uranga no lo entendía como un adorno retórico para lucirse, lo entendía como una estrategia de develación de la verdad, quería desenmascarar cosas, entre ellas, el culto a los autores”.
Imagen portada: MILENIO