Por Francisco Villarreal
En su primer mandato como presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump rompió un acuerdo con Irán sobre armas nucleares. Aunque ese tipo de acuerdos son de lo más misteriosos, no se trataba de dejar a Irán en la Edad de Piedra sino de limitar la investigación y desarrollo de la energía nuclear a usos puramente civiles. Irán, que por lo menos hasta hace poco estaba entre los países firmantes contra la proliferación de armas nucleares (Nuclear Non-Proliferation Treaty), fue bastante accesible a los instrumentos de vigilancia, control y auditoría internacionales sobre ese campo de investigación, como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Si algo ocultaba, debió hacerlo en un complejo militar mucho más recóndito y profundo que Fordow. Coincidiendo con las auditorías internacionales, la teniente coronel Tulsi Gabbard, directora de Inteligencia Nacional (IC), declaró hace tres meses ante el Congreso de Estados Unidos que Irán no estaba ni cerca de crear un arma nuclear. ¿Qué es eso de “IC”? Pues se trata de un conjunto de agencias estadounidenses configuradas bajo una comunidad que enlaza instituciones civiles y oficiales. Son agencias, con diversas fuentes cada una, cuya información cruzada, contrastada y verificada, representa un instrumento muy valioso para tomar decisiones, sobre todo para el congreso y la presidencia. Una información pública de Gabbard ante el Congreso, no es una ocurrencia. Menos cuando coincide con datos de organismos internacionales. Sin embargo, el trabajo de cientos, tal vez miles de agentes de inteligencia coordinados por Gabbard, fue desmentido por Donald J. Trump hace unos días, descalificando a Gabbard y de paso ninguneando el trabajo profesional de al menos 16 agencias estadounidenses. De acuerdo a su criterio, percepción, y datos sacados de quién sabe qué oráculo, profecía o sueño húmedo, afirmó que Irán estaba a punto de crear un arma nuclear y ordenó, sin consultar al Congreso, el ataque directo a instalaciones iraníes. Por lo tanto, el ataque de Estados Unidos contra Irán no contó con apoyo de alguna Inteligencia, ni de las agencias especializadas ni del cerebro del presidente.
Cuando el régimen de Netanyahu atacó a Irán sin previa declaración de guerra, es decir, a mansalva, Irán ya no tenía compromiso de control nuclear con Estados Unidos, pero sí con la Organización de las Naciones Unidas. Israel no lo tiene con nadie, y siempre se ha sospechado que posee ojivas nucleares, tal vez cortesía de su padre putativo, Estados Unidos, o de su comadre Francia. Es decir, las probabilidades de que existieran armas nucleares en la zona se inclinan hacia Israel, no hacia Irán. Respecto al ataque que inició el conflicto, el bocazas de Trump puso en evidencia que Netanyahu tenía ya la bendición y apoyo de Trump. No hubo sorpresa. El “príncipe de la paz” y aspirante al Nobel, presionó a Irán para detener un posible pero muy presunto programa nuclear militar y dio un plazo antes de ser forzado a hacerlo por Estados Unidos. ¿Lo creyó Irán? Pues los diplomáticos iraníes no abandonaron las mesas de negociaciones, incluso cuando Trump, también a mansalva, ordenó un ataque contra instalaciones iraníes violando su propio plazo. Trump y Netanyahu cumplen con el viejo refrán de los peleadores callejeros: “el que pega primero, pega dos veces”. El ataque causó daños, pero no destruyó las instalaciones, como presume Trump, y esto lo afirmó una filtración del Pentágono no Mohni Vidente; la vocera trumpista Karoline Claire Leavitt no desmintió el dato, sólo insultó a los filtradores. “Las personas que vos matáis tienen bastante buena salud”, escribió alguna vez Corneille. Como sea, la presión subió de tono, y la respuesta de Irán contra Israel no cesó sino se incrementó. Irán puso en evidencia que Netanyahu no tiene la capacidad de detener completamente esos ataques y que, sin apoyo de Estados Unidos y “algunos” países europeos, no podría sostener una guerra por mucho tiempo.
De pronto, ¡sorpresa! Trump anuncia un alto al fuego previo a una paz definitiva, según él, porque así se lo suplicaron tanto Irán como Israel. ¡Otra mentira del “pacificador”! Irán, de inmediato, no rechazó por completo un alto al fuego, pero negó que hubiera algún acuerdo o negociación con Trump; y lo demostró arrojando nuevas andanadas de misiles y drones sobre Israel. Aquí las cosas se ponen todavía más grotescas. En noviembre pasado, un legislador ucraniano propuso a Trump para Premio Nobel de la Paz, aunque hace unos días se desistió. Ahora, desde Estados Unidos, zombies magas, que incluyen a legisladores republicanos, vuelven a proponer a Trump para Nobel, por acabar con la “Guerra de los 12 días” y otras fantasiosas “pacificaciones” que presume Trump. De congresistas como Buddy Carter, se entiende la propuesta, ¡es un descerebrado “maga”! Habrá qué esperar si el Comité Noruego del Nobel acepta tamaña barbaridad; si lo hace demostraría que el Nobel es una estafa. ¿Nobel de la Paz para Trump? ¡Por Dios! Si fue él precisamente quien apoyó la escalada bélica en Oriente Medio; primero, coordinado obviamente con Netanyahu, luego atacando a Irán. Él inició esto, y ahora pretende decir que lo termina. ¡Absurdo! El “alto al fuego” de Trump es un dislate. Sobre todo porque pretende obligar a Irán a aceptar un tratado de paz bajo los términos de Israel-EEUU. La guerra no declarada de “los 12 días” no ha terminado. No la inició Irán, y el régimen iraní no es tan estúpido como los fanáticos magas para creer que Trump o Netanyahu respetarán ese alto al fuego unilateral, por no decir fantasioso. Irán hace lo que mejor le acomode para acumular energía potencial en un enfrentamiento que es imposible de disipar. En tanto que el “Príncipe de la Paz”, el “Gran Rey MAGA”, insulta a los europeos exigiendo a los países de la OTAN incremento a la inversión militar. Imponer la “Paz Armada” es la apuesta de Trump en tanto que, por ahora, su intención expansionista espera sobre el escritorio dando un respiro a Canadá, Groenlandia, Panamá y, eventualmente, a México a quien otra oscura entidad del universo MAGA, la Fiscal General Pam Bondy, acaba de señalar como “adversario”, es decir, potencial enemigo de Estados Unidos. La mujer alinea a México con países como Irán, China y Rusia.
¿Consecuencias? Estados Unidos no derrocó, por ahora, al régimen teocrático iraní como necesita Trump y exige Netanyahu. Dañó pero no destruyó su infraestructura nuclear. Sí logró que Irán justifique deslindarse de tratados internacionales (OIEA) sobre programas nucleares, civiles o militares, ya que está demostrado que sí está bajo amenaza, y la amenaza es desde Estados Unidos y su entenado Netanyahu, y desde el bloque occidental básicamente europeo. Irán tiene todo el derecho a responder a una agresión, a armarse como sea contra países que sí poseen armas nucleares, de hacer alianzas dentro y fuera de la región. Trump no es un promotor de la paz, porque lo que deja en Medio Oriente es un estado de alerta bélica, la misma sensación de amenaza que aplica contra los propios estadounidenses. No hay, por ahora, mayor terrorista que Trump y su régimen. La mentada paz de Trump, impuesta por la fuerza, no es paz, es terror, terror puro. Medio Oriente, y el mundo entero, respira una paz tóxica, contaminada con la estupidez de entes como Trump, quien nunca ha peleado una guerra ni ha hecho siquiera servicio militar. Irán aceptará el alto al fuego que inventó Trump no por acuerdo ni por obediencia, sino porque le da tiempo para prepararse mejor y, de paso, deja a Netanyahu a merced de la oposición judía que ya lo presionaba fuerte desde antes de su ataque a Irán. Trump y su mejor aliado Netanyahu, han tocado a la puerta de la antigua Megido, el escenario que Juan de Patmos previó para una batalla definitiva de la humanidad en el Apocalipsis. Lo demuestra la advertencia iraní de que no abandonará su programa nuclear, no permitirá la vigilancia internacional, no quitará el dedo del gatillo en tanto Israel y Estados Unidos sean una amenaza para ese país, y es obvio que lo son. Y para que no quede duda de la situación, bajo una “Cúpula de Acero” convertida en cedazo por los misiles iraníes, Netanyahu sigue amenazando a Irán. Trump, desde luego, desde un montaje cotidiano más burdo que los de Loret de Mola, también amenaza a Irán anunciando el uso de la fuerza si Irán continúa sus investigaciones nucleares. Ambos siguen aporreando las puertas de Megido. Si se abren, no serán ellos quienes las abran, y una vez abiertas ya no podrán inventarse un “alto al fuego” unilateral como este, no serán ni Estados Unidos, ni Israel, ni el bloque de súbditos europeos de Estados Unidos quienes puedan volver a cerrarlas. Sería muy pertinente recordar que aquella legendaria ciudad está ahora en Israel, y que en las tres grandes batallas libradas en Megido, la ciudad siempre fue derrotada.
Ceterum censeo: Si alguien vio como devastadores e inhumanos los ataques de Israel y Estados Unidos contra Irán, y los ataques de Irán contra Israel, ¿qué tal el embargo del 5% del PIB a los países de la OTAN que acaba de imponer Trump en Europa? Algo más catastrófico y de mayor alcance que una bomba anti-bunker. Por debajo de todas esas “cumbres” de “grandes líderes” la devastación e inhumanidad estalla con mayor intensidad a nivel de calle. ¡Pobre Europa! Han elegido al peor tutor en su historia.



