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La tinta de San Cipriano

Por Francisco Villarreal

Estaba terminando de comer unos melocotones, cuando recordé que también se les conoce como albérchigos. Las conexiones nerviosas en mi cerebro son muy peculiares, y me llevaron a recordar que, hace muchos años, leí lo que puede ser el origen de los mentados “pactos diabólicos”, esto es, firmar esos “contratos” con sangre. Los albérchigos son básicos en la preparación de la tinta mágica que al final sería sazonada con unas gotas de sangre tomada del dedo medio de la mano izquierda. La receta, que se presume de San Cipriano, obispo y mártir, contiene ingredientes muy sencillos pero una preparación compleja. Los viejos grimorios pueden diferir un poco en la receta, pero básicamente son lo mismo: ¡Una lata! Se necesita la paciencia o desesperación de un Doctor Fausto, avatar literario y legendario de San Cipriano, como para meterse voluntariamente en ese brete. Recordé la mojiganga que Lucifer le armó a don Fausto haciendo desfilar a los siete pecados capitales… “Soy quien prefiere una pulgada de carne cruda a una carga de pescado frito, y la primera letra de mi nombre empieza con Lujuria”. Dice “Doña Descaro” al teólogo aprendiz de mago. El todavía pagano Cipriano consiguió la redención trasmutando en amor casto su lujuria por la cristiana Justina (también santa y mártir), el Fausto de Goethe también fue salvado al final por ángeles que embaucaron a Mefistófeles, pero al de Marlowe, literalmente se lo llevó el diablo.

En los modernos pactos diabólicos supongo que se seguirá usando la tinta de San Cipriano. Sólo que, además, se requiere un estatus económico, y no basta ser un “emprendedor” ni tener un crédito a MiPyMe. También hay qué ser voraz, y un experto en los pecados mortales y capitales. Porque las nuevas almas sujetas a embargo satánico son muy exclusivas y bastante caras. Lucifer ya no quiere llenar el infierno con “pobres diablos”. Para enfrentar la compra de estas almas “de lujo”, la deuda pública del Infierno debe ser tan exorbitante como la de EEUU. Sobre todo ahora que don Trump firmó ya como ley su “gran y hermoso proyecto”. Sospecho, aunque casi tengo la certeza, que el mandatario ha estado firmando sus diabólicas órdenes ejecutivas con aquella legendaria tinta de albérchigos. La mentada y lamentada ley, que por fortuna todavía no es eterna, ya se describe como un verdadero azote para los estadounidenses. Colateralmente tendrá consecuencias para otros países, y no creo que México esté a salvo. De entrada, don Trump destina un presupuesto para ICE (La Migra) que rivaliza y hasta supera el presupuesto de defensa de otros países. El objetivo aparente sigue siendo la deportación masiva de migrantes, ahora con el obvio e inmoral apoyo de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, dominada por una mayoría de jueces fanáticos “magas”. Este sesgo del tribunal supremo lo conocemos bien en México, lo padecimos y todavía no nos lo quitamos de encima, aunque sigue habiendo renuentes a la reforma judicial. La diferencia es que allá, en “el gabacho” gringo, son otros tribunales los que sí se enfrentan a Trump y sus acólitos.

Volviendo a ICE, el monumental presupuesto es alarmante. De entrada, un campamento rodeado de caimanes, que no es cárcel sino centro de detención, es básicamente lo mismo que los tenebrosos campos de concentración durante el nazismo. Trump amenaza con multiplicarlos, siempre lejos de cualquier vigilancia. No se le ha ocurrido todavía hacerlos “autosuficientes”, es decir, usar a los detenidos como mano de obra esclava tal como los nazis. Pero Trump ha demostrado que es capaz de eso y mucho más. Por medio del terror, ya ha conseguido reducir la migración legal e ilegal, ¡y hasta el turismo! Supongamos que logra diezmar a su gusto a todo Estados Unidos de todos los migrantes incómodos. ¿Qué hará con un “súper ICE” ya sin migrantes qué deportar? Algo se le ocurrirá con un cuerpo policiaco, casi casi paramilitar, al margen de las leyes militares, socarrón a las leyes civiles y penales, y con obediencia ciega al “Gran MAGA”. Algo muy similar a la siniestra OrPro nazi, controlada por la SS (Schutzstaffel) y desde donde operaba la no menos siniestra Gestapo. ¿O alguien espera que una vez conseguido el propósito del “súper ICE”, Trump lo reduzca o desmantele? Y si ya no hubiese migrantes qué deportar, ¿contra quién se dirigirían las operaciones de ICE? ¿Qué uso se dará a la cárcel de los caimanes y demás campos de concentración que se instalen con tan “gran y hermoso” presupuesto? Dado que Trump no es avaro en mostrar su odio contra migrantes y opositores, no es difícil concluir quiénes podrían seguir en su lista de persecuciones y pogromos.

Otro aspecto interesante de este presupuesto, es que fue aprobado por una gran mayoría de legisladores republicanos. Si bien hay disidencia interna en ese partido, no representa al partido dominado absolutamente por Trump. Ahora, el ex amigo y ex mecenas de Trump, Elon Musk, pretende invertir en la creación de un nuevo partido político, ni republicano ni demócrata, “ni chicha ni limoná”. En México sabemos de eso, partidos “cachirules” que distraen votos en las urnas, y subastan votos en las legislaturas y proyectos en administraciones públicas. A ver qué suerte tiene don Musk con eso que, obviamente, es otro de sus negocios. Lo que puede ser un tanto preocupante es que en México se esté intentando impulsar un nuevo partido político, a saber, “republicano”. Aunque seguro se nutriría de opositores prianperredistas excomulgados, su genética lo remite directamente al Partido Republicano gringo, un partido de ultraderecha, conservador, de hombres, mujeres sumisas, cristianos si se puede, y de preferencia blancos. Además, ahora el “republicanismo” mexicano está muy bien asimilado a la demencia “libertaria” y a la dictadura del gobierno terrorista de Trump. Es decir, por donde se vea pinta para ser un partido absolutamente incompatible incluso con la derecha mexicana. No sé si el INE haya aprobado ya la creación de ese nuevo partido, pero si lo hizo o lo hace, seguro se firmarán los estatutos de ese adefesio si no con la misma pluma de las diabólicas órdenes ejecutivas de Trump, sí con la misma tinta de San Cipriano.

Creo que fue Noam Chomsky el que dijo alguna vez que el éxito de la ultraderecha actual, por llamarle de alguna forma a la locura, la crueldad y el odio, es un síntoma. Lo interpreto como un ascenso de esa oscuridad que no es por su mérito sino por la opacidad de la luz. Una crisis de una democracia que ya sólo conservaba el nombre y las urnas como un espectáculo carnavalesco. Sea o no, la recomposición internacional perfila liderazgos absolutos, nuevos epicentros económicos, y empieza a exigir consistencia y coherencia en los individuos, dando un toque de humanidad a la política para enfrentar a la locura organizada. Tal vez sea el momento de pensarnos ya no como grupos ideológicos, sino como un gremio humano universal. La democracia no como un sistema sino como un prisma de muchas facetas pero con un solo y sólido núcleo. Una utopía tal vez, pero no este infierno.

José Francisco Villarreal ejerció el periodismo noticioso y cultural desde los años 80. Fue guionista y jefe de información en Televisa Monterrey. Editó publicaciones y dirigió el área de noticias en Núcleo Radio Monterrey. Durante el neolítico cultural de Nuevo León, fue miembro del staff del suplemento cultural “Aquí Vamos”, de periódico “El Porvenir”; además fue becario de la segunda generación del Centro de Escritores de Nuevo León. Ha publicado dos poemarios: “Transgresiones” y “Odres Viejos”. Actualmente en retiro laboral, cuida palomas heridas y perros ancianos mientras reinventa la Casa de los Usher.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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