Por José Jaime Ruiz
“Aquí cesó y Adán, por último, repuso:/ Qué veloz tu predicción, Augur bendito,/ ha medido el mundo transitorio, el fluir del tiempo/ hasta el tiempo fijo, más allá es todo abismo… // El paraíso perdido / John Milton
Desparadisado, Adán Augusto López Hernández destruye, como ningún otro caso de la 4T, la narrativa fundacional del “no somos iguales”. Felipe Calderón no podía no saber de las andanzas delincuenciales de Genaro García Luna; Adán Augusto no pudo no saber del oficio delincuencial de su secretario de Seguridad en Tabasco. Calderón fue condenado en la picota digital, esa misma picota que no puede exonerar a López Hernández. Epigmenio Ibarra se equivoca, no se trata de un asunto de la derecha, aunque se aprovechan de ello, no podrían no hacerlo. Tampoco es una trampa ni un linchamiento mediático, como lo dice la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, esos presuntos delitos no los cometió la derecha sino gobiernos morenistas y el rasero no puede ser diferente. La relación de Adán con Hernán Bermúdez deteriora la oferta político-electoral de Morena porque si el senador resulta “inocente”, se esperaría un voto de castigo en el 2027.
En la versión estenográfica de la Mañanera del Pueblo del 17 de octubre del año pasado sobre la sentencia a Genaro García Luna. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo preguntó: “¿sabía o no Felipe Calderón? Él dice que no. Pues los invito a reflexionar si sabía él o no, y después lo de si se le juzga o no”. Más adelante, la doctora Sheinbaum expresa: “Entonces, más allá del asunto penal –por eso lo digo– el tema es: ¿qué van a decir hoy en todas las mesas de análisis de los medios? Que… ¿Van a seguir diciendo que nadie sabía nada?”.
Entre los delitos que se le atribuyen al exsecretario de Adán Augusto se encuentra el huachicoleo, tráfico de drogas y personas migrantes, extorsión, cobro de piso, secuestros, asesinatos, tanto a narcomenudistas como a empresarios, robo de vehículos, quema de negocios, la organización también reclutaba migrantes para actividades delictivas y utilizaba narcomantas, ponchallantas, vehículos incendiados y ejecuciones para sembrar el miedo entre la población. No se puede patear el bote: ¿sabía o no sabía Adán Augusto? Termino con otra frase de la doctora Sheinbaum: “Pasamos de la hipocresía a la honestidad y de la corrupción a la honradez”. Así sea y, si no, que el pueblo de la Cuarta Transformación de la vida pública del país se los demande.



