Por Ernesto Ángeles
Hace unos días se volvió tendencia la noticia de que X, la red social antes conocida como Twitter, había bloqueado a Grok, el modelo de inteligencia artificial desarrollado por xAI, empresa matriz de la plataforma; de acuerdo con el propio modelo de IA, la razón de su bloqueo se debió a causas como hacer comentarios antisemitas o señalar que Israel está cometiendo un genocidio en Gaza. Sin embargo, Elon Musk aclaró después que no se trató de un acto de censura deliberado, sino de un “error tonto” derivado de una confusión interna entre X y xAI, que —en sus palabras— fue como “dispararse en el pie”.
Este desliz de desconexión entre los valores de la X y las evaluaciones de su modelo de IA ponen en evidencia una tendencia que se acentúa conforme la ‘batalla cultural’ blanca, elitista y conservadora del trumpismo se extiende en el mercado tecnológico: la alineación de modelos de IA y otra tecnología a agendas políticas y económicas promovidas descaradamente por sus instancias creadoras, sin importar que en el proceso que se tergiverse la historia, las verdades compartidas y la realidad misma, imponiéndose una realidad artificial que se reforzará conforme aumente la dependencia y confianza en tales productos.
Lo anterior se da en un contexto en donde hace unas semanas salió la nueva versión de Grok, Grok 4, así como de su episodio ultraderechista y antisemita. Por otro lado, hace unos días también salió la nueva versión del modelo de IA de OpenAI, GPT, que pasó a ser GPT-5 -y el cual también ha tenido problemas en su lanzamiento-, con respuestas sinsentido y errores excesivos. Sin olvidar a otros modelos como Gemini 2.5 pro, de Google; Llama 4, de Meta; o Claude, de Anthropic.
En la misma línea, están apareciendo y consolidándose modelos de IA más específicos en sectores como comercio (IBM Watson Commerce, Clerk.io); finanzas (Kensho AI, Upstart); salud (IBM Watson Health, PathAI); manufactura (Falkonry LRS, Avathon), etc.
Todo esto nos lleva a pensar que estamos atestiguando el proceso de crecimiento y consolidación del mercado de la IA, el cual tendrá un profundo impacto en la vida diaria de todas las personas, así como en el funcionamiento de todo lo que nos rodea y constituye: trabajo, producción, relaciones sociales, relaciones interpersonales, democracia, relaciones de poder; en fin, la lista sigue y sigue.
Una tendencia natural ante tal información es preguntarse ¿y cuál será el impacto en el futuro? ¿cómo me preparo? Usualmente para visualizar el posible impacto de la IA en el futuro recurrimos a escenarios pesimistas y negativos y la razón no es fortuita, sino que consciente o inconscientemente partimos de nuestra realidad material, la cual abarca aspectos como la hiper concentración, la competencia desigual, el individualismo exacerbado, la productividad por sobre el bienestar y una obsesión constante con la rentabilidad y el mayor beneficio, aún a costa de cosas como la salud, la paz, el medio ambiente o hasta la vida.
Por tanto, no es descabellado pensar que en el corto plazo la IA se integrará profundamente en la sociedad de la mano de un mercado híper concentrado, centralizado, con tendencias monopólicas e imperialistas, cuyas empresas controlarán la infraestructura, el hardware, los algoritmos e inmensas cantidades de datos, los cuales serían usados para la manipulación y la disrupción laboral.
Es así como atestiguaremos que estas empresas usarán su ventaja para cimentar sus monopolios por medio de la integración vertical de la cadena de valor de la IA; incluso los startups de IA dependerán de los servicios de nube, herramientas de entrenamiento de modelos y canales de distribución de estas megacorporaciones, lo que generará y fortalecerá un ecosistema de dependencia y no de competencia, resultando en prácticas colonialistas para los países no tecnológicamente poderosos.
De continuar tales tendencias, es posible vislumbrar que el mediano plazo tales monopolios se consoliden y crezcan aún más, a menos que fuertes regulaciones lo impidan, cosa que parece bastante lejana, ya que la competición geopolítica entre EUA y China se usa como excusa para evitar límites a las corporaciones.
En un escenario donde monopolios tecnológicos y corporaciones dirigen el proceso productivo, es probable que busquen maximizar ganancias reduciendo plantilla laboral sin que exista un mecanismo automático de compensación social, lo que inevitablemente agravaría la desigualdad: el capital monopólico y todopoderoso se quedará con los aumentos de productividad, mientras que muchos trabajadores desplazados podrían engrosar las filas de empleos informales, precarios o de desempleo estructural; y aunque ya se hablan de políticas como la Renta Básica Universal, en un futuro donde las élites económicas dominen aún más áreas humanas, éstas podrían negarse a financiar adecuadamente esas medidas o, peor aún, usar la Renta Básica como un mecanismo de subyugación y chantaje contra poblaciones y gobiernos.
En este contexto, la sociedad estará más mediatizada por IA en todos los ámbitos, lo que agudizará fenómenos como la vigilancia masiva, la personalización extrema de contenidos (y, por tanto, la fragmentación social) y, en general, una profundización de la desigualdad si las ganancias de productividad no se redistribuyen.
En conclusión, el mercado de la IA del futuro y la competencia que lo rodea estarán fuertemente influidos por lo que hagamos y omitamos en el presente, por lo que, si continúa la lógica del monopolio capitalista, cabe esperar un mercado altamente concentrado, dependiente a nivel geopolítico y dominado por unas cuantas entidades. Estas IA podrían manipular y afectar a las personas de maneras cada vez más profundas, sutiles e irresistibles, consolidando un control que se volverá una lógica preestablecida, sobre todo para las generaciones que nazcan usando IA.
En este escenario el modelo económico resultante podría alejarse tanto del ideal de libre mercado como del ideal democrático, acercándose a una forma nueva de feudalismo digital donde la élite posee los medios y la mayoría depende de ellos.
Alternativamente, la lucha social podría encauzar la IA hacia un modelo post capitalista más justo, evitando la distopía y materializando, al menos parcialmente, la promesa de que la automatización beneficie a todas y todos, mucho dependerá de la resistencia, lucha y organización social que individual y colectivamente ejerzamos.



