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Por Francisco Villarreal

He visto un par de películas de la serie “Piratas del Caribe”. Me entretuve, aunque también me distraje la mitad del tiempo. Esos piratas del cine me entusiasmaban más cuando niño, pensaba que ser pirata era divertido. Lo pensaba hasta que leí sobre las incursiones en puertos mexicanos durante el virreinato, y no eran episodios divertidos. También me enteré que aquellos valientes y alegres marinos eran en realidad ladrones y asesinos. Pero había diferencias. La piratería era, digamos que genérica, porque había también filibusteros y corsarios. Los filibusteros delinquían en territorios costeros; eran rápidos en el ataque y veloces en la fuga. Los corsarios delinquían con título oficial, otorgado por un país, que les autorizaba ataques contra fuerzas y bienes enemigos de ese país ya fuera en mar o en tierra. Una alianza entre países cancelaba el “permiso”, llamado “Patente de Corso”. Por supuesto, el corsario en cuestión quedaba en libertad de seguir robando y asesinando a discreción, pero ahora como un pirata genérico. Fueran piratas, filibusteros o corsarios, y aunque en todos los casos aterrorizaban a sus víctimas, nunca fueron clasificados como “terroristas”. Si bien practicaban la delincuencia organizada y tenían sus estrategias para comerciar bienes robados y “blanquear” sus ganancias ilícitas, tampoco fueron definidos como “cárteles”. Al menos no sé que hubiera un “Cártel de Barbanegra”, un Cártel de Lorencillo”, un “Cártel de Drake”, o un “Cártel de Sir Walter Raleigh”.

Fue más bien casual que, mientras depuraba y clasificaba mi colección de películas, y descubría que conservo algunas de la serie de “Piratas del Caribe”, me enterara, con video y toda la cosa, del eufórico mensaje de Donald Trump sobre la destrucción de un “barco venezolano” en aguas del mar Caribe. Ya sabía que había desplegado una flota dizque con el fin de combatir el narcotráfico pero con dedicatoria al régimen venezolano. Yo, al igual que Trump, no puedo asegurar ni probar que Maduro sea líder de un cártel de narcotraficantes. Tal vez sea más cómplice un gobierno que permite la libre distribución de drogas entre sus ciudadanos que aquel que envía la “mercancía”. En realidad, Trump no tiene que “invadir” el mar Caribe con naves artilladas. Sería más práctico que vigilara con ese mismo celo de cancerbero sus costas y su espacio aéreo. Y no sólo en el GOLFO DE MÉXICO y el océano Atlántico, también en las costas del Pacífico. Hay países como Ecuador (gobernado por un ciudadano estadounidense) donde el narcotráfico ha sentado sus reales, ¡hasta barcos bananeros usan para traficar! Sobre las fronteras con Canadá y México ya sabemos que es puro choro mareador. Los pogromos y campos de concentración contra inmigrantes no sirven para detener el contrabando de drogas y mucho menos su eficiente distribución interna en Estados Unidos.

Pero, volviendo al caso del “barco venezolano” hundido, me quedan muchas dudas. La primera es cómo supieron que iba cargado con droga, ¿y si eran cocos o pescado fresco? No entiendo cómo la cámara de un posible dron identificó la droga. ¿Será que Estados Unidos ha replicado la tecnología del “Ojo de Thundera” de los Thundercats y logran ver más allá de lo evidente? Tampoco me explico por qué utilizaron algo que parece un misil contra una chalupa. Sorprendente que una flota completa, submarino incluido, no tuvo más opción que arrojar un misilazo contra una trajinera con motor y cargarse a once cristianos y las ¿toneladas? de presuntas drogas que acarreaba la potente lancha. No sé cuánto cueste un misil, pero no creo que menos que la lancha y su carga… la carga inerte no la humana. Creo que una flota armada rodeando a la lanchita hubiera sido suficiente para que sus tripulantes se rindieran; suponiendo sin conceder que sí fueran narcotraficantes, hubieran sido fuente de información para descubrir rutas, métodos y líderes. Pero esta “estrategia” de Trump contra el narco se parece mucho a la de Calderón, poca inteligencia y muchas balas. Noté que se aclaró que el incidente, séase el homicidio de once personas (narcos o no), fue en “aguas internacionales”. Eso me deja otra duda. No conozco de leyes marítimas más allá del sentido común, pero, ¿quiere decir que una flota armada de cualquier país puede atacar con toda libertad a quien se le cruce en su camino si está en aguas internacionales? Habrá, supongo, reglas de tránsito en ese espacio común a TODAS las naciones, pero a reserva de ser atacados, no creo que amerite disparar a lo que se atraviese. Y yo que tenía pensado hacer una balsa de cocos y cruzar el Atlántico para comer paella en algún puerto valenciano. Entiendo que cada país, en su espacio marítimo, puede proceder contra naves que ingresen subrepticiamente; pero aun así hay protocolos que dan prioridad a la detención y captura, no al asesinato.

El mensaje, y creo que por ahí va el tiro de misil, es que Estados Unidos, específicamente Trump y su secta, están diciéndonos que las aguas internacionales son SUS aguas internacionales. El emplazamiento de naves de guerra no es una advertencia a Maduro sino una invasión en toda forma. Una advertencia sí, pero contra todos los países que transitan esas aguas y, especialmente, a los países americanos que colindan con ellas. Al final, me parece muy penoso que la armada estadounidense haya sido rebajada a una flota de piratas con patente de corso. Ya hasta imagino las conferencias de prensa del almirantazgo: cachimba, parche en un ojo, pata de palo, garfio en una mano y perico al hombro. ¡Vaya novedad cinematográfica! ¿Será que Disney ya le vendió la franquicia a Trump?

José Francisco Villarreal ejerció el periodismo noticioso y cultural desde los años 80. Fue guionista y jefe de información en Televisa Monterrey. Editó publicaciones y dirigió el área de noticias en Núcleo Radio Monterrey. Durante el neolítico cultural de Nuevo León, fue miembro del staff del suplemento cultural “Aquí Vamos”, de periódico “El Porvenir”; además fue becario de la segunda generación del Centro de Escritores de Nuevo León. Ha publicado dos poemarios: “Transgresiones” y “Odres Viejos”. Actualmente en retiro laboral, cuida palomas heridas y perros ancianos mientras reinventa la Casa de los Usher.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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