Por José Jaime Ruiz
La función del estadista consiste en expresar la voluntad del pueblo como un científico. // George Bernard Shaw
Decir fake news o posverdad aligera el peso de la mentira; al pan, pan y, al vino, vino. Nuestra lengua es rica en sinónimos de “mentira”: bulo, trola, embuste, bola, cuento, patraña, tontería, estupidez, bobada, memez, sandez, majadería, necedad, babosada, babosería. Hemos olvidado la perfecta palabra, paparrucha: esa noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo, paparruchada. Carlos Loret de Mola (Latinus), Alejandro Junco (Reforma), Juan Francisco Ealy Ortiz (El Universal), todos ellos paparrucheros, propagandistas de noticias falsas.
La fábrica de mentiras y desinformación de Carlos Loret de Mola (Roberto Madrazo) tiene, para sus montajes, el principio de Goebbels sobre la exageración y desfiguración, esto es, inventarse una nota para calumniar teniendo como fin último, en el caso del amparo hechizo de los hermanos López Beltrán, Andy y Gonzalo, al expresidente Andrés Manuel López Obrador. Al escalar en su manipulación, los entenados de Roberto Madrazo cometieron un gravísimo error: pasaron del libertinaje mediático a la acción real, judicial y política de promover amparos. Salieron de la órbita mediática para aterrizar en la realpolitik y habrá consecuencias judiciales en la nueva Suprema Corte de Justicia y el Tribunal de Diciplina Judicial. Personal judicial y promoventes podrían ser enjuiciados y condenados. No a la impunidad.
Sin verificar, los medios corporativos replicaron la calumnia en un ejercicio de amplificación para, de nuevo Goebbels, repetir una mentira para convertirla en “verdad”. El objetivo de desacreditar a AMLO y la 4T no se cayó por su propio peso sino se derribó por su ligereza porque la 4T es poco vulnerable a los bulos, revolución de las conciencias mediante. La nota “gancho” tuvo se efecto búmeran y fue un gancho al hígado a Latinus, Reforma y El Universal. El uso de clickbaits se asume como el principio de orquestación goebbelsiano: medios corporativos, bots y trolls, granjas de clicks, influencers, presentadores (cfr. Azucena Uresti), mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram), sitios web de noticias falsas. Al explotar los algoritmos, la oligarquía mediática crea “cámaras de eco” donde muchos ciudadanos sólo atisban la información que refuerzan sus creencias existentes. Con la inundación desinformativa pretenden el gaslighting que conlleva atacar a los verificadores de hechos, desacreditándolos como “sesgados” o “parte del sistema”.
Los paparrucheros traspasaron la delgada línea roja de la manipulación mediática a secas para actuar política y judicialmente. Brincaron de la libertad de expresión, y su uso como libertinaje, a la arena política y judicial. Sus delitos no quedaran impunes. Ya lo dijo en su momento Andrés Manuel: “y que nadie se quiera pasar de vivo o se confunda, porque yo soy moderado, dicen los conservadores que soy radical, no, soy moderado, soy hasta fresa en comparación con la presidenta”.




