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Por Francisco Villarreal

Estuve viendo un poco en TV, un poco más en la Red, la cobertura sobre la firma de paz entre Israel y Hamás. Como en la Lucha Libre, hay que vocear con claridad a los contrincantes para que no haya dudas. Y como en las luchas, en este caso no es necesario clasificar a “rudos” y “técnicos”, porque ambos pugilistas se saltaron todas las reglas, digamos que su técnica era bastante ruda. Como era de esperarse, la prensa mundial transmitió pormenores y pormayores de todo el espectáculo. Fueron muy emotivas las imágenes de algunos de los 20 rehenes liberados por Hamás, cuando se reencontraron con  sus familiares. Fue emocionante el festejo israelí y los vítores a la imagen de Donald J. Trump, a quien atribuyen esta liberación y la presunta paz, en coincidencia con la opinión de Netanyahu. De pronto parecería que todo Medio Oriente rebozaba de felicidad alrededor de Trump. Fui testigo de un enorme desplante publicitario mundial que ensalzaba más la figura del presidente gringo. A chaleco y con calzador, me lo estaban imponiendo como el más grande gestor de la paz en toda la historia de la humanidad. ¿De veras paz en Gaza o sólo una tregua?

Me hizo mucho ruido que en una transmisión de TV, desde Israel, se mencionara la liberación de rehenes retenidos por Hamás. En cambio, cuando se hablaba de la liberación de palestinos capturados por Netanyahu, esos no eran rehenes sino sólo prisioneros. Es posible que en los más de 150 prisioneros palestinos liberados haya bastantes milicianos de Hamás, los demás sólo serían gazatíes que, si repelieron algún ataque israelí, tenían todo el derecho para hacerlo. Después de todo, la guerra proclamada por el genocida israelí era contra Hamás, lo que no le autorizaba a masacrar indiscriminadamente. Pero lo hizo, y hoy proclama el muy presunto final a una guerra que no inició en octubre de 2023 sino que ha sido una constante israelí contra Palestina durante muchos años. En aquella campaña del 7 de octubre, Hamás, la Yihad Islámica Palestina y otros grupos anti-israelitas, fueron brutales. Su ofensiva fue al final una masacre condenada por todo el mundo. No se respetó ninguna norma de guerra ni derechos humanos. No fue tan distinto a lo que ha estado haciendo Netanyahu con los palestinos, sean de Hamás, o no.

Pero, el show debe continuar. La inevitable y enorme masa específica de Trump presidió la firma de algo que se anuncia como paz pero que huele a tregua. Natanyahu ya no tiene mucho que destruir en la devastada Gaza. Los gazatíes que sobrevivieron a las masacres cotidianas recuperan sus ruinas. Como en cualquier campo de batalla, ahora vuelan alrededor los carroñeros para mantener la bota militar sobre ese desafortunado pueblo, esta vez con el pretexto de la reconstrucción y el mantenimiento de la paz. Los soldados internacionales enviados para mantener esa paz fúnebre también protegerán las inversiones que ahora masacrarán de otra manera al pueblo palestino. No sentirán la diferencia, las armas que ahora dizque los protegen son las mismas que los ultimaron. Estados Unidos no sólo ha defendido al régimen mortal de Netanyahu, también lo mantiene bien armado. Dudo mucho que el carnicero se quede quieto. Para sus misiles hay otros objetivos en Medio Oriente. Y el “príncipe gringo de la paz” siempre estará ahí para apoyarlo.

En tanto, el espectáculo en Egipto no fue la paz sino una promoción desmesurada de la imagen de Trump como pacifista. Los medios, con poca o ninguna visión crítica, corean felizmente al depredador descartando mañosamente las verdaderas implicaciones de esta paz lograda bajo amenaza y para complacer a Trump; ocultan deliberadamente el caldo espartano que cocina en el Caribe contra Venezuela y Colombia, y de paso contra todos los países de América; callan ante la guerra civil que promueve Trump en su propio país; soslayan la reiterada amenaza de anexarse Canadá; se desentienden de la ofensiva rusa de otoño en Ucrania, la retirada masiva de tropas ucranianas en Járkov y el cerco ruso sobre la estratégica ciudad de Pokrov, en Donetsk… ¿Paz? ¿Cuál paz?

Por cierto… si alguien confiaba en la lucidez de Trump, un botón de muestra de su deterioro mental fue “investir” al Primer Ministro, Mark Carney, como “presidente” de Canadá durante su monólogo en la “cumbre” en Egipto. O está distraído por su reciente derrota arancelaria contra China, o exhibe su senilidad al no saber dónde está o con quiénes. Yo sé de eso, con frecuencia confundo a mis perros, y me equivoco de calles. Me queda una duda, ¿a quién nombrará Trump ahora como presidente y de dónde? ¿A su títere Corina? Y así fue el demencial show de Trump en Egipto, divagando y hablando tonterías sin sentido; diciendo pestes de sus enemigos políticos; recibiendo de nuevo la nominación para el Nobel de la Paz de su socio paquistaní; elogiando al ultraderechista húngaro Víctor Orban y presumiendo el apoyo a su elección; piropeando a la primera ministra italiana, la neofascista Giorgia Meloni… En resumen la “Cumbre de la Paz” fue al final el Show de Trump, un cómico mediocre rodeado de patiños tanto en el podio como en el público, y especialmente entre los periodistas asignados a la “cumbre”.

PD… La movilización de la “migra” (ICE) en localidades demócratas de Estados Unidos tiene su propia trampa. ICE, usada como guardia pretoriana de Trump, enfrenta la oposición popular con sobrada razón. Trump exagera la reacción en contra de sus matones y la mata-perros que preside Seguridad Nacional se queja de agresiones contra sus secuaces. Trump intenta desplegar milicianos civiles (Guardia Nacional) para proteger a sus pretorianos enmascarados y ha “adoctrinado” a militares sobre una inexistente rebelión. No puede invocar la Ley de Insurrección ¡de 1807!, porque no hay alguna, así es que transgrede la ley para provocar una reacción popular. Hasta ahora la reacción son protestas pacíficas, incluso de los “antifas” que son más una ideología antifascista que un movimiento insurgente. La provocación de Trump contra los estadounidenses es intensa e ilegal. La presión podría llevar a que un orador, en alguna manifestación, pida a los militares no obedecer las órdenes de Trump sobre agredir a ciudadanos. Justamente eso sería un argumento para que Trump, ahora sí declare una insurrección e invoque la ley para reprimirla… Conociendo la ausencia de mesura de los MAGAs, la persecución sería feroz, especialmente contra sus opositores.

José Francisco Villarreal ejerció el periodismo noticioso y cultural desde los años 80. Fue guionista y jefe de información en Televisa Monterrey. Editó publicaciones y dirigió el área de noticias en Núcleo Radio Monterrey. Durante el neolítico cultural de Nuevo León, fue miembro del staff del suplemento cultural “Aquí Vamos”, de periódico “El Porvenir”; además fue becario de la segunda generación del Centro de Escritores de Nuevo León. Ha publicado dos poemarios: “Transgresiones” y “Odres Viejos”. Actualmente en retiro laboral, cuida palomas heridas y perros ancianos mientras reinventa la Casa de los Usher.

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// Francisco Villarreal

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Autor: lostubos
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