Por José Jaime Ruiz
El PRIAN de Nuevo León no cambiará de candidato, la rebelión está en marcha para imponer al priista Adrián de la Garza, alcalde de Monterrey, como su abanderado a la gubernatura de Nuevo León. El PRIANL fractura al PAN nacional. La lectura de estos prianistas es simple: el relanzamiento es para elecciones federales (presidencia, Senado, congreso) y no toca a los comicios estatales, municipales y de congresos locales.
Un envalentonado Policarpo Flores, dirigente del panismo nuevoleonés, saca el pecho y le grita a Jorge Romero: “En Nuevo León el proyecto político hace ya algunos años tiene nombre y apellido, y queremos ser muy claros de que haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que la narcopolítica que encabeza el partido oficial no llegue a nuestro estado”. El diputado federal panista, Víctor Pérez, lo secunda: “Nuestro líder tiene una visión muy amplia y clara de lo que a nivel federal podemos transitar para que el partido tenga mayor representación en los diferentes espacios, pero estoy seguro de que a nivel regional, en los diferentes estados, hay algunas realidades favorables para que con gente emanada del PRI se pudiera competir en alianza y pudiéramos estar en un nivel para ganar las elecciones. Creo que hoy una buena opción, como se ha evidenciado en algunos sondeos, sería Adrián de la Garza”.
En Nuevo León el amasiato entre el PAN y el PRI tiene larga data. La alternancia juega a destino, después del priista Rodrigo Medina, la ciudadanía votó por el independiente Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco, luego accedió Samuel García, de Movimiento Ciudadano, quien derrotó al candidato del PRIAN, Adrián de la Garza (el panista Fernando Larrazabal, aunque con las siglas del PAN, sólo sirvió de comparsa). La relación corrupta del PRIANL es de sumisión de los panistas a los priistas, quienes los tienen bajo nómina. El relanzamiento del PAN descorre los cacicazgos locales, a Jorge Romero lo bautizaron con un puñetazo.



