Por Félix Cortés Camarillo.
La historia vuelve repetirse
Mi muñequita dulce y rubia
El mismo amor, la misma lluvia
El mismo, el mismo, loco afán
Enrique Cardícamo, Por la Vuelta, 1939.
La historia se repite en ciclos que no son concéntricos sino en espiral, de acuerdo con los principios de Heráclito. Lo que estamos viviendo hoy ya lo vivimos ayer, y lo volverán a vivir nuestros hijos mañana. Magnificados.
Evita Perón y sus descamisados están de vuelta en el poder de la Casa Rosada, en la persona de Alberto Fernández, del renacido populismo; lo estarán el 27 de octubre cuando tengan lugar las elecciones generales. Las primarias las perdió ayer el presidente Mauricio Macri; las ganó Cristina Fernández viuda de Kirchner.
Como en toda experiencia de historia contemporánea, el caso de Argentina encierra lecciones para lo presente y lo local.
Ni parece que fue ayer, pero en Argentina la derecha de Macri fracasó y no pudo sacar a la res de jugosos bifes de la barranca. Como no pudo, o no quiso Enrique Peña Nieto en México. El pueblo, hastiado de la demagogia actual, optó por la demagogia añeja: suena familiar.
El retorno del peronismo ha traído a Buenos Aires el desplome de la bolsa de valores, la devaluación intensa, la inflación explosiva y la desconfianza internacional. Suena familiar, de nuevo. ¡Fuimos el granero del mundo Ché querido!
PILÓN.- A mí me cae muy bien Rosario Robles porque es igual que yo, pecadora y jacarandosa, y no baila bien la rumba. No tengo ni puta idea si es culpable de los delitos por los que anoche durmió en Santa Marta, el supuesto desvío millonario se la llamada estafa maestra cuando fue secretaria de Bienestar o de administración de tierras, como se llamen ahora las dependencias federales.
Rosario Robles es una presa política. Primero porque el delito del que se le acusa no es grave y su proceso podría llevarlo en libertad condicional; segundo porque el juez que la metió al frescobote sustentó su vinculación a proceso porque tiene una licencia de manejo vehicular con dirección diferente a la que consta en actas: ergo, se va a pelar. Aunque tenga congelada su cuenta bancaria por millonario que sea su saldo. Hay que meterla al bote: se necesita un cordero pascual.
Yo no sé si Rosario Robles Berlanga sea inocente. Lo que sí sé, es que, si es culpable, no es la única. Y en esa cauda de involucrados en este fraude que tan gigantesco es, hay muchos nombres de importantísimos políticos, anteriores y actuales.
Andrés Manuel López Obrador lo sabe muy bien.