Por José Jaime Ruiz.
¿Dónde quedó la “república amorosa” del presidente Andrés Manuel López Obrador?, ¿cuál es la nueva forma de hacer política?, ya que: “dimensión, grandeza espiritual, por lo que propongo regenerar la vida pública de México, mediante una nueva forma de hacer política”.
A casi un año de gobierno, no se ve esa “nueva forma de hacer política”. Su desprecio a quienes no comulgan de su hostia se despliega cada día en las mañaneras. No es ajeno al ejercicio del poder del neoliberalismo, desde Carlos Salinas de Gortari con su “Ni los veo ni los oigo”, hasta Enrique Peña Nieto y su “No hay chile que les embone. Si no los agarramos, porque no los agarramos; si los agarramos, porque los agarramos”.
“Imagínense que voy a estar esperando aquí y la prensa conservadora, ‘fifí’, y nuestros adversarios dándose vuelo, yo haciéndole el caldo gordo a los conservadores… Da flojera eso”, aseguró Andrés Manuel sobre la marcha del poeta Javier Sicilia hacia Palacio Nacional para tratar de conversar con el presidente sobre la inseguridad que vive el país.
Inseguridad que –yo tengo otros datos– es la peor desde hace décadas. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de enero a octubre (Héctor de Mauleón en El Universal), “bajo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se registraron 29 mil 574 homicidios… Sólo en octubre fueron asesinadas 94 personas cada día. Cada cuatro horas, alguien perdió la vida de manera violenta”.
A López Obrador le disgusta que lo rebasen por la izquierda, pero la izquierda empieza a sentirse desencantada cuando ningunea a Javier Sicilia y, reconvertido en un presidente de derecha, recibe de plácemes al comisionado de la Liga Nacional de Futbol Americano, Roger Goodell o a Carlos Slim (como bien señala José Gil Olmos en Proceso). Y así su discurso de izquierdas se desvanece en el aire de su realidad de derechas. ¿Dónde la república amorosa? En el uso ilegal de las funciones públicas (la presidencia) con fines privados (la venta de su reciente libro) a través de la “publicidad oficial”, y casi oficiosa.
Andrés Manuel cada vez se parece más a Carlos Salinas de Gortari, al menos en el estilo personal de ejercer el poder. Ya que su libro es la noticia de estos días, podría repetir con el expresidente: “Yo vivo del ingreso y el patrimonio que declaré ante la Secretaría de la Contraloría General de la Federación y además, con un poco de suerte, hasta de la venta de mi libro”.