Por Félix Cortés Camarillo
«La historia comenzó cuando los humanos inventaron a los dioses y terminará cuando los humanos se conviertan en dioses.»
Yuval Noah Harari
Desde hace ya demasiados años, el Mediterráneo ha estado invadido por unas lanchas providenciales, que en le mejor de los casos los españoles llaman pateraspor el uso que se les daba en la caza de ánades y que en la mayoría de los casos son lanchas inflables de hule que fueron diseñadas para el salvamento de cincuenta personas y hoy suelen transportar, desde los arrecifes de Grecia o las costas del norte de África a un promedio de doscientos seres humanos que vienen del continente que llamamos negro huyendo unos de la violencia, otros del desempleo, otros del crimen y el narco, todos del hambre.
Hoy hay miles de seres humanos tocando con furia las puertas de México en el sureste, puertas que hace un año se abrían generosas ofreciendo no sólo refugio, comida y hasta empleo a los centroamericanos que huían de lo mismo que los negros africanos, sino libre tránsito por el país –incluyendo autobuses de gorra- para que llegasen a la tierra prometida de los Estados Unidos. Hoy la política es otra.
Estoy leyendo con deleite un libro que me regaló mi yerno y que fue escrito por Yuval Noah Harari, de la Universidad de Jerusalén, hace seis años, publicado en cincuenta lenguas y vendiendo mucho más de diez millones de ejemplares. Se titula Sapiens: de animales a diosesy es simplemente una historia de la Humanidad. En 416 páginas en inglés el autor nos lleva desde el origen de la vida en el planeta, su evolución al surgimiento de los diferentes homosque poblaron inicialmente la tierra y sobre todo el desarrollo del Homo Sapiens.
Se puede diferir de los juicios categóricos de Harari, por ejemplo sobre el papel de las deidades en la conducta del humanoide original, pero son tantos los campos por los que el autor se aventura, que es imposible no comprar la mayor parte de sus conclusiones.
Especialmente la que para mí es esencial: la humanidad debe su origen, desarrollo y predominio a una sola palabra: migración. Los primeros pobladores del planeta, ubicados en el este de África y –tal vez- en el sur de la hoy Europa y el este del Cáucaso durante cientos de miles de años emprendieron el abandono de sus sociedades sedentarias –el origen de la agricultura- en migraciones multidireccionales que acabaron sometiendo, absorbiendo o aniquilando a las otras sub especies para que el Sapiensquedara como el señor de la Creación tal y como la conocemos.
Gracias a las migraciones y las inevitables mezclas fueron surgiendo las razas y las diferencias étnicas. Gracias a ellas floreció el comercio y la industria. Si no fuera por la migración, grandes culturas como las clásicas de Roma y Grecia, el Renacimiento o la nuestra, nunca hubiesen existido. Potencias como la Rusia Imperial, Europa del Renacimiento, la China que sigue avanzando o los Estados Unidos hoy en decadencia, pudieron haber sido solamente sueños de autores de ciencia ficción.
De esta suerte, es totalmente incomprensible el rechazo que hoy los estados de todo el mundo, desde el señor Trump hasta el presidente López, pasando por turcos, alemanes, italianos, españoles, franceses e ingleses pretendan frenar la migración.
Ciertamente, señor Harari, estamos muy lejos de la condición de dioses.
PARA LA MAÑANERA.- Con todo respeto, Señor Presidente: aparte del gobierno suyo –de Usted-¿quién más ha habilitado a la ONU como valuadora de aeronaves? A lo que se sabe, desde que en 1945 surgió en San Francisco, nunca había ejercido tan complejo oficio, para el que se requiere de una preparación especializada.