Por José Jaime Ruiz
@ruizjosejaime
En dos días el concepto estructurado de las mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador hizo crisis. Los operadores de comunicación social de la Presidencia de la República no han entendido que, a pesar del oportunismo de la derecha, el feminismo siempre supera por la izquierda a la izquierda. Dos casos, el de Frida Guerrera y el de Isabel González. El machismo “informativo” de dos agresores misóginos llevó a la crisis. ¿Sus nombres? Marco Olvera y Paul Velázquez.
A Marco Olvera lo relacionan con René Bejarano, yo no tengo evidencia de que sea un empleado de René, aunque varios medios y columnistas así lo señalan, pero Bejarano ha sido, creo que con Manuel Bartlett, quien le ha dado en la madre al discurso anticorrupción de López Obrador. El otro tipo, el tal Paul, es un agresor y, de ser cierto que mantiene una impostura de víctima con su parche en un ojo, es un sociópata del periodismo. Sólo hay que ver sus videos donde propone darle un balazo a la periodista Isabel González o define como perro al reportero de SDPnoticias, Alberto Rodríguez.
Sé que dan trato privilegiado en primera fila a ellos, un grupito, a un denostado Carlos Pozos, a quien llaman Lord Molécula y quien es, según algunas estadísticas, el favorecido que más pregunta a López Obrador. Dice en su portal que al que madruga le toca en la primera fila, no es cierto. Lo comprobé cuando asistí una vez a las conferencias matutinas. El clan lo completan otro reportero y otra reportera de cuyos nombres no necesito acordarme, pero que almuerzan no guajolotas sino, opíparamente y sin límite de tiempo, en los buenos restaurantes aledaños al Zócalo.
Los innecesarios lamebotas del presidente reventaron las mañaneras. Al no ser periodistas, se creyeron protagonistas. Los privilegiados de la primera fila se han convertido en la primera fobia de la audiencia ciudadana a las mañaneras. Es una lástima. Con ellos, la credibilidad de las conferencias matutinas está en entredicho. Y Andrés Manuel se equivoca al defenderlos o se confunde con la libertad de expresión. Llevar la tolerancia a tolerar la intolerancia es un suicidio de la democracia, sobre todo cuando piden ejercer el poder del Estado para convertir al gobierno en un Estado policiaco o piden la muerte de una mujer reportera.
Andrés Manuel no entendió las participaciones en las mañaneras de Frida Guerrera y de Isabel González. Proponer que una mujer se reconcilie con su agresor, aunque sea un agresor verbal, es estar del lado del agresor, no de la agredida. ¿Cómo puede una mujer “abrazar o besar” a quien la ha violentado?
Las campañas de odio en contra de nuestras compañeras reporteras son inadmisibles. ¿Hay que tolerar a los intolerantes desde el ejercicio de su “libertad de expresión”? ¿Desde su violento discurso de odio?
Las mañaneras no son lo que fueron y esto gracias a la participación de las mujeres. En las mañaneras el feminismo se impuso. Lo celebro. Sí, celebro la sororidad entre ellas, no todas, pero también la solidaridad de muchos compañeros reporteros. Andrés Manuel (todos llevamos un conservador dentro) no lo ha entendido. Tiene tiempo para comprenderlo. Y sí, las mañaneras serán feministas o no serán.