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Javier Lozano y Gustavo de Hoyos, damnificados

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

El presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos, creyó ingenuamente que se mandaba solo. La realidad lo abofeteó duramente. Trató de hacer de la política empresarial, politiquería, de su puesto, precandidatura a la Presidencia de la República; esa pompa de jabón de la derecha, estalló y, de paso, destruyó la presencia mediática de Javier Lozano. Javier estaba desacreditado públicamente, ahora con el desprecio de los dueños de la Coparmex, carga algo peor: está deslegitimado.

A la derecha radical no le satisfacía del todo tener entre sus filas a los demasiados voceros: Enrique Krauze, Denise Dresser, Juan Pardinas, Jesús Silva-Herzog Márquez, Pablo Hiriart, Raymundo Riva Palacio, Carlos Loret de Mola (el Brozito de Brozo), Salvador García Soto, Jorge Fernández Menéndez, Pascal Beltrán del Río, Carlos Mota, el monero Calderón… y a los demasiados otros.

Y no le satisfizo porque, a pesar de sus esfuerzos, su tiempo y su voluntad, todos los miembros de la mafia del joder no lograron apropiarse, por ejemplo, de la lucha feminista, tampoco impusieron la percepción de que Hugo López-Gatell es un inepto ni, mucho menos, confrontar al canciller Marcelo Ebrard y a la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, con el presidente Andrés Manuel López Obrador. La última intentona fue confrontar a Porfirio Muñoz Ledo con Andrés Manuel, no lo lograron.

El súbito ascenso y la estrepitosa caída de Javier Lozano como vocero especial de la Coparmex es, también, la peor derrota de Gustavo de Hoyos porque no evaluó que con su acción también deslegitimaba a la organización empresarial. Gustavo sigue dando pasos de tonto y en sus ocurrencias lleva la penitencia. El error al nombrar a Javier Lozano como vocero especial ha sido un error que, damnificado, también lo contamina. Gustavo se deslegitimó ante su gremio y ante la sociedad.

Esta semana la derecha hizo algo insólito: tratar de disputar el poder político. Como tiene intereses y no ideas, los periodistas orgánicos debieran leer un poco a Octavio Paz en El ogro filantrópico: “El Presidente no sólo es la autoridad política máxima: es la encarnación de la historia mexicana, el Poder como sustancia trasmitida desde el primer Tlatoani a través de virreyes y presidentes”. Y agrega Federico Campbell en La invención del poder: “Por eso el poder de tres cabezas (tlatoani, virrey, presidente) decreta: Nunca, en ningún caso, en ninguna hipótesis, bajo ninguna circunstancia, se me puede disputar el poder. Nunca. La Presidencia no está en discusión”.

Para López Obrador todo es discutible, deliberativo, pero nunca la Presidencia. La derecha quiere esta semana discutir la Presidencia. De antemano, ya perdieron. El golpecito de Estado termina siendo un golpe de pecho, a la manera de San Jerónimo.

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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